Del holocausto nazi a la universidad de Berkeley: las películas de Fidocs

El Festival de Documentales de Santiago va del 23 al 29 de junio en el GAM y la sala UC.




Autor de algunos de los documentales más destacados de la historia de la no ficción local como El Charles Bronson Chileno y Pepe Donoso, y director de la carrera de cine en la Universidad de Chile, el realizador Carlos Flores del Pino es también un viejo amigo de Patricio Guzmán, creador del Festival de Documentales de Santiago (Fidocs) en 1996. Ahora, como flamante nuevo director de Fidocs, dice que el encuentro inicia una nueva etapa. Su lema: "Ver es volver a ver". ¿Qué significa eso? En palabras de Flores: "Recuperar la capacidad del documental para ver lo extraordinario en las cosas ordinarias".

El más evidente ejemplo de tal enunciado está en tres de las películas más importantes que este año trae Fidocs. Todas son recientes e  iluminan con otra luz lo que ya varios creen conocer. Son El último de los injutos, de Claude Lanzmann, sobre el holocausto; At Berkeley, de Frederick Wiseman, acerca de la importante universidad californiana; y el curioso Manakamana, de Stephanie Spray y Pacho Vélez, que observa el budismo desde una rara perspectiva.

Las cintas forman parte de  las presentaciones especiales de Fidocs, más allá de las  30 películas que entran a la competencia nacional, internacional (ver página 61) y de cortometrajes. "Nosotros llamamos a estas dos películas, El último de los injustos y At Berkeley, los dos grandes transatlánticos. Dos filmes de directores sobre los 80 años, ambos entre los mejores del mundo en su género, y que duran 3 horas 40 minutos y 4 horas, respectivamente. Lo de Lanzmann es además una continuación de lo que se mostró hace  años en Fidocs, cuando se exhibió Shoah, su documental de nueve horas  sobre el holocausto. En esa ocasión vino el propio Lanzmann, un caballero bastante quisquilloso", recuerda Flores.

La cinta El último de los injutos es una decantación de Shoah, y ganó el César al Mejor Filme de No Ficción en el 2014. Utilizando material dejado fuera de Shoah -palabra que significa holocausto en hebreo-, el francés Lanzmann traza la historia del campo de concentración de Theresienstadt (actual Reública Checa). Pero, y he aquí lo crucial, entrevista al rabino Benjamin Murmelstein, un hombre que tuvo la ingrata tarea de mediar entre los nazis y los judíos entre 1938 y 1945.  Considerado un colaboracionista por su propio puebo, el vienés Murmelstein lidió diariamente con el criminal de guerra Adolf Eichmann, quien presentaba al mundo Theresienstadt como "un ghetto modelo" donde los judíos vivían en amables condiciones. Murmelstein lograría la emigración de más de 120 mil judíos a cambio de trabajar para los nazis como jefe del consejo de ancianos y facilitarles el manejo doméstico del campo de concentración.

El documental, que capta a Murmelstein en su casa en Roma en 1975, muestra  a un hombre de mente brillante, diplomática astucia y palabra insolente: "Cuando se dice que los mártires del holocausto son santos es una mentira. No todos los  mártires son santos".

Educación pública USA

Modelo de la educación superior pública en un país que privilegia a los privados, la Universidad de Berkeley es un emblema por sí solo. La institución de San Francisco (California) es registrada por  la cámara de Frederick Wiseman con su habitual dedicación y precisión.

Wiseman, de 84 años, es uno de los grandes representantes del cinema verité en su país y viene filmando desde los años 60 las cárceles, los hospitales, los tribunales, las salas de ballets, los clubes de boxeo, los concursos de belleza y cuanta institución o fenómeno conforme el alma de Norteamérica. También incursiona fuera de su país y uno de sus recientes éxitos es National Gallery, sobre el museo británico, presentada con ovación en Cannes 2014.

Su penúltima cinta At Berkeley fue estrenada en Venecia 2013 y da cuenta de las maniobras del cuerpo académico y de los estudiantes de la universidad para sobrevivir en tiempos de recortes presupuestarios. También va a los detalles de la rutina: a las clases, a las lecturas de invitados, a los deportes, a los que ganan becas y los que no, a las minorías raciales que aún se sienten discriminadas en una universidad ubicada en el ala liberal del espectro ideológico.  En fin, a las grandezas y a las incomodidades que puede presentar tan venerable institución, semillero de 72 premios Nobel, 11 Pulitzer y uno de los ejes de la contracultura en los 60.

Desde el otro lado del mundo, Stephanie Spray y Pacho Vélez filman las travesías diarias de aquellos nepaleses que toman un teleférico para ir al templo de la divinidad budista Bhagwati. El medio de transporte comunica nada menos que dos montañas en este país de superficies en altura. Lo que hacen Spray y Vélez es mostrar la cotidianidad de tal experiencia en su filme Manakamana. Ganadora del Leopardo de Oro al Mejor Documental del Festival de Locarno,Manakamana es radical en su propuesta estética, con 11 escenas de 11 minutos cada una sin cortes. Cada escena es un viaje y cada viaje una pequeña historia diferente.

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