¿Personas que beben más alcohol generan más tolerancia al licor con el tiempo? Esto dice un estudio

¿Personas que beben más alcohol generan más tolerancia al licor con el tiempo?

Una inédita investigación muestra quá pasa si los bebedores con trastorno por consumo de alcohol tienen mayor resistencia que personas con consumo más mmoderado.


La idea de que las personas que toman más alcohol adquieren una tolerancia mayor parece estar instalada en la sociedad. Es común pensar que un no bebedor que se toma un trago se maree más rápido que alguien que está acostumbrado a tomar. Sin embargo, esta relación tiene más matices de lo que parece.

Según una nueva investigación de la Universidad de Chicago en Estados Unidos, aunque los bebedores empedernidos pueden tolerar una cierta cantidad de alcohol mejor que los bebedores leves o moderados, es erróneo decir que quienes beben en exceso pueden “aguantar el alcohol”.

“Se piensa mucho que cuando los bebedores experimentados consumen alcohol, son tolerantes a sus efectos perjudiciales. Lo apoyamos un poco, pero con muchos matices”, dijo en un comunicado Andrea King, PhD, profesora de psiquiatría y neurociencia del comportamiento en UChicago y autora principal del estudio.

Esto dice el estudio sobre si personas que beben más alcohol generan más tolerancia al licor

El estudio publicado en la revista Alcoholism Clinical and Experimental Research analizó a tres grupos de adultos jóvenes de 20 años con distintos patrones de consumo de alcohol: bebedores ligeros, bebedores sociales empedernidos y personas con trastornos por abuso de alcohol.

En un principio el estudio apoyó la idea de que los bebedores empedernidos podian controlar la ingesta de alcohol sin su correspondiente efecto, ya que los hallazgos mostraron que las personas con trastorno por consumo de alcohol (AUD, tradicionalmente conocido como alcoholismo), se desempeñaron mejor en las tareas de motricidad fina y de pensamiento, después de 30 minutos de consumir la bebida, en comparación a los bebedores sociales ligeros después de tomar entre cuatro a cinco bebidas, una cantidad de alcohol que legalmente emborracharía a alguien.

Sin embargo, cuando los bebedores AUD consumían una cantidad mayor de alcohol, similar a sus hábitos de consumo equivalente a siete u ocho bebidas, mostraban un deterioro significativo en esas mismas tareas, más del doble de su deterioro con la dosis de embriaguez estándar, que no volvía al rendimiento basal hasta tres horas después de beber.

“Cuando bebieron alcohol en nuestro estudio en una dosis similar a su patrón de consumo habitual, observamos deficiencias significativas tanto en la motricidad fina como en las pruebas cognitivas que fueron incluso más perjudiciales que las que sufre un bebedor ligero con la dosis intoxicante”, comentó King.

El alcohol en los distintos tipos de bebedores

El estudio analizó a 397 participantes que formaban parte del Chicago Social Drinking Project, un estudio de investigación en curso iniciado por King en 2004, que examina los efectos de sustancias comunes como el alcohol, la cafeína y los antihistamínicos en personas con distintos patrones de consumo de alcohol.

Los grupos se dividieron en tres, en función de la cantidad de alcohol que tomaban: bebedores ligeros que no beben en exceso, bebedores sociales intensos que beben en exceso varias veces al mes y bebedores que cumplen los criterios de AUD y beben en exceso con frecuencia, al menos un tercio o más días en un mes típico.

Los bebedores ligeros se definieron como personas que beben seis bebidas “estandar” a la semana pero sin atracones, explicó King. Los bebedores sociales se definieron como aquellos que bebían diez tragos a la semana como mínimo y se emborrachaban con alcohol de una a cinco veces al mes.

El alcohol puede entregar sensaciones relajantes y desinhibidoras a corto plazo, pero también efectos negativos horas o días después. Foto: Getty Images.

Por último, el tercer grupo incluyó a los bebedores que cumplían con los criterios para el trastorno por consumo de alcohol, es decir, 28 o más tragos por semana para los hombres y 21 para las mujeres, y que con frecuencia se emborrachaban al menos un tercio o más de los días en un mes.

Además, las personas de este grupo cumplieron también con otros criterios del AUD, como no poder reducir el consumo de alcohol, beber incluso cuando causaba problemas con familiares y amigos, y meterse en situaciones en las que ellos u otros podían resultar heridos.

“En su vida diaria, este grupo promediaba 38,7 bebidas a la semana, en comparación con 2,5 bebidas a la semana para los bebedores ligeros y alrededor de 20 bebidas para los bebedores empedernidos”, dijo King.

Se les dijo a los participantes que recibirían una bebida que contenía alcohol, un estimulante, un sedante o un placebo. La bebida con alcohol equivalía a cinco o cuatro tragos, una dosis alta considerada suficiente para intoxicar a un bebedor típico, según el estudio.

Los participantes fueron evaluados con una prueba de rendimiento cognitivo antes de beber y en intervalos de 30 minutos después de beber. También se les preguntó, en intervalos de 30 y 180 minutos, qué tan afectados se sentían por el alcohol en una escala de “nada” y “extremadamente”.

Al principio, los AUD y grandes bebedores sociales informaron sentirse menos afectados que los bebedores ligeros, y mostraron menos deterioro general del alcohol en las pruebas motoras y cognitivas. Además, volvieron más rápido a sus niveles de referencia, lo que respalda la idea de que tenían más tolerancia y pueden “aguantar el alcohol” mejor que las personas que no beben tanto.

Pero, el problema es que las personas con AUD no suelen dejar el alcohol en la cuarta o quinta bebida, de hecho, se involucran en un consumo de alcohol de alta intensidad. Es por esto que un subconjunto de bebedores con AUD participó en un tramo separado en donde bebieron una bebida más, de acuerdo con sus hábitos habituales de bebida.

Con esta dosis de alcohol en el cuerpo, equivalente a siete u ocho bebidas, los participantes “mostraron más del doble de la cantidad de deterioro mental y motor que después de haber tomado la dosis intoxicante estándar. Tampoco volvieron nunca a su nivel básico de rendimiento, ni siquiera después de tres horas”, dice el comunicado.

Este hallazgo sugiere que los efectos físicos del alcohol se suman cuanto más bebe alguien, con o sin experiencia. “Me sorprendió la cantidad de deterioro que tuvo ese grupo con esa dosis mayor, porque si bien es un 50 % más que la primera dosis, estamos viendo más del doble del deterioro”, dijo King.

El grupo de King ha realizado otra investigación que demuestra que los bebedores sociales empedernidos y los AUD son más sensibles a los efectos placenteros del alcohol y desean beber más que sus pares.

“Lo que hace este estudio es poner de relieve las limitaciones de la tolerancia”, dijo el coautor del estudio Nathan Didier, analista de investigación en el Laboratorio de Investigación de Adicciones Clínicas de la Universidad de Chicago. ”Incluso si tiene mucha experiencia bebiendo, eso no significa que no esté incapacitado, eso es algo importante”.

El consumo problemático de alcohol provoca, según la Organización Mundial de la Salud, 3,3 millones de muertes cada año. En Chile, 1 de cada 10 siniestros de tránsito con consecuencias fatales se debe al consumo de alcohol en la conducción. El año pasado se registró la cifra más alta en los últimos 14 años, con cerca de 2270 fallecidos.

King afirma que una comprensión más matizada de los efectos de la intoxicación podría empezar a prevenir más daños. “Es costoso para nuestra sociedad por muchas razones, es por eso que este estudio es tan importante para comprender más”, dijo. “Espero que podamos educar a las personas que son bebedores de alta intensidad experimentados que piensan que están reteniendo el licor o que son tolerantes y no experimentarán accidentes o lesiones por beber. Su experiencia con el alcohol solo llega hasta cierto punto, y los bebedores excesivos representan la mayor parte de la carga de accidentes y lesiones relacionados con el alcohol en la sociedad. Esto se puede prevenir con educación y tratamiento”.

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