Científicos descubren esperanzador potencial de tres plantas chilenas para tratar el alzhéimer

Imagen de una chinchircoma.

Estudio colaborativo de la Universidad de Talca, Universidad Andrés Bello y Universidad Autónoma arrojó los primeros indicios de que tres especies altiplánicas tendrían el potencial de inhibir una enzima clave en el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa.


Un estudio reveló que tres plantas nativas originarias del altiplano chileno tendrían esperanzadores efectos terapéuticos contra la enfermedad de alzhéimer. Según la investigación, las que eventualmente disminuirían la actividad de una enzima asociada a esta enfermedad.

La investigación, desarrollada por académicos de las universidades de Talca, Autónoma y Andrés Bello, muestra por primera vez cómo la muña, chinchircoma y soyko, tendrían beneficios para prevenir y tratar esta enfermedad neurodegenerativa.

Así fue el estudio en que científicos descubren el potencial de tres plantas chilenas para tratar el alzhéimer

“En el estudio se tomaron tres plantas de la zona norte del país, se prepararon unos extractos en etanol y a partir de ellos se trató de caracterizar sus componentes químicos y evaluar la actividad biológica que tienen, enfocada principalmente a inhibir un par de enzimas relacionadas directamente con la enfermedad de alzhéimer, que son la enzima acetil y butil colinesterasa”, explicó en un comunicado la investigadora del Instituto de Química de Recursos Naturales de la Universidad de Talca y coautora del trabajo, Margarita Gutiérrez.

La muña es conocida científicamente como Minthostachys mollis, y también es nombrada comúnmente como poleo de Quito o menta de Los Andes. Su nombre proviene del quechua. Es una planta arbustiva leñosa que alcanza de 80 a 120 cm de altura y frondosa en la parte superior. Su tallo se ramifica desde la base y tiene hojas pequeñas, mientras que sus flores son blancas y se presentan en racimos cortos.

Con respecto a su distribución y hábitat, tiene una amplia presencia en Sudamérica, creciendo entre los 2.700 y los 3.400 metros sobre el nivel del mar. Su cultivo es muy difundido en las regiones andinas. Fue descrita por primera vez en 1874.

La científica Margarita Gutiérrez.

La chinchircoma lleva como nombre científico Mutisia viciifolia, y es una especie de la familia Asteraceae. Se encuentra en algunas regiones de Sudamérica como Chile, Perú y Ecuador. Su hábitat natural son los arbustales subtropicales o tropicales de alta altitud.

Esta última, lamentablemente se encuentra amenazada por la pérdida de su hábitat. Po ello se encuentra en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) desde mediados de los años 2000.

La tercera especie, soyko, científicamente llamada Tagetes multiflora Kunth, también es conocida como watakai o té de burro. De la familia Asteraceae, pertenece al género Tagetes y es de origen nativo. Se distribuye en Antofagasta, Arica y Parinacota, Atacama y Tarapacá.

Con un ciclo de vida anual, tiene una categoría de uso alimentario, forrajero y medicinal.

Efectos positivos en el tratamiento del alzhéimer

“Los extractos mostraron potencial, por lo tanto, resulta de interés poder estudiarlos un poquito más, tratar de aislar los componentes mayoritarios que están presentes y evaluar si estos compuestos, cuando los tengamos aislados, muestran la misma actividad”, señaló Gutiérrez.

La investigación, publicada recientemente en la revista científica Plants, busca establecer nuevos beneficios de estas especies, que ya se utilizan popularmente como infusiones para el tratamiento de problemas estomacales, síntomas inflamatorios y otras dolencias.

Ejemplar de Muña. Crédito: Wikipedia

De acuerdo a Gutiérrez, “el interés de estudiar estas plantas es principalmente buscar un valor agregado que puedan tener”. Sin embargo, añadió que se debe ser cauto e intentar preservarlas. “Normalmente cuando se hace uso de estas plantas en la medicina tradicional o para investigación, en muchos casos se toman las muestras y se puede llegar hasta el punto de exterminar la especie”, alertó la investigadora.

Una segunda etapa del estudio buscaría determinar si el consumo de los extractos de estas plantas tendría efectos en algún otro tipo proceso fisiológico importante. “Lo que vendría ahora sería poder, en un principio, tratar de aislar estos compuestos y ver si mantienen la misma actividad, si es que la mejoran, y también evaluar si estos compuestos son citotóxicos”, indicó.

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