“Paguen mejor”: Las cifras detrás del debate sobre el nivel de salarios en Chile

El álgido debate abierto por la ministra del Trabajo sobre el nivel de los sueldos en Chile, su relación con la informalidad y los niveles de flexibilidad, despertó la arremetida empresarial y de especialistas. Las estadísticas revelan que los salarios del sector formal más que duplican al de las labores informales y los expertos critican el análisis de la ministra. Según un estudio de la OCEC UDP, además, Chile tendrá el segundo salario mínimo más alto de América Latina a partir de julio, cuando entre en vigencia el nuevo ingreso básico de $500 mil mensuales. Jeannette Jara defiende su postura y dice que el objetivo de su planteamiento apuntaba a discutir si los salarios formales en el país permiten cubrir las necesidades de las familias.


El emplazamiento de la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, al mundo empresarial para mejorar los salarios que se pagan en el sector privado, abrió un debate intenso y de múltiples derivadas. El apasionado llamado de la ministra integrante del comité político de La Moneda y militante PC, en un conversatorio la semana pasada, despertó no sólo la ácida arremetida empresarial, sino también la discusión entre economistas y especialistas laborales sobre los salarios que se pagan en Chile y la diferencia de ingresos entre el sector formal e informal de la economía.

“Paguen mejor, respeten más los derechos de las personas. Ese es el rol también de los empresarios. Las personas no pueden seguir viviendo como están”, lanzó la ministra del Trabajo durante un tenso debate con el expresidente de la Sofofa y presidente de Pivotes, Bernardo Larraín Matte, en un seminario organizado por Red Activa de Pulso La Tercera y ChileMujeres.

La propia Jeannette Jara ya había protagonizado dos días antes una disputa con el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Ricardo Mewes, quien había acusado un “un sesgo ideológico antiempresarial de una parte del gobierno”.

“A veces los empresarios olvidan el rol que cumplen”, respondió entonces Jara a los dichos del máximo lider empresarial, quien también se encontraba como panelista en el conversatorio de la semana pasada.

En medio de este nuevo capítulo de tensión entre el gobierno y los empresarios, el propio Presidente Gabriel Boric sorprendió esta semana al llamar al sector privado a “abandonar la soberbia paternalista, que lleva a emitir juicios denigratorios a gobiernos que obedecen a la voluntad popular”.

Pero el encuentro también enfrentó posturas divergentes de la ministra y los empresarios sobre la implementación de la jornada laboral de 40 horas, las medidas de flexibilidad laboral, y las asimetrías que se generan en la negociación entre empleadores y trabajadores.

“Una de las razones por las cuales mucha gente hace un emprendimiento o se ‘tira’ a vender cosas de distinta naturaleza en la informalidad es porque aquí se les pagaban $350 mil por trabajar toda la jornada laboral (sueldo mínimo en marzo de 2022), y porque trabajando toda la jornada laboral no le alcanzaba para sacar a su familia de la pobreza”, sentenció la ministra en la oportunidad.

Si bien la respuesta del mundo empresarial fue inmediata, la reacción más punzante a los dichos de Jara fue la del exvicepresidente del Banco Central, el socialista Manuel Marfán. “Vengo de la izquierda, me siento de la izquierda con el Partido Socialista de muchos años, pero hay una parte que no me gusta de la izquierda y es esa que tiene ganas de que suban los salarios, que paguen mejores salarios, tiene ganas de que la distribución del ingreso sea mejor (...) Pero no basta con las ganas, hay que hacer las cosas para que ocurran, hay que hacer las políticas públicas para que las cosas ocurran”, dijo Marfán en un seminario compartido con los expresidentes del Banco Central, José De Gregorio y Rodrigo Vergara. Los tres economistas coincidieron entonces en tildar las declaraciones de la ministra como “voluntaristas”.

Las cifras en debate

Las palabras de la secretaria de Estado levantaron el debate no sólo en torno las diferencias de ingresos entre los trabajadores que permanecen en la informalidad y aquellos que tienen un cupo laboral formal, sino también sobre el nivel del salario mínimo y las remuneraciones pagadas en distintas áreas de la economía.

Un análisis del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP) revela que Chile pasará a tener el segundo salario mínimo más alto de la región a partir de 1 de julio próximo, una vez que comience a regir el ingreso básico de $500 mil acordado a inicios del gobierno actual.

El estudio para países seleccionados de la OCDE, América Latina, Asia, Oceanía y África, posiciona a Chile en el lugar 32 de 59 naciones con US$1.051 mensuales a poder de paridad de compra (PPP, por su sigla en inglés). Este ajuste a PPP permite aislar el efecto que tienen las diferencias de precios entre diferentes economías y así compararlas correctamente en términos de poder adquisitivo.

El primer lugar de América Latina lo obtiene Costa Rica, con US$1.078 mensuales. Y mientras Irlanda lidera el ranking general, con US$3.504, Venezuela queda al final de la lista, con US$3 mensuales. En la actualidad Chile tiene un salario mínimo de $ 460 mil (US$997 a PPP), con lo que se ubica en el lugar 35 (ver infografía).

“Los datos muestran que si bien el salario mínimo es un parámetro político, en general los países con mayores niveles de PIB per cápita y productividad laboral también tienden a tener mayores salarios mínimos en dólares ajustados por PPP. Así, los países con mayor productividad laboral tienen también mayor espacio para fijar salarios mínimos más altos, sin generar consecuencias negativas sobre el mercado laboral. Por ello, no es extraño que Chile tenga un salario mínimo por debajo de lo observado en países desarrollados pero que supere a la mayoría de países latinoamericanos. La evidencia muestra que países en donde el salario mínimo está muy por sobre parámetros asociados a la productividad laboral, tienden a tener tasas de ocupación informal mucho más altas”, sostiene Juan Bravo, autor del estudio y director de OCEC-UDP.

El análisis de la UDP, cuya base es la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) 2022 realizada por el INE, también revela que el ingreso promedio de los asalariados formales del sector privado a jornada completa es de $876 mil mensuales, lo que supera a los $294 mil de los trabajadores que están en el sector informal. Las cifras corresponden a ingresos netos, es decir, excluye los descuentos legales e impuestos.

El mismo análisis muestra que los mayores ingresos del sector formal a jornada completa se concentran en los trabajadores de las grandes empresas. En estas compañías, que tienen 200 o más trabajadores, el salario promedio es de más de un millón de pesos. Por contrapartida, el ingreso de los empleados formales que trabajan en las microempresas llega a $605 mil mensuales en promedio. El sector donde se obtienen mejores ingresos es el de actividades financieras y seguros, con $1,4 millones en promedio (ver infografía).

Según estadísticas de la Superintendencia de Pensiones, el ingreso promedio imponible de los trabajadores dependientes que cotizan en el sistema de AFP es de $1.240.484. En cambio, el de los que cotizan de forma independiente sólo llega a $743.348.

Si se toman en cuenta los cotizantes al seguro de desempleo, la remuneración imponible promedio de los trabajadores con contrato indefinido es $1.306.582. Mientras los hombres registran ingresos promedio por $1.418.699, las mujeres anotan remuneraciones promedio por $1.150.004.

Formalidad y salarios

La economista y directora de Evidencia de Pivotes, Elisa Cabezón, entra de lleno al debate. “La ministra (Jara) sugirió que una de las causas de la informalidad en Chile son los bajos sueldos que entrega el sector formal. Pero la evidencia sugiere otra cosa. El ingreso promedio del sector formal es el doble al ingreso percibido por el trabajador promedio en el sector informal”, afirma Cabezón, quien destaca que los ingresos formales de los hogares suben en línea con el crecimiento de la economía, a diferencia de los ingresos informales.

“Son pocos los casos en que las personas participan del sector informal por decisión propia. Lo que sugiere la evidencia es lo opuesto: las personas en el sector informal no tienen acceso a los empleos formales que entregan mejores salarios, seguridad social y les permite participar del crecimiento de la economía”, añade la especialista de la fundación que preside Bernardo Larraín Matte. Como forma de fomentar los empleos y emprendimientos productivos formales, Cabezón propone corregir los “altos” costos que significan para las empresas las indemnizaciones por despidos y, al mismo tiempo, fortalecer el seguro de cesantía para que se pague a todo evento. “Si se rediseña mejor este mecanismo se permitirá crear más puestos laborales y mejorar los sueldos de las personas”, argumenta.

Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Chile hay casi 2,5 millones de trabajadores informales (tasa de 27%), los que están concentrados en el sector comercio y construcción. Las estadísticas del INE revelan también que la informalidad es más acentuada en mujeres, en personas de menor nivel educativo y quienes se definen como trabajadores por cuenta propia.

La académica del Instituto de Economía UC, Jeanne Lafortune, es cauta a la hora de explicar las razones por las cuales hay informalidad en Chile. “Dentro de la disciplina, una gran mayoría cree que el sector informal es mucho más push out, es decir, que son gente que no logra encontrar trabajo en el sector formal y que terminan en el sector informal. Y en ese caso subir los sueldos en el sector formal si hay algo que terminaría generando es más informalidad, porque las firmas tendrían que contratar menos y, al contratar menos, enviaría más trabajadores al sector informal que no pueden encontrar trabajo”, sostiene Lafortune.

La economista UCcree que para mejorar los sueldos en Chile se debe elevar la productividad y promover la competencia. “Para eso queremos un mercado donde haya menores barreras a la entrada, donde los trabajadores se puedan mover de una empresa a la otra con mayor facilidad, y que haya apoyo en la búsqueda de trabajo para facilitar ese proceso”, complementa Lafortune.

En la misma línea, Ingrid Jones, de Libertad y Desarrollo, destaca el mayor salario que existe en los empleos formales y se muestra partidaria de entregar mayores grados de flexibilidad laboral y así dotar al empleo formal de una característica que podría resultar atractiva del mercado informal.

“Al analizar el ingreso mediano, distinguiendo por formalidad del empleo, se observa que los salarios de los ocupados formales doblan el monto de los informales, siendo la diferencia mayor en el caso de las mujeres, donde el salario de las ocupadas en empleo formal es 2,7 veces el de aquellas que son informales. En hombres, el salario formal equivale a 1,7 veces el salario de los informales”, sostiene la investigadora de Libertad y Desarrollo.

Por estas misma razones el director de OCEC-UDP, Juan Bravo, cree improbable que los trabajadores opten por la informalidad como forma de obtener mayores ingresos. “Es poco convincente, a la luz de los datos, plantear que el dejar un empleo asalariado formal de jornada completa en el sector privado para trabajar por cuenta propia de manera informal a jornada completa generará mayores ingresos laborales. Puede ocurrir en casos específicos, pero claramente no es la realidad mayoritaria de quienes ejercen trabajos por cuenta propia de manera informal”, concluye el economista de la UDP.

Consultada por Pulso, la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, precisó la intención de fondo de sus declaraciones apuntaba a saber si los salarios que existen en Chile en el sector formal permitían cubrir las necesidades de las personas y sus familias.

A través de una declaración, la ministra enfatizó sobre el complejo escenario que enfrentan las familias a raíz de los costos de los arriendos, los niveles de endeudamiento y la imposibilidad de los sectores de menores ingresos de ahorrar, entre otros. “De acuerdo a la Encuesta Suplementaria de Ingresos de 2022, un 17,8% de los ocupados formales recibía un ingreso inferior a $400.000, que era el valor del salario mínimo vigente cuando se levantó la encuesta (noviembre de 2022). Cuando ampliamos el rango a $ 500.000 se abarca el 36,4% de los ocupados formales”, precisa.

Pero la ministra va más allá. Si bien reconoce que el aumento de la productividad es una variable a tener en cuenta a la hora de hablar de incremento de salarios, Jeannette Jara cree que también es un debate sobre el tipo de sociedad que se quiere construir. “Es una discusión sobre cohesión social, sobre paz social, sobre el poder relativo de las organizaciones sindicales, y sobre la participación relativa del factor trabajo y el factor capital en los beneficios del crecimiento económico”, afirmó.

Jara también destacó un análisis en base a cifras de la Ocde. “Si se toma como referencia el año 2021, que es donde existe registro de casi todos los países integrantes del grupo, en Chile la participación de los ingresos de los trabajadores en el PIB es de 37%. El promedio Ocde es de 49,9% y el promedio de 15 países de la Unión Europea es 48,6% (...) De los cuatro países latinoamericanos que integran la Ocde, en Costa Rica la participación de los ingresos de los trabajadores en el PIB es de 44,1% y tanto Colombia como México se ubican por debajo de Chile en este indicador (...) ¿Vamos a asumir el desafío de cerrar la brecha de 12,9 puntos porcentuales que nos separa del promedio?”, concluyó la ministra.

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