Charles Kimber: “En 2024 nuestros resultados serán positivos, no como este año”

Charles Kimber, gerente de Personas y Sustentabilidad de Arauco.

El portavoz de Arauco, la filial más importante del grupo Copec, promete que la empresa revertirá las históricas pérdidas de este año y adelanta su millonario plan de inversiones. Levanta además la necesidad de que “Chile requiere plantar más árboles” para sostener a esta industria y advierte sobre el principal riesgo que se cierne sobre el sector forestal en el próximo verano: el fuego.


Al revisar el directorio y la gerencia de Arauco, la filial más relevante del grupo Copec y la segunda mayor empresa del mundo en celulosa (después de la brasileña Suzano) y en tableros aglomerados (tras la suiza Kronospan), salta a la vista una desventaja: no hay ni una mujer.

Charles Kimber, gerente de Personas y Sustentabilidad y tradicional portavoz de la compañía -porque sus ejecutivos máximos le han hecho el quite históricamente a la prensa- responde, como es su estilo, diplomáticamente: “El directorio es quien decide quiénes son sus miembros y no los ejecutivos de la compañía. Pero sí, hay una conversa ahí, cuidando los conductos, claro, porque tenemos la conversa al interior de la compañía. Tenemos una política DEI (diversidad, equidad e inclusión), declaraciones y prácticas que van en la búsqueda de tener un mayor componente de mujeres en la empresa. Partimos con 13%, estamos ahora en 17% y la idea de estar en 20% en el 2025″. En la matriz, Copec, ocurrió lo mismo hasta 2021, cuando entraron dos directoras. Y pese a que la diversidad de género “es un tema” entonces para la alta gerencia de Arauco, hoy las prioridades están en otra parte.

Este año es el primero de su historia en que Arauco reporta pérdidas. Al menos a septiembre, que son los conocidos, pero probablemente también sean los del año.

Kimber (62), ingeniero comercial de la Universidad Católica, lleva 38 años en la compañía, por lo que la conoce mejor que varios de sus colegas.

Y admite que este año no ha sido bueno. La firma ejecutó una reorganización que significó reducir de cinco líneas de negocio a dos: celulosa (que integra el negocio forestal) y maderas (que incluye tableros y aglomerados); como consecuencia, se produjo el despido de 500 personas, 300 de ellas en Chile. Antes, a mitad de año, cerró la planta de celulosa Licancel en la Región del Maule, por el daño de dos inundaciones de las que fue víctima y por falta de madera para abastecerla producto de los incendios del 2017 y de inicios de este año.

Y los estados financieros del año quedaron en rojo. Un año negativo total.

“La razón de la reorganización fue hacer un ajuste porque las circunstancias, el contexto, las condiciones, los eventos que hemos tenido, requerían mejorar nuestra competitividad”, explica Kimber. “Más foco, más efectividad, mejorar costos, en un mundo que se ha visto complicado. Y veíamos que había que hacer cambios, especialmente pensando en los próximos 15 años. Este fue el año en que aprovechamos de hacer los ajustes, que ya hemos terminado”, cierra, asegurando que no habrá más desvinculaciones y que en 2024 no debiera repetirse otra reestructuración.

Tampoco hay vuelta atrás con la “suspensión definitiva de la producción” de Licancel, como la llama. No habrá reapertura: “Es una planta chica y antigua, y que requiere una tremenda inversión”. Pero no se cierra oficialmente, pues podrían vender la planta, explica, porque “alguien podría estar interesado en operarla para, por ejemplo, fabricar papel o algún otro tipo de actividad industrial”.

Meses antes del cierre de Licancel, Arauco mostraba una historia optimista: había inaugurado su megaproyecto Mapa, la modernización de su planta en la comuna de Arauco. Costó US$ 2.850 millones, con la meta de llegar a una producción de 2,1 millones de toneladas de celulosa. Hoy están a 90% de su capacidad de diseño y esperan que en marzo, a un año de su puesta en marcha, ya esté al 100%.

Aunque dice que para Mapa no han tenido problemas de abastecimiento de madera hasta ahora, sí han reconocido que es un tema de preocupación permanente, lo que los ha hecho “más agresivos comercialmente y también ha significado que han bajado las exportaciones”.

En este contexto, advierte: “Chile tiene un problema de abastecimiento tanto de pino como de eucalipto, en el corto, mediano plazo, dados los incendios y las usurpaciones de terrenos y robos de madera en La Araucanía y la provincia de Arauco. Y la falta de nuevas plantaciones y de incentivos para pequeños y medianos forestadores, que son reticentes a forestar, especialmente cuando los ciclos son de 12 años para el eucaliptus y de 24 años para el pino. Eso afecta a todo Chile. Nos vamos a encontrar con una situación de estrechez por los próximos tres a cinco años”.

Y aprovecha de hacer un llamado: “Chile requiere plantar más árboles para sostener la industria y para cumplir con sus metas de reducción de carbono”.

Finanzas desafiadas

A septiembre, Arauco llevaba pérdidas por US$274 millones. El año pasado a igual fecha, sumaba ganancias por US$882 millones.

La explicación de estos históricamente magros resultados viene de ambas líneas de negocios, sumado a un impairment (reducción permanente en el valor de un activo) de más de US$70 millones, debido al cierre de la planta Licancel, y a los daños por los incendios.

En celulosa, la gran inversión en la planta Mapa elevó los costos. Además, entraron nuevas plantas de celulosa en el mundo que ocasionaron sobreoferta, entre otras la de la misma Arauco, y la demanda por celulosa bajó, en especial por China. “Tenemos costos más altos por la puesta en marcha de Mapa y precios más bajos por sobreoferta en el mundo”.

De hecho, el precio de la fibra corta cayó hasta cerca del 50% entre un año y otro, pues en 2022 llegó hasta más de US$800 la tonelada y en 2023 perforó los US$500 hacia abajo.

Esta semana, los precios de la celulosa en fibra corta fluctuaban en torno a los US$540 la tonelada.

Y en madera, este año bajaron los ingresos, pero se comparaban con un 2022 récord en precios y ventas, gracias a la recuperación económica global pospandemia.

Este año, en los principales mercados había alta inflación, alzas de tasas e incluso expectativas de recesión. Por eso tomaron la decisión de producir menos para no enfrentar acumulación de inventarios. “Lo que tengo que cuidar es mi costo variable. Entonces, disminuyo mis costos variables produciendo menos. Y soy capaz de absorber los costos fijos. Ahora, así y todo, el resultado de maderas del 2023 está por sobre los años promedio del pasado”.

Charles Kimber.

Un 2024 más auspicioso

En la segunda mitad del 2023 se vio un repunte en las compras chinas y en los precios internacionales de la celulosa, lo que pareciera dar señales de un escenario de demanda y de precios “más estable” para el próximo año, dice Kimber, quien no quiso dar proyecciones de valores para la pulpa. Sólo aclaró que los costos de la compañía van a bajar, debido principalmente a que su planta Mapa estará operando al 100% de capacidad.

“Somos positivos con respecto al próximo año. Sin duda vamos a tener mejores resultados el año 24. Nuestros resultados van a ser positivos, no negativos como han sido este año”, promete.

“Hemos hecho los ajustes necesarios para que así sea. Estamos confiados de que, a pesar de tener un entorno competitivo todavía complejo, estamos en una mejor posición competitiva para ganar esos partidos que nos va a tocar enfrentar”.

Resultados positivos el próximo año, pero ¿cuánto? ¿Es distinto una utilidad de US$1 millón a una de US$ 1.000 millones?

-No te puedo dar un número, pero sí te puedo decir que tenemos un plan de desarrollo para los próximos 15 años que requiere generar utilidades y Ebitda (flujo de caja operacional) similares y mejores a los que hemos hecho en los últimos dos años, por encima de los US$2.000 millones de Ebitda.

Subieron su leverage, ¿la deuda de corto plazo es preocupante?

-No, en absoluto. Estamos preparados para hacer frente a todas nuestras necesidades de deuda y, de aquí a un año, vamos sin duda a mejorar nuestras ratios de deuda patrimonio y deuda Ebitda.

En cuanto a inversiones, el próximo año Arauco pretende invertir del orden de los US$ 1.200 millones en 2024, una cifra similar a la de este año, que estuvo un poco distorsionada por la inversión para concluir Mapa.

De ese monto, US$700 millones irán a lo que llaman business as usual, es decir, en la operación del día a día.

Y los restantes US$500 millones, a proyectos nuevos, como una planta de planchas de madera OSB de US$200 millones y un parque eólico en Chile, una planta de tableros MDF en Zitácuaro, México, y una modernización de su planta en Misiones, Argentina.

Y entre los proyectos más grandes, la gran apuesta está en Brasil.

Arauco está presente con bosques en ese país desde hace más de 20 años y planta entre 40 y 50 mil hectáreas al año. Ahora pretende levantar una megaplanta de celulosa junto al río Sucuriú, donde será vecino de otras plantas de celulosa de sus rivales, en el estado de Matto Grosso do Sul.

La enorme instalación costaría US$3 mil millones para una primera etapa que produciría 2,5 millones de toneladas, aunque se piensa en una segunda etapa de otros 2,5 millones de toneladas.

“Hemos presentado un proyecto para obtener una licencia ambiental y social y, en paralelo, estamos haciendo los estudios de ingeniería, económicos y financieros para llevarlo en algún momento a decisión del directorio”, cuenta Kimber.

La licencia la otorga el gobierno estadual y Arauco espera que se apruebe a inicios del primer trimestre del 2024.

Incendio forestal en la Octava Región.

“Chile no aguanta incendios como los de 2023″

Los incendios forestales de la semana pasada fueron un anticipo de lo que muchos creen que ocurrirá durante el verano que se avecina. Porque la amenaza del fuego sobre los bosques se hace cada vez más inminente ante factores que lo favorecen, como el drástico ascenso de las temperaturas, señal inequívoca del fenómeno de calentamiento global, la gran cantidad de pastizales producto del año más lluvioso que tuvimos, y pronósticos de vientos mayores y sequedad del suelo.

Por eso, Kimber anticipa una temporada muy desafiante. Aunque su esperanza es que entre diciembre y febrero no se repita el dantesco escenario de inicios de este año, cuando murieron 26 personas, 2.500 casas se quemaron y 440 mil hectáreas fueron consumidas por el fuego. “No podemos repetir la situación del 2023. El sector forestal chileno y Chile no aguantan una situación como esa. Se está trabajando bajo esa hipótesis”.

Arauco calcula una inversión de al menos US$50 millones este año para prevención y combate de incendios, pero habitualmente el monto varía ex-post en función de la intensidad del combate de la temporada. Para el verano pasado, tenían un presupuesto parecido y terminaron gastando US$82,4 millones.

Dice que existe un trabajo conjunto con las demás empresas y las autoridades para evitarlo. El problema es que las condiciones han variado tanto que las perspectivas no son auspiciosas: “Estos incendios son de sexta generación, que se han visto en Grecia, España y Canadá. Antes se hablaba de cuarta generación, que era del 30 (grados de temperatura), 30 (kilómetros por hora de velocidad de viento), 30 (de humedad del aire); ahora hablamos de 70, 40, 10: 70 km/h de velocidad del viento, 40 grados de temperatura y 10% de humedad. Eso hace que un incendio viaje mucho más rápido, cause mayor daño y sea mucho más difícil de controlarlo”.

“Chile se ha preparado para enfrentar esta temporada de una manera de que no se vuelvan a repetir los incendios de los años anteriores”, dice esperanzado. “Ahora, eso va a requerir no solamente del esfuerzo que han hecho las empresas y el Estado, sino también de un comportamiento cívico distinto. No podemos realizar quemas, fogatas, y tenemos que reducir la intencionalidad. Es fundamental apagar un incendio dentro de los primeros 12 minutos y cuando tenga menos de 5 hectáreas de daño”.

Atentado incendiario contra camiones que transportan madera de las empresas forestales en La Araucanía.

¿Conflicto en La Araucanía?: “Tenemos expectativas de que va a mejorar”

Arauco habla menos que su rival CMPC sobre el conflicto en La Araucanía, pese a haber sufrido ataques y tener instalaciones cerca de la llamada zona roja. Este año, los atentados han bajado en número e intensidad, según el gobierno, pero la situación está lejos de resolverse. Aunque la Comisión para la Paz y el Entendimiento, creada en junio por el Ejecutivo, parece ser una esperanza.

En La Araucanía, ¿ustedes creen que la situación va a mejorar o a empeorar?

-Tenemos expectativas de que va a mejorar. Ha sido un muy buen paso que se haya creado una Comisión de Paz y Entendimiento, porque es un reconocimiento de que esta es una labor primordial del Estado de Chile. A través de esta comisión, creo que vamos a generar mayor conocimiento de cuáles son las condiciones, necesidades, precariedades y demandas, como también las oportunidades en el territorio. Va a ser un análisis más objetivo, y en el cual empresas como las nuestras estamos disponibles para concurrir con información, ideas, propuestas, que ayuden. Por otro lado, vemos que hay una actividad delictual, crimen organizado, y hemos visto que las policías y el Ministerio del Interior han hecho un mejor trabajo.

Ustedes dicen que tienen ideas, ¿cuál es, entonces, a su juicio, la vía de solución?

-Es muy sistémica. En encuestas, te das cuenta que la gente quiere seguridad, educación, trabajo, mejor infraestructura, respeto, y en ese orden aparece tierra. Sin duda, las prácticas ancestrales mapuches tienen que tener tierra, y a medida que crece la población, y tienen menos tierra, tienen una dificultad para desarrollarse. El Estado tiene que pensar de manera inteligente este tema, distinto al aplicado hasta ahora, pues se ha entregado una cantidad de tierra importante, 500 mil hectáreas.

¿Ustedes han traspasado tierras?

- Hemos traspasado 5 mil hectáreas y hay un número similar en discusión de más de 10 años. Estamos dispuestos a entregarlas.

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