Aspice, Respice, Prospice




El 29 de noviembre se celebró, como ya es tradicional, el encuentro empresarial de Enade. Este año el título era sugerente: Aspice, Respice y Prospice. La invitación era a observar el presente, mirar el pasado y anticipar el futuro. Hubo algo del presente, con un sesgo hacia lo que los empresarios querían escuchar, y poco y nada del pasado y del futuro. Sin duda, Enade 2012 quedó en deuda.

Con excepción de algunos, la elite empresarial no asistió al congreso. Tampoco lo hizo la sociedad civil (el precio era una restricción para ello). Las presentaciones estuvieron dentro del marco de lo políticamente correcto y la audiencia algo pasiva. Hubo poca sustancia y escaso diálogo. Por otra parte, estos encuentros han sido considerados en general como espacios para poder hacer contactos o networking entre los distintos actores. Tampoco hubo mucho de eso. Las nuevas tecnologías y las redes sociales (ejemplo, LinkedIn) te permiten encontrar a las personas con las cuales uno quiera relacionarse o buscar oportunidades de negocio. De alguna u otra manera ya no es necesario ser parte de un club selecto. En definitva, si el año pasado lo que quedó fue la fuerte crítica al modelo realizada por Mayol, este año predominó la defensa del modelo encarnada en la intervención de Vargas Llosa.

El ataque o defensa del modelo es una discusión que se acaba rápido, que nos ubica en el marco del negro y el blanco. Hoy hemos descubierto los grises y también que los blancos y negros tienen matices. Es en esos ámbitos donde tenemos que conversar.

Lo cierto es que “el modelo” es algo complejo. Por lo tanto, no se trata de una pelea entre unos y otros, sino de generar consensos. Eso debería ser Enade, una búsqueda constante de entender mejor el presente mirando el pasado y anticipando el futuro. Y para eso hay que hacer algunos cambios estructurales: debería haber más diálogo, aceptar preguntas no sólo de los asistentes, sino de todos aquellos que están siguiendo la reunión por streaming, las presentaciones deben ser cortas y atractivas, con mensajes claros y potentes, con enseñanzas y aprendizajes, y sobre todo con cuestionamientos. Debe ser un espacio donde se pueda aprender de las crisis, y con lo que hemos vivido en el último tiempo tenemos mucho que aprender (Castilla, Freirina, La Polar, fallos de libre competencia, etcétera). No debe ser un lugar donde estén preocupados del aplausómetro de las presentaciones ni uno donde se diga lo que la audiencia ya conoce. Hay que buscar algo diferente. Esto porque las maneras de influir cambiaron y Enade también nos demostró esto. Parecía que lo novedoso estaba muy cerca de CasaPiedra, al otro lado del rio, en el Parque Bicentenario. Donde los ternos y las corbatas así como las formas importaban poco. El discurso de Al Gore no era diferente en el fondo a lo que buscaba la Enade, pero la forma de hacerlo fue totalmente diferente y el efecto y la viralización también lo fueron.

Si queremos llegar al desarrollo, no sólo medido como PIB per cápita, sino tambien por calidad de vida, necesitamos al mundo empresarial. Cada día se hace más evidente la importancia que tienen las empresas no sólo como actores económicos, sino también como actores sociales y políticos. Porque ya no basta con generar empleo y maximizar el valor de los accionistas (Longueira lo dice claramente: “Las empresas no pueden pensar que sólo por crear empleos tienen licencia para todo”). Las empresas deben ir más allá del negocio tradicional. Pensar en clave país implica que los distintos actores participen en el proceso de formulación de las políticas públicas. En esta misma línea la trilogía gobierno, sociedad y empresa deben articularse y acordar lugares en los cuales las discrepancias sean transformadas en oportunidades. Por eso es que necesitamos ejecutivos dispuestos a avanzar en temáticas no triviales, como la desigualdad, la energía, la desconcentración del poder y comprometidos con las políticas públicas. Necesitamos que las asociaciones gremiales, como lo fueron en su momento la Sofofa o la CPC, vuelvan a ser influyentes.

El mundo empresarial se la tiene que jugar como lo han hecho algunos, hay que salir a la calle, generar procesos de diálogo y de escucha, atreverse a disentir, que más allá de las ideologías hay que analizar lo que dice la evidencia empírica y estar dispuestos a buscar consensos. Existen muchos estudios que han demostrado que los equipos de alto rendimiento así como los grandes cambios se logran en ambientes multidisciplinarios, lo que -entre otras cosas- implica personas que ven los problemas y oportunidades desde distintos prismas y que, por lo tanto, pueden encontrar soluciones innovadoras. Debemos buscar más espacios para lograr esto.

Necesitamos avanzar, las alianzas público-privadas van en la dirección correcta, pero en general se hacen con el gobierno. Debemos buscar alianzas con la ciudadanía y para eso al igual que en los negocios debe haber confianzas. Mientras éstas no se construyan estamos lejos de los procesos de co-creación y colaboración que necesita nuestro país. Para esto importan la forma y el fondo. El relato así como las acciones son importantes y la sensación que queda después de Enade 2012 es que todavía nos queda mucho camino por recorrer.

*El autor es director de desarrollo, Facultad Economía y Empresa, UDP.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.