Esta plancha a vapor hizo que me dieran ganas de usar camisas

Esta plancha a vapor hizo que me dieran ganas de usar camisas

Quienes detestan planchar, encontrarán en este pequeño aparato Philips una conveniente alternativa: no es caro, es cómodo y saca las arrugas sin necesidad de tablas ni mayores complicaciones.




Así como confesaba hace unos meses mi resistencia a usar zapatos —pero sí zapatillas—, hoy me veo forzado a revelar otro de mis ridículos pero innegociables principios de vestuario: no uso camisas.

Después de doce años de escolaridad, que significaron pasar más de ocho horas diarias abotonado, con puños atenazadores y un cuello sofocante sosteniendo una corbata, la mayor demostración de libertad era no volver a usar jamás una prenda que además debía plancharse antes de ser vestida.

Ese sacrificio, el de destinar largos minutos parado frente a una tabla, con un aparato ardiente y peligroso, pasándolo sobre la ropa en complicados ángulos —nunca descifré cómo planchar los hombros— mientras el vapor convierte el momento en una pesadilla tropical, me parecía y me sigue pareciendo absurdo.

Compacta, esta plancha puede guardarse fácilmente y cabe en cualquier maleta.

Por eso, aparte de matrimonios y funerales, eludí siempre el uso de camisas, inclinándome en cambio por poleras con cuello polo, beatles o camisetas negras, que consiguen verse sobrias y dignas en casi cualquier circunstancia, sin otro esfuerzo que doblarlas con prolijidad una vez que están secas (actividad que se puede hacer sentado, incluso viendo un compacto de goles en la tele).

Pero como planchar es inevitable, incluso para mí —todos los años hay alguien a quien se le ocurre casarse o morirse—, contar con un electrodoméstico que haga más leve esa tortura resultó toda una revelación. Eso fue lo que logró esta plancha de vapor portátil Philips.

Sin tabla ni peligros

Para mí, la mayor virtud de este modelo, que técnicamente se llama STH1010/10, es que no necesitas de una tabla de planchar para usarla. Algo que la mayoría de quienes viven en estrechos departamentos no tienen.

Para conseguir este gran avance civilizatorio, lo que hace es tomar el agua —que se coloca en un pequeño depósito de 85 ml que va en la base—, convertirla rápidamente en vapor —se demora apenas 35 segundos— y, tras apretar un botón, dispararlo suavemente sobre la ropa.

Por esos orificios sale el vapor. No haga como en la foto: apuntar al cuerpo es justamente lo que no se debe realizar.

La plancha tiene un largo cable, de unos 160 cm, suficientes para funcionar con comodidad. Al enchufarla, se enciende una luz anaranjada, que está en la parte superior; cuando se apaga, significa que el vapor está listo para salir. Poco rato después volverá a encenderse: eso significa que hay que dejar de usarla por unos segundos y esperar a que se apague nuevamente.

Así, no hace falta ni humedecer la prenda ni tampoco esperar a que la plancha esté bien caliente. Lo único que hay que hacer es colgar la arrugada camisa/blusa/chaqueta/pantalón/vestido/falda/etc de alguna manilla —las del closet siempre funcionan bien— o disponerla sobre la cama, y luego pasar la pequeña plancha sobre ella.

Como este aparato en sí mismo no gana temperatura, el riesgo de quemar la ropa no existe, pues el vapor no le hace daño a los textiles. También disminuye mucho el peligro de quemarse uno mismo: a menos que apuntes y dispares la plancha directamente contra tu cuerpo, las posibilidades de hacerse una herida son casi nulas.

¿Cómo queda la ropa?

Aunque apenas las uso, igual tengo camisas en mi armario. Y cuando tuve que sacarle las arrugas a una, esta plancha logró su cometido. Solo tuve que colgarla, pasarla hacia abajo con una mano, estirar la ropa con la otra, y listo.

Como en la caja también se incluye un guante, que protege del calor del vapor, es fácil ir estirando la prenda desde sus extremos para que las arrugas vayan desapareciendo. Una polera que llevaba varios meses sin usar también quedó como recién salida de la lavandería en apenas un par de minutos.

Ese círculo rojo no es una cámara de vigilancia: es la luz que indica si el vapor está listo para planchar.

A los puristas del planchado este producto de seguro no los cautivará. Desde un colgador es difícil que llegue a todos los rincones —especialmente cuellos y puños— y quizá planchar varios kilos de ropa con ella no sea la opción más cómoda ni eficiente.

Pero para quienes decidimos vivir una vida sin planchar y solo necesitamos, ojalá casi nunca, borrar un par de arrugas puntuales sin mayor hastío, un aparato como el de Philips —que además no es muy caro— es toda una bendición.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 5 de diciembre de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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