Viaje a la cabeza de un barrista

Líder de la Garra Blanca durante la última década, icono del barrismo chileno y la violencia en el fútbol y nexo de Ruiz Tagle en el Caso Colusión del Confort. Una hora de conversación con quien, vestido de ciudadano corriente y con impecables modales de ejecutivo, no parece Pancho Malo.




A primera vista, cuesta esfuerzo creer que el tipo que está sentado en este momento en la terraza del Café Tavelli de Providencia sea el barrista más temido del país. Ataviado con una impoluta camisa de color rosado, bloc de notas en mano y mirada serena, Francisco Muñoz parece tratar, en vano, de despojarse de su propia sombra. Pero no puede. Porque tras su cuidada apariencia, su correcto discurso y su indudable capacidad oratoria, subyace siempre la figura de Pancho Malo, el responsable, durante la última década, de la dirección de  una de las barras más radicales y violentas del fútbol chileno, la Garra Blanca.

Hijo único de una familia de clase media, Pancho Malo ingresó muy joven a la facción más popular de la barra colocolina, en 1992, pero tardó poco más de una década en convertirse en uno de los líderes de su sector más radical. Los principales ingredientes de su meteórica ascensión, dice, fueron su activismo y su carisma, "la oratoria con la que los grandes líderes de la historia han sido capaces de envolver a la masa y guiarla en una dirección determinada".

Un líder, sin embargo,

procesado por asesinato en el año 2000

, por un crimen que no duda en reconocer: “Yo nunca he ocultado mis antecedentes. En el año 2000 enfrenté un proceso por homicidio, que fue una situación anexa a la barra, en el marco de una fiesta, en defensa de un tercero. Por eso sufrí tan solo una libertad vigilada de cinco años como condena”, explica. Pero a propósito de los otros escándalos con los que ha sido vinculado (como el de

ser el autor intelectual del asesinato de un barrista en Rancagua, en 2013

), el ex líder de la Garra Blanca maneja otras tesis: “Yo estaba en el estadio aquel día, pero ni salí del recinto ni di una orden de ningún tipo al respecto. La persona que salió perjudicada (Francisco Figueroa, alias Mero Mero) no representaba ninguna amenaza para mí, ni había tenido con él ningún problema.

Fue el gobierno de Piñera el que me trató de vincular con eso, pero ni siquiera fui procesado

”, sostiene.

Para el otrora dirigente de la barra colocolina, quien no titubea a la hora de definirse a sí mismo como

“un referente del barrismo chileno”

, la violencia nunca ha sido el modus operandi de la Garra Blanca. Salvo en algunos supuestos: “En algún momento sí que practiqué la violencia, porque nunca me han gustado los abusos.

Cuando veíamos a gente robar o traficar al interior de la barra no lo podíamos combatir con una reacción pacífica

. No los íbamos a linchar, pero tampoco podíamos mostrar complicidad con eso.

Nunca di una orden de matar a nadie

. Las peleas al interior de la barra eran a los combos”, manifiesta.

Con su ingreso a los recintos deportivos restringido desde la entrada en vigor del Plan Estadio Seguro, Pancho Malo  asegura ahora aspirar a metas más importantes: “

La barra es una etapa superada. Estoy para cosas más grandes. Para ser presidente de la ANFP o para ser presidente de Colo Colo

. Los estatutos no me lo permiten hoy en día pero mi ofrecimiento está ya arriba de la mesa.

Ya presenté mi proyecto con 15 puntos. En la ANFP sería la voz de los hinchas

”, argumenta, antes de apurar de un trago su jugo de frambuesa, como si su turbio historial no fuera una losa.

La candidatura de Pancho Malo a presidir el máximo organismo del fútbol criollo parece, a primera vista, un disparate. Sin embargo,  asegura, su proyecto es viable:

“Cuento con un fondo de inversión extranjero que si asumo la presidencia

me apoyará inicialmente con 100 millones de dólares

”, apunta, antes de disparar sin compasión contra buena parte de los ex directivos de Blanco y Negro a los que conoció personalmente. Contra todos, salvo uno, Gabriel Ruiz-Tagle, con quien -remarca- “la relación fue siempre la normal entre un jefe de barra y un presidente de entidad”.  Del resto, y también del propio Tagle, el barrista de 36 años asegura haber recibido financiamiento “porque los estatutos del club estaban obligados a ayudar económicamente a su barra”. Pero nunca sobornos, dice: “Al señor Hernán Levy  (presidente de ByN entre 2011 y 2012) le rechacé un maletín con 30 millones de pesos, que me ofrecía para que no iniciáramos protestas contra él, porque para mí el dinero no es un fin, es un medio”.

Un medio en el que, en virtud de su actual situación financiera, se ha sabido mover como pez en el agua el más longevo líder en la historia de la Garra Blanca: “

Hoy trabajo asesorando personas en el extranjero y tributo en diferentes países porque el fútbol me dio una cantidad de redes importantes que ayudan mucho

. No necesito un peso para vivir en Argentina, por ejemplo. Ni en Argentina ni en muchos otros países, porque conozco muchas personas, personas importantes, gente que me estima y me respeta”, afirma.

A las gratificaciones recibidas de parte de las diferentes corporaciones de Blanco y Negro como líder de la barra, Pancho Malo prefiere no referirse (“yo tenía otros canales, personas en el mundo privado, en diferentes aristas del país y no sólo en Chile que me hacían aportes”, señala), porque, asegura,

todo lo revelará en el libro que está escribiendo: “Yo estoy escribiendo un libro sobre Blanco y Negro y muchos van a tener que dar explicaciones. El material ya lo respaldé en el extranjero, porque conozco los trucos y lo que pueden intentar hacer.

No voy por nadie en general, voy contra el modelo”, advierte, a modo de amenaza, antes de fundirse en

un cálido abrazo con Carlos Caszely

, ídolo colocolino que casualmente acaba de ingresar también a la terraza del Café Tavelli. Como dos amigos que hace tiempo que no se ven. Luego, se retira con el aspecto de ciudadano corriente que también transmite durante la conversación y que tanto contrasta con quien arrastra el peso de haber atemorizado y sometido la grada ultra del Monumental, sus camarines y hasta sus despachos durante la última década.

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