Reúnen las novelas de Marlowe, el detective que consagró a Chandler

Icono del detective privado solitario, Philip Marlowe fue el personaje que creó Raymond Chandler para espiar el mundo criminal de Los Angeles.




"Si alguna vez llegan a dejarme tieso en una callejuela oscura, como puede pasarle a cualquiera en mi trabajo, nadie sentirá que ha desaparecido el motivo y fundamento de su vida", dice Philip Marlowe. Solitario, cínico, alcohólico y fumador, por 25 dólares al día el detective privado recorre las cloacas de Los Angeles buscando asesinos, chantajistas y policías corruptos. Va con sus propias reglas. Marlowe fue la gran creación de Raymond Chandler (1888-1959): no sólo lo sacó de una vida gris para situarlo en el centro de la escena policial americana, fue su aliado para cruzar los límites de la novela negra y convertirse en un clásico de la literatura del siglo XX.

Delineado en varios cuentos de mediados de los 30, Marlowe debutó con propiedad hace 70 años en la novela El sueño eterno. Hasta su muerte, Chandler seguiría viendo a través de sus ojos el submundo americano de mediados del siglo pasado. A modo de conmemoración de las siete décadas de Marlowe y los 50 años de la muerte de su creador, la editorial española RBA publica un volumen con todas las novelas protagonizadas por el detective: mil 400 páginas de crímenes, rubias fatales, soledad y alcohol en California.

Conformado por siete novelas (El sueño eterno, Adiós, muñeca, La ventana alta, La dama del lago, La hermana pequeña, El largo adiós y Playback) y dos cuentos (El confidente y El lápiz), el volumen reúne 20 años de trabajo y negaciones: un año antes de morir, Chandler le dijo a Ian Fleming que quizás era el mejor escritor de EEUU, pero que pocos lo tomaban en serio.

Nacido en Chicago y con estudios en Inglaterra, por un tiempo fue contador, pero su alcoholismo lo traicionó. Bien pasados los 40, Chandler empezó a publicar. Necesitaba dinero  e imitó los cuentos de la revista Black Mask. Puso a Marlowe a buscar chantajistas de millonarios, bailarinas exóticas, esposas desaparecidas y actrices frustradas en los bajos fondos de Los Angeles y la trastienda criminal de Hollywood. Puzles plagados de sangre que Chandler llevaría a otro nivel en El largo adiós, donde Marlowe involucra su amistad en una trama de engaños y asesinatos.

Como anotó Ricardo Piglia, Marlowe -al igual que el Dupin de Edgar Allan Poe- tiene un pie en la ley y otro en el crimen, pero mira la sociedad desde fuera: necesita ser un marginal "para ser capaz de detectar las tensiones de la sociedad". Acaso Chandler también lo era: tuvo pésimas relaciones con las mujeres, arrastró una depresión e intentó suicidarse. El alcohol no le servía. Marlowe lo sabía: "Dejé la copa sin tan siquiera probarla. El alcohol no era la solución. Nada era la solución, excepto tener un corazón endurecido que no pidiera nada a nadie", dice el detective en Playback.

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