La autocracia se volvió a tomar Egipto, pese a la Primavera Arabe

La revolución de 2011 y el corto gobierno de Mohamed Morsi fueron sólo un paréntesis.




Forzar la salida del hombre que había gobernado Egipto durante 29 años fue la principal meta de las protestas que a partir del 25 de enero de 2011 dieron paso a la llamada "Revolución egipcia". Bastaron tan sólo 18 días para que el Presidente Hosni Mubarak dimitiera al cargo desde el cual gobernó con mano de hierro mientras a su alrededor florecía la corrupción y empeoraban las condiciones de vida de los más de 80 millones de habitantes del país, 25,2% del cual vive bajo la línea de la pobreza. Lejanas suenan hoy las voces que clamaban reformas democráticas y tras una interrumpida experiencia en ese sentido, Egipto vuelve sobre sus pasos de la mano de un militar en retiro.

La transición que siguió a la renuncia de Mubarak finalizó el 30 de junio de 2012 con la llegada de Mohamed Morsi al poder, quien así se transformó en el primer presidente electo democráticamente en la historia moderna egipcia. Sin embargo, poco duró el romance con Morsi, apuntalado por el Partido Libertad y Justicia (fundado por los Hermanos Musulmanes). Su apoyo se fue disipando conforme se profundizaban los problemas económicos y se multiplicaban los esfuerzos para dotar de poder a los islamistas en un país de tradición más bien laica. Las protestas volvieron y el 3 de julio de 2013 Morsi fue derrocado por el poderoso Ejército, acción que contó con el apoyo de las fuerzas políticas liberales y seculares.

Desde entonces, el hombre fuerte de Egipto es el mariscal (R) Abdel Fatah al Sisi, electo presidente en mayo pasado tras servir como figura clave en el Ejecutivo que siguió al golpe contra Morsi, período en que, además, los Hermanos Musulmanes fueron perseguidos y declarados como "grupo terrorista".

Para algunos, Al Sisi, quien asumió el 8 de junio, es la llave para lograr la estabilidad tras la Primavera Arabe; otros, en cambio, manifiestan su preocupación sobre la posibilidad de que "él represente un retorno al Estado de seguridad autoritario que prevaleció durante (la era de) Mubarak", según sostiene la cadena británica BBC.

A nivel económico el panorama del país más poblado del mundo árabe no es auspicioso. Las arcas fiscales languidecen y sectores estratégicos, como el turismo, siguen mostrando cifras negativas.

Como parte de sus reformas y en una acción interpretada como un guiño a los organismos económicos internacionales, los inversionistas y sus aliados, el Presidente Al Sisi ordenó recientemente una disminución de una parte de los amplios subsidios estatales, que en conjunto consumen alrededor de un tercio del presupuesto nacional. La impopular medida, que podría traducirse en una nueva ola de protestas, implicó un aumento de hasta un 80% en el precio de algunos combustibles.

Adicionalmente, Al Sisi anunció faraónicas obras de infraestructura, como la construcción de un nuevo canal de Suez, la edificación de la primera central nuclear y la ampliación en un 10% de la superficie agrícola, ganándole terreno al desierto, según consigna el diario español El País. El primer ambicioso proyecto quedó bajo la conducción del Ejército, cuyos intereses sumarían cerca del 40% de la economía egipcia, según el diario británico The Guardian.

En el intertanto, el gobierno de Al Sisi continúa su batalla política y de seguridad contra los islamistas.

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