Escritor francés: "Una novela es un intento de construir un mundo cerrado y coherente"

Jérôme Ferrari, novelista ganador del Premio Goncourt 2012, participa hoy en el festival Puerto de Ideas de Antofagasta.




En el año 410, tras el saqueo de Roma por los visigodos, San Agustín pronunció un sermón en que postulaba la inevitable decadencia y caída de las empresas humanas, imperios inclusive. La novela con la que Jérôme Ferrari ganó el Premio Goncourt 2012, El sermón sobre la caída de Roma, alude a San Agustín, pero se trata del desplome de un mundo más pequeño.

Jerôme Ferrari (París, 1968) estudió filosofía, es de familia corsa. Ha pasado los últimos años entre la isla de Córcega y dos países árabes: Argelia y los Emiratos Árabes (Abu Dhabi).

En El sermón sobre la caída de Roma, dos amigos dejan sus estudios de filosofía en París y deciden regresar a un pueblo de Córcega en el que pasaron parte de su infancia para regentar un bar: Su historia se alterna con las de personajes como el abuelo de uno ellos, cuya vida ha transcurrido junto al imperio colonial francés en Africa.

La novela anterior de Ferrari, Donde dejé mi alma, tiene lugar en Argelia, durante tres días de 1957, en plena rebelión independentista. Dos personajes: uno de ellos ama y odia al otro, el cual siente fascinación por el jefe del ejército rebelde y se une a la aceptación progresiva del uso de la tortura. Su última novela, El principio, se inspira en la figura de Werner Heisenberg, Nobel de Física que postuló el "principio de incertidumbre", y en su relación ambigua con el régimen nazi. La obra es, en parte, la requisitoria al físico de alguien que estudió filosofía y vive en Abu Dhabi. Alguien que alguna vez tuvo que comentar un texto de Heisenberg que no había leído.

Córcega, Argelia, Abu Dhabi. La novelas de Ferrari tienen lugar (al menos en parte) en los sitios que ha vivido. "Sí, es un hecho", dice. "Necesito, por lo menos desde un punto de vista geográfico, conocer los lugares en los que sitúo mis novelas. Siempre temo la falta de autenticidad".

Algo como un "principio de incertidumbre" podría definir toda literatura, ¿no?

El principio de incertidumbre tiene un sentido científico preciso. Pero, sin duda, tiene un interés literario porque se refiere al problema de la fundamental falta de equivalencia entre el lenguaje y la realidad lo que, obviamente, concierne a la literatura.

¿Por qué eligió investigar la vida de Heisenberg?

Mi interés en Heisenberg es muy antiguo. Siempre me ha fascinado la física cuántica, de la que hablé ya en mi primera novela. Heisenberg representa para mí el destino alemán del siglo XX, con todo lo que entraña de trágico.

¿Tuvo que discutirlo sin haberlo leído?

No, nunca he tenido la experiencia descrita en la novela. Por suerte.

¿Llegó a una conclusión sobre su relación con el régimen nazi?

Pienso que a Heisenberg no hay mucho que reprocharle: no fue miembro del partido y no creo que tratase de construir la bomba atómica. Pero esta convicción personal no apareció en la novela. Preferí favorecer la riqueza de la ambigüedad.

¿Hay alguna razón por la que muchos de sus personajes sean de la generación nacida hacia 1900?

Esta generación siempre me ha fascinado, ya que  ha acompañado las conmociones más radicales y más rápidas en la historia de la humanidad. Mi abuelo nació en 1903 y creo que en el curso de su vida vio más cambios que varias generaciones de sus antepasados. Es algo muy novelesco.

La palabra "mundo" es la más repetida en sus últimos libros. ¿Tiene una obsesión con el mundo o los mundos?

Sin duda. La pluralidad de los mundos, sus conexiones, su crecimiento y su fin, siempre me han interesado. En cierto sentido, una novela es un intento de construir un mundo pequeño, cerrado y coherente.

Degorce, el antihéroe de Donde dejé mi alma, aparece en El sermón... ¿Las novelas son algo así como partes de algo más grande?

Solía usar personajes recurrentes en mis novelas. Me gusta la idea de que muchos niveles de lectura son posibles. Se puede leer una novela de manera independiente. Pero si reencuentra al personaje en otra, eso amplía la perspectiva, como si los diversos textos compusieran entre ellos un todo orgánico.

Una frase se repite en dos novelas: que la amistad es un enigma. ¿Qué cree Ud.?

Creo que efectivamente la amistad es un enigma, un hermoso enigma, en la medida que nunca se puede explicar solamente por los gustos o intereses comunes. Ella se construye y perdura a partir de  algo que no es racional y que es, de hecho, la belleza.

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