El desquite de Roberto Parra a 20 años de su muerte

El 21 de abril de 2015 se conmemoran dos décadas de la partida del autor del jazz guachaca y la cueca chora.




El mensaje lo hizo correr el hermano mayor. "¡Hay que hacerlo!/ Por las niñitas y por el país/ grabar toda la música de Roberto Parra", dijo Nicanor a su manera, en uno de sus artefactos.

La familia del cantautor nacional hace ya varios años puso en circulación el mensaje del antipoeta. Así ha rescatado el trabajo musical y literario del mentor del jazz guachaca. Su viuda, Catalina Rojas, estuvo a la cabeza de publicaciones como La vida que yo he pasado, biografía que incluye manuscritos inéditos, fotografías y pinturas, que apareció por editorial Pehuén en 2012.

Ahora, a un año de inaugurarse la Biblioteca Nacional Digital de Chile, entre sus últimos materiales digitalizados están 23 cuadernos de Roberto Parra. "Están las cosas donde tienen que estar", dice Catalina Rojas ante la decisión de entregar los escritos del artista a disposición del público en internet.

Así se podrá apreciar la particular ortografía del músico fallecido, producto de un cáncer, el 21 de abril de 1995. Una antesala a la conmemoración de los 20 años de su partida del autor que decía: "He perdido cerca de 90 guitarras en mi vida". A la digitalización de los cuadernos se sumarán actividades y nuevas ediciones de sus libros.

Nacido en 1921, Roberto Parra trabajó desde pequeño como músico en distintos circos y boliches del sur del país. Con Eduardo conformaron el dúo Los hermanos Parra. Y fue en la década del 50 cuando llegó por primera vez al puerto de San Antonio, en el litoral central.

Como guitarrista se unió a la orquesta del cabaret Luces del Puerto. Pero sería en la boite Río de Janeiro, de la misma ciudad, donde conoció a la mujer que inspiró La negra Ester.

Fue a inicios de los 70 cuando Roberto Parra comenzó a escribir las décimas que darían paso a la obra de teatro dirigida por Andrés Pérez, estrenada en diciembre de 1988 en Puente Alto.

La obra, una de las más vistas del teatro chileno en su historia, transcurre en el puerto. Y será en las paredes de San Antonio donde el artista José Gana Johnson hará una serie de murales inspirados en escenas de La Negra Ester.

El próximo septiembre comienzan los trabajos apoyados por la municipalidad, donde Parra volverá a ser protagonista de la bohemia porteña.

Maestro Pinina

"Parese que voy arreventar como guatapique por meterme en camisa de onse bara. como si esto juera poco mesalio jente al camino el mas discretito nicanor parra", anota el llamado Tío Roberto en Vida pasión y muerte de Violeta Parra.

El volumen, publicado hace dos meses por ediciones Tácitas, muestra su manera de escribir y reproduce algunas páginas de sus cuadernos. Lo mismo ocurrió con el ejemplar Cuecas, que Tácitas reeditará en los próximos meses, tras agotarse el título en librerías.

En esas composiciones se concentran las historias de pellejerías de Parra. Y sus ya clásicas letras como: "Triste fue su destino/ pobre ajuerino... Se apagó la guitarra/ del viejo Parra". También en sus cuadernos dispuestos a través de la Biblioteca Nacional Digital  hay más detalles de la biografía del autor de El desquite. En un cuaderno cubierto con una tapa de papel cartón, anota en versos: "Soy chileno asta los queso/ siembro los campo de trigo/ mais arverja y poroto/ sapallo para los crio".

En ese recorrido de páginas amarillas, algunas manchadas y gastadas por el tiempo, hay fragmentos de sus décimas e igualmente de La negra Ester. La obra, que le permitió viajar por Europa a fines de los 80 junto a la compañía Gran Circo Teatro, le valió el reconocimiento merecido. "Ella me tenía bronca y yo la quería mucho", anota el folclorista, compositor y poeta. Y también asoma en sus papeles el carpintero con el que se ganaba los pesos. Entre los versos hay medidas de ventanas que había que comprar: "Vidrio 55 x 58". Su hermano Nicanor le decía Maestro Pinina. En un cuaderno, Parra habla de: "El circo Pinina. Hoy domingo presenta tres funciones. Matinee, vermut, noche. Veinte artistas de distintos sexos. Caballos y perros amaestrados. Los ases de la risa: Pachango, candadito, Biby y Canarito", escribe nombrando a su hermano menor, Oscar, quien se hacía llamar Canarito en sus actuaciones de payaso. Con esa presentación comienza el relato, recordando el pasado en el sur. Seguirá la crónica de sus años en Santiago, las pellejerías, el guitarreo en la calle, los viajes al puerto y el regreso a casa.

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