Controversia por premio del PEN a revista Charlie Hebdo

Seis escritores de la organización se restarán de la ceremonia, el martes 5 de mayo, por "la intolerancia cultural" del semanario.




No llegó solo al Instituto Francés de Barcelona, España. El escritor galo Michel Houellebecq ayer estuvo acompañado de agentes de la policía francesa para presentar su última novela, Sumisión (Anagrama), lejos su obra más polémica.

"Quizá me equivoqué", dijo con ironía el narrador,  cuyo libro, que imagina a un presidente musulmán el 2022, fue puesto a la venta en Francia el 7 de enero pasado. Ese mismo día la revista satírica Charlie Hebdo se difundía en quioscos con una entrevista a Houellebecq en portada, donde hablaba de Sumisión y su relación con el Islam.

Esa mañana, un grupo de encapuchados armados entró a las oficinas de Charlie Hebdo, en París, y dejó 12 muertos, entre ellos varios miembros de la redacción y su director,  Stéphane Charbonnier.

A menos de cuatro meses del atentado terrorista, Charlie Hebdo vuelve a la discusión pública. Esta vez, luego de que el PEN American Center de EE.UU., organización que reúne a editores y escritores, decidiera otorgar a la revista francesa  el premio a la Libertad de Expresión. El galardón lo recogerán el redactor jefe de la publicación, Gerard Biard, y el ensayista Jean-Baptiste Thoret, el próximo 5 de mayo en una ceremonia en Nueva York.

A pesar de que gran parte de la comunidad literaria mostró su apoyo a la revista, la controversia se encendió cuando seis miembros del PEN anunciaron que no asistirán a la ceremonia: el canadiense Michael Ondaatje, autor de El paciente inglés; los estadounidenses Teju Cole, Rachel Kushner y Francine Prose, ex presidente del PEN; la británica Taiye Selasi, y el australiano Peter Carey, dos veces ganador del Booker. Ellos objetaron la elección aduciendo "intolerancia cultural de la revista, que publica caricaturas críticas con diversas religiones".

El escritor Andrew Solomon,  presidente del PEN, reconoció que la decisión sería controvertida "en algunos aspectos, pero no hubiera creído que este tema despertaría reparos especiales en estos autores".

El novelista Peter Carey precisó que la elección de Charlie Hebdo "rompe con el papel tradicional de PEN de proteger la libertad de expresión (...). Todo esto se complica con la aparente ceguera de PEN ante la arrogancia  cultural de la nación francesa, que no reconoce su obligación moral hacia un amplio y desprotegido segmento de su población", según publicó el diario The New York Times.

En defensa de la revista salió el narrador británico Salman Rushdie, ex presidente de la institución. "Si el PEN, como una organización con libertad de expresión, no puede defender y celebrar a la gente que ha sido asesinada por dibujar viñetas, francamente la organización no merece su nombre", dijo el autor  Los versos satánicos.

Valores y memoria

"Tout est pardonné" (Todo está perdonado) fue la frase que titulaba la portada de Charlie Hebdo a la semana siguiente de los atentados, con una imagen de Mahoma.

¿Quedaban así hechas las paces entre la revista y el Islam? Sin duda, no. Otra provocación de una publicación fundada en 1992.

"Si la sátira no se puede reír de las religiones, ¿De qué se puede reír entonces?", se pregunta Patricio Fernández, director del periódico The Clinic. "Existe para reírse del poder, y toda creencia institucionalizada lo es. Y habría que ver los argumentos para premiar a Charlie Hebdo", agrega.

Suzanne Nossel, directora ejecutiva del PEN, señaló que se premia a la revista por "haber pagado el precio por su ejercicio de la libertad de expresión, y luego haber militado en medio de su devastadora pérdida. Charlie Hebdo merece ser reconocido por su valentía frente a uno de los atentados más nocivos contra la expresión en la memoria reciente".

"Un precedente necesario", cree el ilustrador chileno Francisco Javier Olea. "Está bien hacer un homenaje premiando a la revista para marcar un precedente como algo simbólico y no dejar la oportunidad de recordar que esto no puede volver a pasar. Esto va más allá de contenidos editoriales, esto es sobre coexistencia, libertad y la lucha contra todo tipo de fundamentalismos", dice.

El escritor Mauricio Electorat tampoco concuerda con los disidentes: "Probablemente si en los EE.UU. se prohibieran las cátedras de marxismo o de islamismo, esos mismos escritores pondrían el grito en el cielo en nombre de la libertad de expresión, pero lo que no toleran es la parodia, la ironía, la burla".

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