Con criterio formado

Generalmente son cinco personas las que deciden que una película como 50 sombras de Grey, sea para mayores de 18. El Consejo de Calificación Cinematográfica sólo rotula a un 3% de las cintas con esta alta vara, lo que tiene un costo en taquilla, y hasta puede ser apelable.




Hoy suena lejano pensar en que una película como 50 sombras de Grey pudiera ser censurada en Chile. Pero hace doce años habría sido muy factible. Hasta antes de enero de 2003, el Consejo de Calificación Cinematográfica (CCC) tenía la facultad de censurar material audiovisual destinado a ser comercializado, distribuido y exhibido de manera pública, poder que se arrastraba desde la dictadura. Casos como el de La última tentación de Cristo, La vida de Brian o El último tango en París son algunos de los ejemplos más recordables. Pero a partir de ahí la misión de este organismo quedó limitada a "regular un sistema de calificación para la exhibición de la producción cinematográfica".

Sin censura, una película como 50 Sombras de Grey, la misma que en países como China, Malasia Indonesia y Kenia ha sido prohibida, en Chile puede ser exhibida sin inconvenientes. Pero eso no implica que cualquiera pueda comprar su entrada y entrar a verla. Aunque muchas de las fanáticas del libro opinan que las escenas sexuales han sido suavizadas, igualmente la cinta obtuvo la calificación de mayores de 18, lo que impide que menores de edad puedan ingresar sin alguno de sus tutores legales.

Pese a que 50 sombras de Grey es cine pensado en adultos, esto deja fuera al mercado adolescente; una decisión que, a nivel de taquilla, se vuelve más polémica en casos como el de Los juegos del hambre, que en 2012 fue calificada para mayores de 18 años (una de las más altas para la cinta en el mundo) por contener "alto contenido de violencia".

Esa decisión, de quién puede o no puede ver la película, fue tomada por no más de cinco personas. Según estipula la ley 19.846 sobre calificación de producción cinematográfica, el Consejo debe estar compuesto por 21 profesionales designados por distintas organizaciones y universidades, pero  no todos ven todas las películas.

LOS DUEÑOS DE LA CENSURA

El Consejo funciona como un órgano dependiente del Ministerio de Educación y tiene como objetivo "orientar a la población adulta respecto de los contenidos de la producción cinematográfica y a proteger a la infancia y adolescencia". Por semana, el Consejo sesiona en nueve salas (cada una compuesta por cinco miembros), y cada consejero participa como máximo en dos. En el mejor de los casos, el éxito erótico basado en la novela de E.L. James fue calificado para mayores de 18 años luego de que cinco personas la vieran: para los miembros no es obligatorio asistir a sus mesas (pueden excusarse las veces que quieran) y el mínimo para generar un dictamen son tres personas.

"Se intenta que todos los sectores estén representados, pero en ese afán se incluye a gente retrógrada, desconectada con lo que ven los jóvenes", dice de manera categórica Ricardo Greene, sociólogo de la Universidad Católica del Maule, quien está en el Consejo desde 2013 como uno de los seis representantes del Consejo de Rectores. También apunta al debate que se genera: "El nivel no es muy bueno, pareciera que todos quieren irse rápido".

Eso porque tras el visionado de la película se genera una discusión que, en palabras de varios de sus miembros, puede ir de los 5 minutos a la media hora; tras eso, se vota y en caso de empate el presidente de la mesa tiene la última palabra.

El pago varía en la medida que asisten a la sala ($56 mil por sesión), dinero que se genera, en parte, porque para las distribuidoras no es gratuito el que el CCC le otorgue una calificación a sus películas. Por minuto, la institución cobra 0,048 UTM. Es decir, que la distribuidora de una cinta como El lobo de Wall Street, además de enfrentar una calificación para mayores de 18, tuvo que desembolsar $371 mil, debido a la duración de 3 horas de la película. Las distribuidoras hacen envío de los títulos conforme les llegan las copias y, una vez que se entrega el dictamen, tienen la posibilidad de apelar, algo a lo que recurren con menos regularidad de la que se piensa. Una de las últimas realizaciones nacionales que hizo uso de esto fue Barrio universitario, que fue definida como para mayores de 14 años, pero luego de la apelación fue recalificada para Todo Espectador inconveniente para menores de siete años.

CUESTIÓN DE CRITERIO

Tema aparte son los criterios que se utilizan para ubicar a la película en cada tramo, que no están definidos con detalle en la legislación. En palabras de Ligia Gallegos, lo que existe es un "set de fundamentos de calificación, que son una guía y apoyo para realizar la  calificación cinematográfica". El cineasta Andrés Waissbluth, uno de los dos directores de cine que conforman el organismo, se acerca a definir en base a qué se califica cada película: "Principalmente, violencia física o psicológica, tipo de mensaje y sexualidad". Lo único transversal es que el Consejo procura proteger a los menores de edad. Para Ligia Gallegos, desde 2011 en el Consejo en Representación del Colegio de Profesores, "la misión de la institución es evitar que los niños vean material muy complejo que pueda distorsionar su realidad".

El año pasado solo un 3% de los estrenos fueron calificados para mayores de 18. En el frente a frente con el sistema instaurado con otros países hay diferencias claras. La legislación estadounidense establece mayor rigidez, con películas calificadas para mayores de 14 en Chile, como Perdida y Birdman, recibiendo calificación R, que niega el acceso a la sala a menores de 17 años sin la compañía de sus padres.

En lo que los consejeros coinciden es en que el sistema necesita un cambio, que implique de partida mayor cantidad de tramos.

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