Jason Blazakis, experto en extremismo: “Ha llegado el momento de utilizar un palo más pesado contra los talibanes”

Alumnas afganas al interior de una escuela en Kabul, luego de que les prohibieran asistir a clases. Foto: AP

Según el académico del Instituto Middlebury de Estudios Internacionales en Monterey, "la inmensa mayoría de los eruditos musulmanes afirma que no existe ninguna interpretación religiosa islámica verosímil en la que pueda basarse la exclusión de las mujeres de la escuela". "En pocas palabras, los talibanes practican una violenta misoginia contra las mujeres de Afganistán", sostiene.


Lo que partió como un rumor a través de redes sociales, rápidamente se convirtió en una pesadilla para miles de mujeres afganas el martes pasado. El gobierno talibán, el que regresó al poder luego de la improvisada salida de Estados Unidos de la república islámica en agosto de 2021, imponía una nueva regla: las mujeres no podrían estudiar en las universidades públicas ni privadas, aunque estuvieran cursando sus ramos.

Al día siguiente, una vez confirmada la noticia por las autoridades, un nuevo golpe llegaría, esta vez, contra las niñas. La ya amputada educación escolar -considerando que desde marzo no pueden asistir a la secundaria- ahora terminaba de ser cercenada. Las jóvenes mujeres afganas tampoco podrían ingresar a la educación primaria.

La comunidad internacional condenó, al menos verbalmente, lo ocurrido. Desde la Organización de Naciones Unidas, pasando por Estados Unidos y Reino Unido, calificaron lo ocurrido como una grave afrenta a los derechos fundamentales de las mujeres. Algunos estudiantes masculinos protestaron en las universidades al no presentarse a los exámenes finales, mismas evaluaciones a las que sus compañeras no pudieron asistir por decisión del gobierno talibán.

Afganas protestan por el cierre de las universidades a las mujeres por parte del régimen talibán, en Kabul. Foto: Reuters

La razón de las autoridades para justificar dicha decisión, cree el director del Centro sobre Terrorismo, Extremismo y Contraterrorismo en el Instituto Middlebury de Estudios Internacionales de Monterey (California), Jason Blazakis, es una “errónea interpretación personal del Corán” por parte del líder talibán, Hibatullah Akhundzada. En diálogo con La Tercera, el académico y exfuncionario del Departamento de Estado norteamericano profundizó en la actual situación de la república islámica, así como en las posibles medidas que Occidente podría -y, según él, debería- tomar para hacer frente a esta nueva afrenta hacia los derechos de las mujeres.

¿Qué medidas está llevando a cabo el gobierno talibán contra las mujeres?

En el Afganistán gobernado por los talibanes, las mujeres están impedidas de trabajar o ir a la escuela y están obligadas a someterse a sus maridos o familiares varones, en caso de no estar casadas. Se encuentran atrapadas en sus hogares y solo pueden salir de casa si van totalmente cubiertas y con escolta masculina. Es un modo de vida asfixiante.

¿Bajo qué argumento se está aplicando la norma para prohibir el acceso de las mujeres a las universidades afganas?

Los talibanes sostienen que su decisión de prohibir la escolarización de las niñas se basa en la errónea interpretación personal del Corán por parte del líder talibán, Hibatullah Akhundzada. Es muy importante subrayar que la inmensa mayoría de los eruditos musulmanes afirma que no existe ninguna interpretación religiosa islámica verosímil en la que pueda basarse la exclusión de las mujeres de la escuela. En pocas palabras, los talibanes practican una violenta misoginia contra las mujeres de Afganistán.

Expertos de la ONU han asegurado que el trato contra mujeres y niñas podría constituir un crimen contra la humanidad y que debería ser investigado basándose en el derecho internacional. ¿Sería posible un juicio así?

Efectivamente, se puede argumentar de manera convincente que los talibanes están perpetrando de manera sistemática delitos de persecución por motivos de género. Así que, en efecto, los individuos que están aplicando en Afganistán aquellas políticas orientadas a perseguir a las mujeres afganas por razón de su género, pueden ser enjuiciados con éxito. Sin embargo, es importante señalar que tales procesamientos deberán realizarse caso por caso.

¿Considera que esta medida afecte la ansiada búsqueda por el reconocimiento internacional del gobierno talibán?

Sí, el trato que están recibiendo las mujeres ralentizará, o incluso detendrá, cualquier tipo de reconocimiento de los talibanes como un actor legítimo. La comunidad internacional no debería aceptar a los talibanes hasta que las mujeres puedan ir a la escuela y trabajar.

Amanah Nashenas, una profesora afgana de 45 años, que no podrá ejercer su profesión debido a las prohibiciones del régimen talibán. Foto: AP

Uno de los tópicos centrales de la relación entre Occidente y los talibanes es qué tanto debería inmiscuirse en los asuntos internos de Afganistán, con el gobierno diciendo precisamente que no quieren intromisiones. ¿Cuál es su postura frente a la relación que debería impulsarse?

No, no me parece un argumento convincente. Estos supuestos analistas olvidan que los talibanes desean algo: legitimidad internacional. Si eso es lo que quieren, tendrán que entregar cosas a cambio para ser aceptados por el mundo, y no sólo por Occidente. El “mundo” no le debe nada a los talibanes. Son ellos quienes van a tener que aprender a jugar con las reglas de la comunidad internacional, en caso de que realmente quieran ser aceptados en el club de países de la Organización de Naciones Unidas. Esas reglas incluyen tratar a las mujeres con respeto y dignidad, y los abusos por razones de género no tienen cabida en ninguna sociedad.

En cuanto a las acciones concretas, ¿qué opinión tiene de las sanciones económicas como método de presión política?

En mi opinión, el gobierno estadounidense debería intensificar la presión contra el régimen talibán. El mundo no está haciendo lo suficiente para hacer cambiar de postura a los talibanes en una amplia gama de cuestiones, entre ellas el trato que reciben las mujeres. Parece que el enfoque de la zanahoria no está funcionando con los talibanes. Ha llegado el momento de utilizar un palo más pesado. Estados Unidos, así como la comunidad internacional en general, deben considerar la posibilidad de sancionar a miembros concretos y específicos del régimen talibán por las violaciones de los derechos humanos relacionados con el trato a las mujeres.

En el pasado fue la intervención armada y política, y hoy son económicas. ¿Cree que exista algún otro método mejor para lograr cambios?

Hay muy pocas formas de presionar al régimen talibán. Las respuestas militares son un fracaso, pero no hacer nada tampoco ayuda. Eso deja opciones políticas situadas en un espacio intermedio. Eso significa sanciones económicas, pero también podría significar la intervención de tribunales internacionales y enjuiciamientos.

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