Bob Morris, historiador británico: “El rey Carlos III va a reinar, pero no mandar”

El rey Carlos III saluda a la gente cerca del Lambeth Bridge en Londres. Foto: AP

“En la práctica, todas las monarquías sobrevivientes de Europa son esencialmente repúblicas con un jefe de Estado hereditario”, señala el experto en entrevista con La Tercera.


Investigador de la Constitution Unit del University London College, Bob Morris ha estudiado el desarrollo de las monarquías en el siglo XX y XXI. Junto con Robert Hazell, coeditó en 2020 el libro El rol de la monarquía en la democracia moderna: monarquías europeas comparadas. En entrevista con La Tercera, el historiador británico también comenta el legado de la reina Isabel II y los desafíos del nuevo soberano, el rey Carlos III.

En pleno siglo XXI, ¿cuál ha sido el rol de las monarquías, tanto en Reino Unido como en países europeos? ¿Por qué algunos países las mantienen y otros han pasado a ser repúblicas, como lo hicieron Italia y Grecia en el siglo XX?

Solo ocho monarquías sobrevivieron los efectos de la Segunda Guerra Mundial, y en España fue restaurada más tarde, cuando el régimen de Franco terminó con su muerte. En Italia se acabó la monarquía porque pensaron que había sido muy complaciente con el régimen fascista, y en Grecia, aun cuando la monarquía sobrevivió a una guerra civil muy cruda, al final cayó luego de un golpe militar y dos referéndums, en 1974 y 1976, que resultaron en mayorías muy amplias que pedían establecer una república. Si las monarquías sobreviven o no, eso depende de una diversidad de factores. Una derrota catastrófica en la guerra fue lo que acabó con la monarquía austrohúngara, la alemana y la rusa en la Primera Guerra Mundial. Por el otro lado, aunque en la Segunda Guerra Mundial tanto Bélgica como Dinamarca, Luxemburgo, Noruega y los Países Bajos fueron ocupados, todas las monarquías sobrevivieron. En aquellos casos hubo fuertes reacciones nacionales a estas ocupaciones.

Miembros de la familia real junto con la reina Isabel II en 2018. Foto: AP

En un artículo usted señala que paradójicamente, viendo la lista de los países más democráticos del mundo, compilado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, seis de las primeras 10 democracias son monarquías. ¿Cómo ocurre esto?

Quizás la diferencia entre monarquía y república no debe ser exagerada. Acá, un poeta victoriano, Tennyson, decía en 1863 que Reino Unido era una “república coronada”, mientras que el autor de un celebrado estudio de 1867, Bagehot, la consideraba “una república que se ha insertado en el redil de una monarquía”. En el siglo XVIII muchos europeos miraban hacia Reino Unido, gracias a los cambios ocurridos en el siglo anterior, como una república aristrocrática-noble, y que evolucionó para volverse más democrática desde 1832. En la práctica, todas las monarquías sobrevivientes de Europa son esencialmente repúblicas, con un jefe de Estado hereditario, que provee imparcialidad política y un sentido de continuidad en el vértice de sus sistemas.

¿Cuál es la importancia de la neutralidad política en la supervivencia de una monarquía?

Hoy por hoy, es probablemente el factor más importante. La imparcialidad significa que el jefe de Estado no esté envuelto por el desorden de la política partisana, y que, como resultado, pueda ser aceptado de manera más fácil como jefe de la nación. Pero también es importante el hecho de que las monarquías puedan ofrecer expresiones ceremoniales de Estado, emparejadas con la existencia de una familia viva en la que las distintas poblaciones puedan identificarse con miembros particulares de esta, dependiendo de su edad. Los actos de sucesión, como los que se están viviendo emocionalmente en Reino Unido en este momento, también enfatizan y reafirman la continuidad de una sociedad política y ayudan al pueblo a unirse.

El rey Carlos III saluda desde un vehículo, mientras abandona la Abadía de Westminster luego del funeral de Estado de Isabel II. Foto: AP

¿Qué se puede esperar de la monarquía británica en los próximos años, con el rey Carlos III en el trono?

El rey Carlos va a reinar, pero no mandar. Tuvo un buen inicio, con dos discursos públicos genuinamente emotivos y pensados. A medida que la memoria de su madre se diluya, él podrá establecerse frente a las personas, que por el momento no todas le son favorables, para que lo apoyen. Una prueba será como desarrolla sus planes para tener una familia real activa, cuyo bienestar y rol de servicio en apoyo de la sociedad civil comprenden sus principales funciones. Demasiada familia real podría parecer cara, mientras que demasiado poca le sería difícil prestar atención bien repartida en el colectivo de los 67 millones de británicos.

¿Cuán posible es que algunos países, como Australia o Nueva Zelandia, vayan a remover al rey Carlos III como jefe de Estado? Hace poco, Barbados lo hizo, y el primer ministro de Antigua y Barbuda anunció planes para tener un referéndum al respecto.

La mayor parte de los miembros de la Commonwealth son ya repúblicas y no monarquías. El gobierno de Reino Unido y palacio han dejado claro desde hace tiempo que si el cambio hacia una república formal es un asunto que queda totalmente a la decisión de los países cuyos gobiernos de hace tiempo vienen eligiendo gobernantes. Mencionas a Barbados, que se volvió una república en noviembre, y precisamente ahí, el hoy rey, entonces príncipe de Gales, asistió a las celebraciones para desearle lo mejor a la nueva república. Algunos referéndums han fracasado. Algunas Constituciones de estos países hacen difícil un cambio, ya que necesitan de mayorías especiales que no son fáciles de obtener. Por lo visto, en muchos países está la percepción, entre los votantes, de que un cambio como este no es sino un proyecto de la élite, que no traerá beneficios reconocibles o políticos para la gente. Por lo tanto, es difícil predecir dónde ocurrirá el cambio en una situación en la que los países han tenido durante décadas la libertad en principio de cambiar si así lo deseaban. Se espera que cuando se produzcan cambios, los países permanezcan en la Commonwealth.

El rey Carlos III habla con el primer ministro de Australia, Anthony Albanese. Foto: Reuters

¿Cuál es el legado más importante de Isabel II en sus 70 años de reinado?

La mantención de su estricta imparcialidad política, su integridad personal incontestable, sus habilidades diplomáticas, su resuelta atención a los detalles de la gestión gubernamental para comunicarse efectivamente con los primeros ministros, y su desarrollo del rol de jefa de Estado en los momentos más difíciles. Por ejemplo, su discurso a la nación sobre el Covid fue edificante y alentador de que, como nación, nos aseguraríamos con determinación para salir adelante.

Ha habido dudas sobre el rol de Carlos III como “Defensor de la Fe”. ¿Qué se puede esperar del rol religioso de la monarquía para los próximos años?

Desde 1945, dos procesos sociales conjuntos han llevado a una secularización cada vez mayor, y a la pluralización. Hoy, más del 50% de la población no tiene afiliación religiosa, y los ritos cristianos han caído un montón. A la vez, los practicantes de religiones no cristianas han aumentado, hasta llegar al 9% de la población. La monarquía ha respondido a estos dos cambios de dos maneras. Primero, como príncipe de Gales en los 90, el hoy rey pensó en voz alta, reflexionado sobre el título monárquico de “Defensor de la Fe” -Fidei Defensor en el latín original, otorgado por el Papa en 1517-, y sobre si debería ser o no reinterpretado como “Defensor de Fe”. Esto se entiende como una reacción a la presencia de religiones no cristianas en Reino Unido, junto con señalar una actitud más relajada e inclusiva hacia los cristianos no anglicanos. Segundo, en una reunión ecuménica en el Palacio Lambeth, recibida por el arzobispo de Canterbury en febrero de 2012, la reina, hablando como gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, dijo: “El concepto de nuestra Iglesia establecida es a menudo mal entendido, y creo, comúnmente subestimado. Su rol no es defender el anglicanismo en exclusión de otras religiones. En vez de eso, la Iglesia tiene el rol de proteger la práctica libre de todas las creencias en nuestro país”. El lugar de la religión en la vida pública seguirá evolucionando. Es notable, por ejemplo, que el nuevo rey, en el servicio memorial que tuvo lugar en la Catedral de Belfast, se preocupó de recibir a representantes de todos los grupos religiosos de la provincia.

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