El hombre de la transición: episodios clave de la historia de Belisario Velasco

Belisario Velasco, en foto de archivo.

Colaboró con los cuatro gobiernos de la Concertación y tenía redes políticas y sociales que iban desde el PC hasta el mundo militar.


Tras sobrellevar durante dos años una dura enfermedad, a los 87 años falleció el exministro, exsubsecretario y exembajador Belisario Velasco.

Fue colaborador político de los cuatro gobiernos de la Concertación, con redes políticas y sociales que iban desde el PC hasta el mundo militar.

Fue un persistente opositor al Golpe y al régimen de Augusto Pinochet. Fue director de Radio Balmaceda y presidió el directorio de Revista Análisis. Producto de sus actividades políticas y la promoción de prensa libre fue relegado a Putre durante la dictadura.

La carta antigolpista

Tras el Golpe Militar, el Partido Demócrata Cristiano, que había sido opositor al gobierno de Salvador Allende, optó por el silencio. Mayoritariamente los militantes de la Falange eran partidarios de la intervención militar ante la imposibilidad de una salida política a la crisis.

Sin embargo, había un grupo minoritario en la DC que se oponía a la solución militar. Después del llamado “Tanquetazo”, sublevación militar previa, en junio de 1973, los entonces diputados Bernardo Leighton y Andrés Aylwin habían acordado que si se producía otro intento de golpe se juntarían en la casa de Leighton, quien fue ministro del Interior de Eduardo Frei Montalva. Ese mismo “once” se comenzó a redactar la carta.

La misiva pública, sin embargo, se terminó y se firmó dos días después, el 13, en la casa de Ignacio Palma, hasta donde llegó un grupo de militantes. Entre ellos, estaba un joven Belisario Velasco, cuya firma aparece en la esquina inferior izquierda del documento que tiene el membrete de la Cámara de Diputados.

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El hombre de la transición: episodios clave de la historia de Belisario Velasco. En la imagen, Andrés Aylwin, uno de los 13 firmantes de la carta de rechazo al golpe de Estado.

Inicialmente iban a firmar 16 dirigentes falangistas, pero algunos retiraron su firma por temor a represalias con sus familias. En todo caso, días después hubo otros dirigentes que se plegaron a la misiva.

“Nos amenazaron, nos llegó la información que, si sacábamos algún documento, alguna declaración contraria al Golpe nos iban a fusilar”, recordó años después Velasco en T13 Radio.

“Se redujo el número (de firmantes) y quedamos 13. Claudio Huepe lo distribuyó en la prensa en Chile y a mí me tocó distribuirlo en las embajadas, pero en Chile no salió ni una letra”, recordó el exministro y exsubsecretario.

El primero y el último

Cuando Belisario Velasco (DC) llegó a La Moneda el 8 de marzo de 1990, los carabineros que custodiaban el entorno del palacio gubernamental no lo querían dejar entrar.

Solo tras realizar una llamada telefónica al subsecretario del Interior de la época, Gonzalo García Balmaceda, a quien conocía por reuniones sociales, pudo ingresar a la sede de gobierno. Luego lo recibieron el ministro Carlos Cáceres y el mismo Augusto Pinochet, con quien tuvo una reunión protocolar ese día. La instrucción que le había dado el entonces presidente electo, Patricio Aylwin, era “comportarse como un demócrata” y mantener un estricto trato cordial. “Fue una conversación amable”, recordó en 2022, quien fue el primer funcionario del retorno de la democracia y, a la vez, el último nombrado en dictadura.

A fines del verano de 1990, Velasco había sido designado por Aylwin como subsecretario del Interior, pero debido a exigencias administrativas, tenía que asumir días antes para comenzar los preparativos del traspaso de mando y redactar los decretos de nombramiento de nuevos ministros, quienes debían asumir el mismo 11 de marzo, junto al Presidente.

Después de esa tensa visita a La Moneda, el nuevo subsecretario del Interior asumió el 9 de marzo para conducir uno de los cambios de mando más complejos de la historia reciente.

El hombre de la transición: episodios clave de la historia de Belisario Velasco. En la imagen junto al expresidente Patricio Aylwin y el exministro del Interior, Enrique Krauss.

El fin del régimen militar suponía un cambio de ciclo radical, que no tuvo demasiada colaboración de las autoridades salientes. De partida, los archivadores, que debían contener información de seguridad y orden público, estaban vacíos, además de otros inconvenientes menores, como teléfonos y enchufes que no funcionaban. Además, debieron enfrentar indicios de espionaje en los primeros meses del gobierno de Aylwin, en que detectaron micrófonos escondidos en ciertas oficinas de La Moneda. Al final, ese problema se solucionó con la colaboración técnica de gobiernos extranjeros.

La desarticulación subversiva

El vínculo de Velasco con los temas de seguridad comenzó en dictadura. Creó una empresa que asesoraba en este ámbito y apoyaba en tareas de protección a dirigentes políticos, incluso del PC.

Al asumir como subsecretario, se encontró con un severo problema que ponía en riesgo la transición: los atentados, homicidios, robos y actos subversivos protagonizados por grupos de izquierda que no habían abandonado las armas con el retorno de la democracia.

Inicialmente, dentro del mismo gobierno existía la sospecha que antiguos agentes de la CNI estaban detrás, pero el asesinato del senador UDI Jaime Guzmán, en 1991, a manos de un comando del Frente Manuel Rodríguez (escindido del antiguo FPMR), obligó a cambiar la estrategia. Entonces Aylwin creó el Consejo Coordinador de Seguridad Pública, la apodada “Oficina”, cuyo secretario ejecutivo fue el exdiputado PS Marcelo Schilling.

El hombre de la transición: episodios clave de la historia de Belisario Velasco

Uno de los problemas que tenía el trabajo en seguridad y orden público, a cargo de Velasco, era que las policías (Carabineros e Investigaciones) dependían del Ministerio de Defensa. En ese sentido, “la Oficina”, buscaba resolver ese problema de coordinación, incorporando dentro de una misma orgánica a representantes de Defensa y de Interior, además de oficiales de ambas policías, cuya principal misión era desarticular a los grupos subversivos.

En una entrevista en La Tercera, Velasco recordó que Aylwin “me encargó especialmente que desarticulara los movimientos armados que había en el país: el Frente Patriótico, el Lautaro, lo que quedaba del MIR, los sectores descolgados de la DINA, de la CNI… en fin. Y se cumplió... Yo era subsecretario del Interior y era en definitiva, encargado de lo que llamaron ‘la Oficina’, injustamente. Pero la gente de esa oficina hizo un gran trabajo y el país se lo debiera agradecer”.

El quiebre

Durante nueve años se mantuvo en el cargo de subsecretario del Interior, desde el primer día del gobierno de Aylwin hasta el 1 de marzo de 1999, un año antes de que terminara el mandato del Presidente Eduardo Frei.

En julio de 2006, la Presidenta Michelle Bachelet lo convocó nuevamente a Interior pero como ministro. Por entonces las movilizaciones estudiantiles (“la marcha de los pingüinos”) y los problemas de orden público aquejaban al gobierno.

Sin embargo, la relación con Bachelet no logró consolidarse. A inicios de 2007, era partidario de posponer la implementación del plan de transportes Transantiago, pero su postura casi solitaria en el comité político no fue acogida por la Mandataria.

Su incomodidad en el gobierno se ahondaría por sus diferencias con el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, con quien no compartía su visión para afrontar conflictos sociales. El entonces ministro del Interior era reticente a recurrir a la represión para afrontar movilizaciones.

La relación con Bachelet se enfrió al punto que la Presidenta no lo estaba considerando en decisiones relevantes, por ejemplo, la búsqueda de una salida financiera para el Transantiago. A fines de 2007 e inicios de 2008, la gobernante no quiso recibirlo durante varios días, consciente de que Belisario Velasco tenía intenciones de renunciar. En vista de aquella situación, el entonces jefe de gabinete estaba dispuesto a dejar una carta en el despacho presidencial, pero ello no fue necesario, pues Bachelet lo recibió el 3 de enero de 2008, cita en la que él dimitió al cargo.

En una entrevista a El Mercurio, en 2015, Belisario Velasco recordó su salida. “El ministro Andrés Velasco y el ministro del Trabajo (Osvaldo Andrade) propusieron pedir un préstamo de 450 millones de dólares al BID para tapar el hoyo que había dejado el Transantiago el 2007. Yo rechacé la propuesta por cuanto me parecía inconstitucional y el Parlamento ya había rechazado la glosa. No obstante, diez o quince días después se convocó a un comité político sin mi presencia, dirigido por la Presidenta. Ahí se autorizó la solicitud del préstamo que al parecer ya estaba acordado con el BID, y después se me informó que no me habían invitado porque ya conocían mi opinión”.

Luego de ese episodio, le solicitó una reunión a Michelle Bachelet la que le fue concedida cinco días después.  «Presenté mi renuncia. Posteriormente, el TC rechazó el préstamo”, dijo.

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