Columna de Sylvia Eyzaguirre: El día después

AGENCIAUNO

Tenemos que ir a las urnas para votar la propuesta constitucional que redactó el Consejo Constitucional con ayuda de la Comisión de Expertos. La propuesta que se plebiscita es fruto de un proceso plenamente democrático y cumple con las doce bases constitucionales establecidas por el Congreso Nacional que tenían por fin dar un borde a la nueva propuesta. Existen buenos argumentos para votar a favor de esta propuesta y también para votar en contra. El texto propone una organización del Estado y reglas para la convivencia democrática que no son neutras; de ahí que sea natural que algunos estén de acuerdo con ellas y otros no.

Argumentos a favor hay varios. El primero y más evidente es su origen, que goza de legitimidad democrática. Pero también hay argumentos de fondo. El más importante es el cambio al sistema político y electoral, que reduce la fragmentación del Congreso y fortalece a los partidos políticos con el fin de entregar más gobernabilidad. Para quienes están a favor de la provisión mixta en los derechos sociales, esta propuesta constitucionaliza la libertad de elección en pensiones, salud y educación. En materia de medio ambiente, el texto constitucional es un avance respecto de lo que tenemos hoy, lo mismo respecto de los derechos de las mujeres.

Pero también hay buenos argumentos para votar en contra. En primer lugar, esta propuesta es más de derecha que la actual Constitución en lo que respecta a la provisión de los derechos sociales. Quienes consideran que el Estado debiera ser el principal o único proveedor de los servicios sociales deberían votar en contra, pues este proyecto constitucionaliza la provisión mixta. En educación no sólo asegura la provisión mixta, sino que incluso constitucionaliza el voucher. Quienes prefieran un sistema de reparto en pensiones a las cotizaciones individuales también están en aprietos. En materia de aborto surge la pregunta por cómo fallarán los jueces a la hora de interpretar los cambios introducidos en la propuesta constitucional. La objeción de conciencia quedó tan abierta que deja en la incertidumbre cómo será interpretada por el legislador y los jueces, y las consecuencias que de ello se puedan derivar.

El abanico de razones para estar a favor o en contra es muy amplio, por lo mismo, es una vergüenza la campaña de desinformación y descalificación desplegada en la franja electoral. Mienten quienes dicen que este texto pone en riesgo todos los avances de las mujeres, mienten quienes llaman a votar en contra porque quieren más seguridad, terminar con las listas de espera en salud, mejores pensiones y mejor educación, mienten quienes dicen que este texto está hecho a la medida de los corruptos, mienten quienes dicen que este texto niega el cambio climático. Asimismo, mienten quienes hacen creer que con aprobar este texto se acaba la delincuencia, aumenta el crecimiento económico, se terminan los robos al Estado. ¿Existe mentira mayor que la de hacer creer que la nueva Constitución terminará con el sufrimiento? Da entre vergüenza y pena ver cómo ambos bandos utilizan las figuras del Presidente Boric y de Hermosilla para convencer de votar de una u otro forma, buscando hasta el último recurso mal habido para embaucar a los votantes en vez de instruirlos y respetarlos en su decisión.

Gane quien gane este plebiscito el saldo será un país más dividido y una clase política aún más desprestigiada. Las personas tienen rabia, están enojadas, decepcionadas. Todavía los políticos no acusan recibo de que son ellos la causa del problema. El problema de Chile es la crisis política que nos tiene paralizados y en franco retroceso; costo que está pagando este gobierno, antes la oposición y mañana la democracia. La amistad cívica es condición de posibilidad para el buen funcionamiento de la política y no consecuencia. A partir del 18 de diciembre la principal tarea de Chile debiera ser recuperar la affectio societatis, sin ella no hay Constitución que nos salve.

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