Profesores contra pantallas: el dilema del celular en la sala de clases

Competir por la atención de los estudiantes se ha vuelto una tarea casi imposible para los profesores. Un nuevo enemigo dentro de la sala de clases

El trabajo de los educadores se puso aún más difícil. Además del ausentismo, los problemas de convivencia y las dificultades del aprendizaje, también deben competir contra los teléfonos para captar la atención de sus alumnos en el aula. La situación es tan crítica y extendida, que varios colegios ya han avisado que implementarán su prohibición.


Natalia Correa (43) es profesora de Historia. Hoy admite que siempre ha tenido que pelear por la atención de sus alumnos en la sala de clases. Sólo que jamás imaginó cómo eso cambiaría después de la pandemia. Ahora lo explica con un recuerdo. En uno de sus módulos, un alumno de tercero medio no dejaba de usar su celular, lo que lo distraía a él y a sus compañeros. Por esto, Correa decidió pedírselo para guardarlo hasta el fin de la clase. La respuesta del estudiante la dejó helada: “No se lo voy a pasar, porque no tengo por qué pasárselo”. En parte, el muchacho tenía razón. Fue la primera vez que la profesora se detuvo a analizar la situación.

Esto no siempre fue así. Correa es profesora desde 2007. Ella recuerda que en 2015 comenzaron a aparecer los celulares dentro de las salas de clases, pero fue con el regreso a la presencialidad luego del Covid cuando comenzó a ser un problema.

“Desde mi punto de vista, el celular ha interferido en la realidad educativa, es algo que juega en contra de la educación, al ser un constante elemento distractor”, comenta.

Sus palabras no están alejadas de la realidad. Según cifras de la última Encuesta PISA, en Chile el 51% de los estudiantes se distrae usando dispositivos digitales y el 42% se distrae cuando otros estudiantes utilizan estos dispositivos.

Correa trabaja desde el año 2020 en el Sagrado Corazón de La Reina, un colegio particular subvencionado. Tras varias reuniones, el establecimiento decidió, en marzo, implementar un sistema para regular el uso de estos dispositivos. Consiste en un gran lienzo que contiene bolsillos con los números de lista, donde los estudiantes deben dejar sus celulares al inicio de cada clase y retirarlos en los recreos. Sin embargo, cada vez cumplen menos las reglas. Correa cuenta que muchas veces llevan dos celulares y dejan el malo en el bolsillo, o guardan solo la carcasa y se quedan con el aparato. La medida estuvo lejos de resolver el problema.

Sistema que implementó el Colegio Sagrado Corazón de La Reina.

Josefa Araya, coordinadora de formación del tercer ciclo del Colegio SC de La Reina, dice que esto fue una decisión pensada:

“Era un obstáculo constante, una de las anotaciones negativas más comunes era el uso de los celulares en las salas de clases. La comunidad, en general, reaccionó bien, los apoderados se han hecho muy dependientes de la comunicación con sus hijos 24/7, entonces con esto pueden responderles en los recreos, pero no durante las clases. A los niños les costó más entender. Sobre todo en el sentido de qué derecho teníamos en meternos en sus cosas personales, y ahí les explicamos que era para beneficiarlos a ellos”.

Correa insiste en que es un tema desgastante: “Es mucha carga como profesora, una pelea constante dentro de la sala de clases y, al mismo tiempo, desde el ámbito legal también es complicado quitarle el celular a alguien”.

Es por esto que el problema se vuelve aún más complejo cuando los padres se suman a la ecuación. Según explica Correa, los apoderados hoy no se adhieren al proyecto educativo de las escuelas. Es decir, no respaldan las decisiones tomadas por el establecimiento y, por esto, el niño siente un apoyo de sus padres al negarse a entregar su celular. En ese momento comienza la batalla por la atención:

“Es muy difícil como profesor entrar a competir por atención con los celulares, que son dispositivos súper atractivos. Además, la capacidad de concentración es relativamente corta y para llegar a contar con esto tienen que darse con una serie de condiciones que los celulares hacen imposible, al ser un elemento sumamente distractor”.

Tomar medidas

La bancada de diputados de Renovación Nacional presentó esta semana un proyecto de ley que busca prohibir el uso de celulares durante toda la jornada escolar y en todos los niveles de educación, hasta enseñanza media. La medida ya está siendo implementada en países como Nueva Zelandia, Inglaterra, Francia y Holanda. En otros, como España, el debate también está sobre la mesa.

Tomás Recart, director ejecutivo de la Fundación Enseña Chile, es claro en su postura: la mejor opción es prohibirlos por completo. Además, agrega otra arista al asunto: el impacto en la convivencia.

“No olvidemos que uno de los grandes problemas que hemos tenido en Chile pospandemia tiene relación con la convivencia. Dejamos de conversar, de empatizar, de escuchar por estar pegados en el celular”.

Valtencir Mendes, especialista y jefe de educación de la Unesco, tiene otra mirada. Confirma que desde la organización no recomiendan la prohibición total de los celulares, ya que estos pueden ser un aporte en el desarrollo educacional de los niños en la medida que los profesores los guíen en un uso correcto:

“Los docentes son la pieza angular de todo este sistema. Y vimos durante la pandemia que han sido capaces de adaptarse y utilizar las tecnologías en general. Entonces, es posible, pero necesitan muchísimo apoyo y acompañamiento para reforzar esas capacidades digitales”.

Además, agrega que la Encuesta PISA arrojó que más del 40% de los estudiantes en Chile hace uso de sus teléfonos móviles varias veces al día, incluso cuando en sus colegios está prohibido. Algo que demostraría que la medida no es tan eficiente como se esperaría.

Alicia Leiva (28) ha vivido estas situaciones en carne propia. Desde hace un año es profesora en la Escuela La Milagrosa de Punta Arenas, un colegio que recibe a niños con altos índices de vulnerabilidad. Leiva hace clases en séptimo, octavo y tercero medio. Confiesa que la negativa de algunos alumnos a entregar sus dispositivos es cada vez con más agresividad:

“Uno siente impotencia, pero también temor. Porque te hablan con un tono amenazante y confrontacional”, dice.

Leiva y Natalia Correa hacen clases en dos colegios completamente diferentes, sin embargo, ambas concuerdan en algo: están a favor del proyecto de ley que busca prohibir los teléfonos durante la jornada escolar.

La psiquiatra infantil de la Clínica Universidad de los Andes Andrea Aguirre asegura que son varios los puntos de vista en que el uso del celular durante la jornada escolar es perjudicial para los niños, pero hay uno que es especialmente complejo: la adicción que provocan.

“Se produce una adicción debido a la liberación masiva de dopamina. El tocar una pantalla y que haya una respuesta ante esa acción es una liberación de dopamina importante y eso activa todos los circuitos de recompensa, que son los mismos circuitos de adicción de la cocaína o alguna otra droga. Entonces, eso produce que estemos pendientes todo el rato del celular, de las reacciones, de los likes, de si se respondió el WhatsApp, si es que ha llegado alguna otra noticia. Y muchas de las aplicaciones están hechas pensando en este estímulo continuo, permanente, con una liberación de dopamina que produce demasiado placer. El problema es que cualquier otra actividad no va a ser tan placentera y no va a producir tanta liberación de dopamina como lo hace el celular”.

Los celulares producen adicción dada la gran liberación de dopamina que se libera al utilizarlos.

El dilema de la prohibición

Magdalena Urrejola (46) es profesora y coordinadora de ciclo en el Colegio Santa Úrsula, un establecimiento privado y sólo para mujeres, ubicado en la comuna de Vitacura. En su trabajo también notaron este problema, por lo que decidieron implementar, a partir del 17 de julio de este año, una iniciativa llamada “Ursulinas libre de celulares”. Esta consiste en que está prohibido el uso de estos aparatos dentro del colegio, en todo momento. A pesar de que por mucho tiempo Urrejola no era partidaria de su prohibición, asegura que “nos ganó la adicción que había al celular”. Además, agrega otra cosa:

“Fueron muchas las razones por las que tomamos esta medida. Entre ellas la distracción, la posibilidad de grabaciones sin autorización, la convivencia, entre otras. Desde que se implementó el programa ha habido muchos cambios positivos. Creo que hoy eso es lo necesario”.

Como el Santa Úrsula, son varios los colegios que han tomado esta medida. Entre ellos el The Grange School, Los Alerces, San Isidro, Wenlock, entre otros. Sin embargo, esta realidad es transversal independiente del tipo de sostenedor. Jaquelin Morales, directora del Liceo Capitán Ávalos de La Pintana, señala que para ellos este también ha sido un problema.

“Los niños se distraen bastante dentro de la sala de clases cuando utilizan los celulares. Para nosotros es un tema súper complejo también, por el lado del ciberbullying, porque una imagen se viraliza y complejiza mucho la situación. Es súper importante ponerle ojo al uso de los celulares durante la jornada escolar”.

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Prohibir o regular el uso de celulares durante la jornada escolar es el tema que aún está en duda.

Desde el Ministerio de Educación, Martín Cáceres, director del Centro de Innovación, aseguró que “como Mineduc sostenemos que, más allá de una prohibición generalizada, es necesario que las comunidades educativas adopten medidas para aprender a convivir con las tecnologías de forma sana y utilizarlas de forma responsable, creativa y crítica”.

Mauricio Bravo, vicedecano de la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo, está de acuerdo con esta recomendación. “Yo creo que siempre hay que hablar del mal uso del celular en la jornada escolar. Porque un buen uso, con un foco pedagógico y en el aprendizaje, es más bien beneficioso”.

A estas palabras se suman las de Magdalena Claro, académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, quien agrega que “yo creo que la solución no pasa por prohibir los celulares, yo creo que la solución pasa por definir reglas claras y tener un equipo directivo y docente alineado en eso”.

Desde su experiencia, Natalia Correa asegura que la posible legislación sobre la porhibición del uso de celulares durante la jornada escolar es una buena opción. Sin embargo, agrega: “Creo que esta medida responde al desborde total en los colegios, pero no se hace cargo del problema de fondo”.

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