La Naranja Mecánica: cuando el segundo es tan importante como el primero

El fútbol total del elenco de Johan Cruyff quedó a las puertas del título en Alemania 74, que finalmente se quedó en casa y fue Franz Beckenbauer quien levantó la copa. De todas formas, el equipo de Rinus Michels es inmortal.



Para entender el concepto de ‘fútbol total’, necesariamente hay que mirar el Mundial de Alemania 1974. La cita tiene la peculiaridad de hacer inolvidable a un equipo que no ganó la Copa del Mundo. La Naranja Mecánica liderada por Johan Cruyff se quedó con las ganas, pero su gran juego encandiló. Fue el anfitrión el que se quedó con la copa. No es menor porque apareció por primera vez la nueva versión del trofeo (y actual) luego de que la Copa Jules Rimet fue concedida a perpetuidad a Brasil, luego de haber ganado tres veces el certamen.

Alemania Federal abrió su ruta en el Mundial ante la selección chilena, el 14 de junio, en Berlín. Ganaron los locales con gol de Paul Breitner, pero el hito que se dio fue la expulsión de Carlos Caszely, la primera tarjeta roja en la historia de las Copas del Mundo. Se trataba de un equipo con extremos poderosos: Sepp Maier, en el arco y Gerd Müller, el Torpedo, en la punta de ataque.

Todos defienden y todos atacan. En simple, ese era el estilo de Rinus Michels para el combinado neerlandés. La idea de ver el fútbol como un grupo de jugadores que pueden desenvolverse en diferentes labores y posiciones también se enfatizó en el Ajax. Por eso destacó tanto, y quizás por eso mismo se lamentó tanto que su fútbol tan agraciado a la vista y tan especial en su construcción no concretara el éxito mayor que implica ser el mejor del mundo. También se trata de un elenco anticipado a los tiempos. Es cosa de ver ahora cómo afloró el 4-3-3.

Tres años antes del Mundial, Stanley Kubrick lanzó su película más gloriosa: La naranja mecánica. No hay tantos matices comunes entre Alex, su protagonista, con Johan Cruyff, el actor principal del elenco tulipán. Pero la referencia existe, porque el equipo era visto como una locomotora que iba a toda prisa y arrasando con todo a su paso.

Parece increíble decirlo pero Cruyff solo jugó una Copa del Mundo: la del 74. En la final se cruzó con otro prócer: Franz Beckenbauer. El Káiser buscaba su revancha luego de caer en la final de Inglaterra 66. El 7 de julio, el Olímpico de Múnich recibió el partido entre Alemania y Países Bajos, con la presencia de 78.200 espectadores.

Sobre el inicio del cotejo, el 14 de los naranjas penetra en el área y es derribado. El juez inglés John Taylor cobra penal. Johan Neeskens cobra la falta y abre la cuenta al segundo minuto. También desde los 12 pasos llegó el empate germano, obra de Breitner (25’). Cuando el primer lapso acababa, Gerd Müller le da la victoria a Alemania con una media vuelta (43’).

En el libro Johan Cruyff 14, la autobiografía, hay pasajes en los cuales detalla la influencia de Rinus Michels en una de las glorias del Barcelona: “Toda la filosofía de cómo se debe jugar al fútbol quedó establecida en el Mundial de 1974. Aquella filosofía aún es válida hoy. Nos enseñó a tener presentes los intereses del equipo”.

Sobre su relación con Michels, dijo: “La charla sobre la táctica la hacíamos a solas conmigo y nadie más. Utilicé el mismo método cuando fui entrenador, con jugadores como Van Basten y Guardiola. Tras la muerte de mi padre, él me acompaña al médico porque no teníamos auto. Más tarde tuvimos algún encontronazo pero nunca destruyó la imagen del hombre que estuvo siempre a mi lado cuando era un niño y lo necesitaba”.

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