“La pelota no se mancha”: El Diego, a través de sus palabras

Maradona

Dentro y fuera de la cancha, Maradona fue un personaje único que no dejó indiferente a nadie. Hasta sus últimos días dejó frases que quedarán en la inmortalidad por su brutal honestidad.



Un ser intenso. Así fue Diego Armando Maradona (Lanús, 30 de octubre de 1960-Tigre, 25 de noviembre de 2011). Su frontalidad para gambetear a cuanto rival le saliera al paso no solo quedó en la cancha, sino que fuera de ella. En sus 60 años de vida terrenal dejó frases que, al igual que él, pasarán a la eternidad.

En las humildes calles de Villa Fiorito, al sur del Gran Buenos Aires, la zurda inmortal comenzaba a abrirse paso en medio de muchos padecimientos. “A los 13 años me di cuenta que mi vieja nunca había sufrido del estómago. Nunca tuvo dolor de estómago, siempre quiso que comiéramos nosotros. Y, cada vez que llegaba la comida, decía: ‘Me duele el estómago’. ¡Mentira!, era porque no alcanzaba. Por eso la amo a mi vieja”, recordó en 2011 en un programa de televisión.

Si de Doña Tota se sentía emocionado, también sentía lo propio por Don Diego, su padre. “Me siento orgulloso de mi papá, quien siempre me llevó a entrenar, pese a todas las dificultades del mundo. Había veces que tenía que ir a pedir plata para poder pagarme el colectivo”, expresó en otra ocasión. Quizás, por lo mismo, le causaba mucha emoción su apodo: Pelusa. “De los apodos, el que más me gustó es Pelusa, porque me devuelve a la infancia. Me acuerdo de Fiorito, cuando jugaba por el sandwich y la Coca. Aquello era más puro”, recordó.

Su particular forma de vivir el fútbol lo llevó a hacer notables analogías, como por ejemplo cuando expresó lo que le provocaba no poder disparar. “Llegar al área y no poder patear al arco es como bailar con tu hermana”, fue la comparación que encontró. En una línea similar, en otra oportunidad expresó lo que significaba vencer al archirrival. “Ganarle a River es como que tu mamá te venga a despertar a la mañana con un beso”.

Uno de los grandes dolores del Diego fue no ser convocado por César Luis Menotti para el Mundial de Argentina. “Tenía ganas de putear a Menotti cuando me dejó afuera en el ’78″. Sin embargo, el Flaco fue el que más lo marcó y así lo reconoció el 13 de noviembre pasado, con motivo del Día del Director Técnico, mientras se recuperaba de la cirugía cerebral a la que se había sometido. “De los que yo tuve, todos me dieron la libertad de decidir mis jugadas: Francisco Cornejo, Juan Carlos Montes, Jorge Enrico, Victorio Sapinetto, Antonio D’Accorso, Delém, Miguel Ángel López, Silvio Marzolini, Vladislao Cap, Jorge Solari, Jorge Castelli, Héctor Veira, Carlos Bilardo y Alfio Basile. Pero el que más me enseñó de todos, por lejos, fue el Flaco César Luis Menotti”, afirmó.

Tuvo su revancha en el Mundial de México 86, esta vez con Carlos Salvador Bilardo como DT. Con el Narigón cultivó una relación de amor y odio. El 13 de junio de 1993, cuando ambos coincidían en el Sevilla, los andaluces perdían 0-1 con el Burgos y el entrenador decide sacarlo. El Diez salió furioso de la cancha y hasta lanzó la jineta de capitán al piso. Se fue del estadio y no se despidió de los hinchas en su último partido con la camiseta del club. “Yo sé por qué lo hice. Era mi último partido en Sevilla, estaba muy emocionado. Quería terminarlo, quería luchar con mis compañeros la copa de la UEFA y él me lo quitó. Creo que estuve un poco apresurado en todo lo que dije. Tengo que pedir perdón públicamente a Bilardo, pero Bilardo sabe muy bien que no soy un hombre de arrepentirme”, advirtió. Tampoco era la primera vez que se enfrentaba. En otra oportunidad, el crack reconoció que hubo golpes: ”Con Bilardo nos cagamos mil veces a trompadas en una pieza”.

Después, Maradona se puso el buzo de la selección argentina y dirigió en el Mundial de Sudáfrica, llevando a la Albiceleste a cuartos de final, donde fue eliminada por Alemania, que se impuso por 4-0. A pesar del revés, el regreso a Buenos Aires fue apoteósico y los fanáticos clamaban por la permanencia del astro. Sin embargo, nada de eso ocurrió y fue removido del cargo, pero el doctor Bilardo permaneció en su cargo de manager de selecciones. “Grondona me mintió, Bilardo me traicionó”, disparó.

En el 86 todo fue distinto. Diego deslumbró al mundo y nació la mano de Dios, tras convertirle con la mano a Inglaterra, en un partido donde anotó el gol más hermoso de la historia de los mundiales, que quedó inmortalizado por aquel emotivo relato de Víctor Hugo Morales. Sobre ese partido ante los británicos, dejó una icónica frase: “Lo hice con la cabeza de Maradona, pero con la mano de Dios. Ni los fotógrafos pudieron ver qué pasó. Y Shilton, que saltó con los ojos cerrados, se ofendió y no me invitó a su partido de despedida. Me gustó ese gol, casi tanto como el otro. Sentí que le estaba robando la billetera a los ingleses después de las Malvinas”.

Durante gran parte de su vida, el Pelusa debió enfrentar las comparaciones con Pelé, con quien tuvo más discrepancias que consensos. “Como jugador, Pelé fue lo máximo, pero no supo aprovechar eso para enaltecer el fútbol. Sé que pudimos haber hecho muchas cosas juntos, pero somos demasiado distintos. Era una cuestión de piel, chocábamos demasiado. El problema fue que él se asustó con mi aparición y pensó que yo venía a quitarle algo que nunca quise. El número uno, el más grande, que la gente lo diga y que cada uno lo sienta”, manifestó. Se refirió en varias ocasiones al brasileño, dejando marcado a O Rei, como cuando habló de su supuesta homosexualidad. “Pelé debutó con un pibe”, dijo, algo que el aludido siempre ha desmentido.

Con el éxito, llegaron las adicciones y ahí su vida sufrió un cambio durísimo. Llegaron los positivos, como el que lo sacó en pleno Mundial de Estados Unidos. “Me preparé como nunca y ahora escucho que todos hablan de efedrina. Siento que me cortaron las piernas”, replicó al conocer su castigo. Más tarde, en 2001 para su partido de despedida, dejó otra frase para el recuerdo: “El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. Yo me equivoqué y pagué. Pero la pelota no se mancha”.

Célebres fueron sus emplazamientos a diversos personajes. Por ejemplo, al fallecido Julio César Toresani, lo invitó a pelear. “A Toresani le dije en la cancha que vivo en Segurola y Habana, séptimo piso, y vamos a ver si me dura 30 segundos”. O al periodista Juan Carlos Pasman, con quien se cruzó en una conferencia de prensa después de haber alcanzado la clasificación a Sudáfrica. En esa jornada, quedaron dos frases para la posteridad. “Al que no creía, a los que no creyeron, con el perdón de las damas, que la chupen, que la sigan chupando. Yo soy blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida. ¿Eh? ¿Ustedes me trataron como me trataron? Sigan mamando”, sobre las críticas. Llegado el turno del periodista, Maradona le lanzó: “Vos también, Pasman. Vos también la tenés adentro”. Fue tanto el impacto de la frase, que el aludido publicó después un libro llamado “La tenés adentro”.

En los últimos años, Maradona habló varias veces de Lionel Messi. Para atacarlo y defenderlo. Tras perder la final de Copa América Centenario, el astro apoyó a Lío. “Le hacen poner la cara al pibe para tapar todos los desastres que hicieron en la AFA y hoy estemos hablando de él y no de ellos para tapar, también, que perdimos dos finales consecutivas contra Chile. Que, con todo el respeto del mundo, no es Holanda del 74. Y las perdimos, las dos”, lanzó.

Sin embargo, se le colmó la paciencia un par de años después. “Para mí es difícil hablar. Es inútil querer hacer caudillo a un hombre que va 20 veces al baño antes del partido. Eso es de cajón. No lo endiosemos más. Messi es Messi jugando en Barcelona y Messi es Messi jugando con Argentina; con Argentina es uno más”, sentenció, dejando en claro que sus opiniones muchas veces fueron cambiantes. Pero más allá de eso, sí hay algo seguro y es que Maradona nunca dejó indiferente a nadie.

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