Pablo Berger, cineasta español: “Quería que con Mi Amigo Robot el espectador pudiera llorar y reír”

Pablo Berger, cineasta español: “Quería que con Mi Amigo Robot el espectador pudiera llorar y reír”

El realizador de Blancanieves (2012) es el responsable de una de las mayores sensaciones del cine de animación del último año, una película que prescinde de los diálogos para desarrollar el vínculo que se forma entre un perro y un androide en Nueva York. “Este es un homenaje a los directores a los que les gusta escribir con imágenes”, plantea a Culto sobre su cinta nominada a los Oscar y recién llegada a salas nacionales. Además, cuenta por qué La Memoria Infinita lo tocó “profundamente”.


Aunque en el mundo del cine es sobre todo conocido como director y guionista de las películas Blancanieves (2012) y Abracadabra (2017), el español Pablo Berger también tiene intereses ajenos a ese arte. Por ejemplo, se define como un gran coleccionista de novelas gráficas y de libros infantiles de ilustración sin diálogos.

En 2010, cuando en su filmografía sólo sumaba un largometraje (Torremolinos 73, 2003), agregó a su colección Robot dreams (2007), la exitosa novela gráfica en que la autora estadounidense Sara Varon prescindió de diálogos para narrar la historia de amistad que se forma entre un perro y un androide. De inmediato, se transformó en una de sus favoritas. Pero sólo años más tarde, una vez que la releyó y se estremeció en particular con su final, se propuso transformarla en una cinta de animación.

“La historia me conmovió de tal manera que dije: si quiero contar esta historia, tengo que hacer una película de animación”, explica Berger a Culto. “Mi marca de la casa es siempre hacer películas diferentes, arriesgar. El reto, en vez de bloquearme, para mí es un aliciente. Entonces era un aliciente salir de mi zona de confort y hacer una película de animación”.

El director atribuye a sus productores que su salto al cine animado no fuera una aventura accidentada. “Me animan a ir más lejos”, asegura. “Eso sí, necesitaba que el guión conectara con ellos como conectó conmigo. Yo soy un director old school –soy guionista y director–, por lo que creo que el guión es el mapa del tesoro. El guión fue la razón por la pudimos hacer esta película. Un guión que ha permitido que se financie”.

Conectado a una videollamada de Zoom desde Madrid, Berger muestra a ratos a la cámara la novela gráfica de Sara Varon. Su sueño de llevarla a la pantalla grande se cumplió a cabalidad y, una vez que ha salido al mundo, la recepción ha sido calurosa. Mi amigo robot (como se titula en Chile) fue elogiada en el Festival de Cannes, se exhibió en algunos de los certámenes más prestigiosos durante la última parte de 2023 y este domingo 10 participará en la 96° edición de los Premios Oscar, donde está nominada como Mejor película animada. También triunfó en la última ceremonia de los Goya, donde alzó los galardones a Mejor película de animación y Mejor guion adaptado. Respaldada por ese celebrado recorrido, acaba de debutar en salas del país.

-Durante todos estos meses mostrando la película, ¿cuál es la interpretación más singular que le ha tocado escuchar sobre ella?

Las películas no las acaban los directores; las acaban siempre los espectadores, que las hacen suyas y realizan sustituciones. Eso es lo bonito del cine. Y eso ocurre especialmente en películas que no tienen diálogos e incluso más en aquellas sin actores, en que los personajes son íconos. A mí me gusta mucho hablar con los espectadores a la salida del cine. Así veo cómo la han interpretado. Recuerdo que recientemente, en una entrega de premios, una periodista se me acercó y me dijo: Pablo, tú película me ha salvado la vida. Yo me quedé sorprendido. Me dijo: rompí hace poco con mi pareja, fue un momento muy doloroso, y el hecho de que tu película transcurra en un año y haberla podido ver en varios días seguidos, me ha permitido entender la naturaleza de las relaciones.

“Ella la interpreto como una relación amorosa, que está muy bien, pero hay otros que la han interpretado como una relación de amistad o que han recordado a una madre que ya no está. La película habla de la memoria y yo quiero que el espectador se la haga suya. Yo cuando leí la novela gráfica me la hice mía y me acordé de seres queridos que ya no están conmigo, como mis padres o un amigo mío que dejó de ser mi mejor amigo. Espero que los espectadores que la vean en Chile se la hagan suya y pasen un rato con seres queridos que ya no estén con ellos”.

Foto: © Daniel ALEA

-En un instante el estudio Cartoon Saloon estuvo involucrado en el proyecto. ¿Cuán distinta cree que hubiera sido la cinta si la hubiera realizado en Irlanda?

Cartoon Saloon estuvo a punto de ponerla en marcha. Yo ya le había dicho a mi mujer y a mi hija que nos íbamos a Irlanda durante un par de años para hacer la película. Cuando me dijeron que querían hacerla, yo ya me imaginaba con la nominación al Oscar, porque por todas las películas que hace Cartoon Saloon son nominadas. Cuando este sueño explotó, por la pandemia, los productores y yo nos encontramos de repente con una película financiada, pero sin estudio de animación. La gente del cine siempre salimos hacia adelante. En este caso salir hacia adelante consistió en montar dos estudios de animación, uno en Madrid y otro en Pamplona. Implicó encontrar oficinas, comprar máquinas y buscar animadores por toda Europa. Ese ha sido el elemento más complejo de esta larga aventura.

-¿En qué momento tuvo su primer acercamiento con Charles Chaplin, que luce como una gran influencia en Mi amigo robot?

Antes que director, soy espectador, soy cinéfilo. Y mi período favorito de la historia del cine son los años 20. Allí, con Chaplin, Buster Keaton, Abel Gance, F. W. Murnau, Victor Sjöströn y una docena de directores que me encantan, pienso que el cine llegó a su gran revolución. Al cine como experiencia sensorial, donde la poética cinematográfica llegó al máximo. Sin duda, la llegada del sonoro para mí fue un paso atrás y la historia del cine tardó mucho en recuperarse, en conseguir que fuese una experiencia cinematográfica única.

“Y esta película, que no tiene diálogos, sin duda mira mucho a cineastas de la época muda. En concreto mira a Chaplin y a Buster Keaton. La película que utilicé de referencia para todo el equipo fue Luces de la ciudad (1931). Fue hecha a contracorriente: en la época sonora, Chaplin decide hacerla sin diálogos, aunque con sonido y mucha música. Para mí él inventó el género de la dramedia, de la tragicomedia. Especialmente en Luces de la ciudad se combina la risa con el llanto, el humor con el drama. Y este es el tipo de película que yo quería hacer en Mi amigo robot. Una película con la que el espectador pueda llorar y reír, al mismo tiempo o en momentos diferentes. Obviamente Chaplin es un maestro y yo soy un aprendiz, pero ese era un gran referente. También hay homenajes directos a películas de Buster Keaton, un director y actor que me fascina. Y no olvidemos a Jacques Tati y a Pierre Etaix. Pero sin duda es un homenaje a los directores a los que les gusta escribir con imágenes, no con diálogos”.

-September, de Earth, Wind & Fire, suena varias veces a lo largo del filme. ¿Por qué era la canción perfecta para esta historia? ¿Cuán difícil fue obtener los derechos?

La canción September apareció en la primera versión del guión. La película se desarrolla de septiembre a septiembre. Necesitaba una canción funky, que fuese bailable. Aparece por primera vez cuando robot y dog bailan en patínes en Central Park, pero enseguida me di cuenta de que esa canción se podía convertir en “su canción”. Es la primera que escuchan juntos; luego aparece en versión piano, silbada y otras veces. Eso fue muy importante. Curiosamente, en la letra de la canción está el tema de la película. La primera frase es: Do you remember/ The 21st night of September? Y la película habla de la memoria.

“Mis productores se asustaron mucho cuando vieron que aparecía September en el primer borrador del guión. El coste de los derechos musicales establece que, a más famosa, más cara. Fue muy difícil la negociación y elevadísimo el coste, pero mereció la pena. Es una canción tan especial, tan única, nunca te cansas de escucharla. No sé qué tiene, pero, aunque la escuches millones de veces, nunca te cansas”.

-Ud. coincidió con Maite Alberdi en la entrega de los Goya y en el almuerzo con los nominados a los Oscar. ¿Ha podido ver su película La memoria infinita?

Con Maite vamos de la mano y le tengo mucho cariño. (La memoria infinita) me tocó profundamente. Ya había visto su anterior película, El agente topo (2020) y me parece una cineasta muy interesante. Cuando me enfrenté a La memoria infinita sabía muy poquito. Fuera de la temática, no conocía cuál era el planteamiento. Entré en el viaje y me pareció muy emocionante la historia. Tiene uno de esos finales que te duelen, pero al mismo tiempo sabes que no hay otra manera. Aunque es difícil decir que te deja un buen sabor de boca, sí entiendes a esa pareja y lo que han vivido juntos.

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