Entre el flechazo fulminante de sus padres y una mudanza: el día en que nació Violeta Parra

Violeta Parra en 1958. Foto de Quequo Larraín.

Hoy se celebra el Día de la Música Chilena, coincidiendo con el natalicio de la cantautora, quien llegó al mundo hace 104 años. Fue hija de un profesor y una costurera, a través de quienes se empezó a relacionar con el mundo de la música.


La vida de Violeta Parra -como la de cualquier ser humano- estaba determinada antes que llegara a esta Tierra. Su padre, el maestro de escuela Nicanor Parra, debió emprender una larga travesía que guardaba relación con su faena docente: a fines de 1913, cabalgó dos días desde su Chillán natal hasta San Fabián de Alico, en la Región de Ñuble, para cumplir con el programa gubernamental que establecía por esos años llevar la educación pública hasta las localidades más recónditas del país.

Se trataba de un decreto del Ministerio de Educación que Parra aceptó con gusto, como una misió personal más que profesional, ya que uno de los objetivos de la nación a principios del siglo XX era educar y alfabetizar a parte importante de la población, para así de forma paulatina alcanzar la meta de transformarse en un país desarrollado. Además, no tenía grandes preocupaciones: tenía 28 años, era soltero y su gran norte era su trabajo.

Era profesor de músca, pero también se podía desempeñar sin problemas en otras materias, como lenguaje. Venía de una familia de clase media, integrada por Rosario Parra, dueña de casa, y Calixto José Parra, empleado que se desempeñaba en tribunales -un cargo muy alto para esos días- y que poseía varios terrenos en la zona.

Ya en San Fabián, Nicanor conoció a Clarisa Sandoval Navarrete, viuda que tenía a sus dos hijas en la escuela donde hacía clases. Tenía cinco años menos que él y, según destacan varias biografías, el flechazo fue inmediato. Once meses después de conocerse tuvieron su primer hijo: Nicanor Parra Sandoval, el futuro antipoeta y quien se convertiría en una de las figuras culturales más relevantes del siglo XX chileno. Un año y medio despúes, en julio de 1916, la pareja tuvo a Hilda.

Aunque Clarisa era costurera y no sabía leer, venía de una familia campesina semiacomodada y también propietaria de muchísimas hectáreas.

El jueves 4 de octubre de 1917, quince meses después del nacmiento de Hilda, nació Violeta del Carmen Parra Sandoval. Pero a diferencia de lo que había sucedido con sus hermanos mayores, sus padres decidieron girar el plan y optaron porque el parto fuera en un lugar más grande y populoso, la ciudad de San Carlos.

Pero fue algo puntual. No les acomodó el nuevo sitio ni tampoco se sintieron tan a gusto con la mudanza. Tomaron sus cosas y partieron de vuelta a San Fabián: les parecía una localidad más serena, tranquila, ideal para criar una familia que ya se hacía numerosa.

En una entrevista otorgada en 1958 a la Revista Musical Chilena -rescatada en el libro Violeta Parra en sus palabras, de la periodista Marisol García- la cantautora -ya de renombre en la escena chilena- recordaba así su infancia: “Mi padre, aunque profesor primario, era el mejor folclorista de la región y lo invitaban a muchas fiestas. Mi madre cantaba las más hermosas canciones campesinas mientras trabajaba frente a su máquina de coser; era costurera. Aunque mi padre no quería que sus hijos cantaran, y cuando salía de casa escondía la guitarra bajo llave, yo descubrí que era en el cajón de la máquina de mi madre donde la guardaba y se la robé. Tenía siete años”.

En otros diálogos con los medios, Violeta también destacaba la figura de su abuelo paterno, Calixto, consagrado al rubro judicial. Así lo retrató en 1960 en la radio de la Universidad de Concepción: “Mi abuelo paterno era un hombre que vivía muy bien: era abogado y de mucho prestigio”.

Aunque efectivamente los primeros años de Violeta Parra fueron tranquilos y normales, de pronto la relación entre sus padres comenzó a resquebrajarse. Había diferencias financieras -por los trabajos de ambos-; personales -a Nicanor le gustaba mucho más la vida social que Clarisa-; pero también emocionales, lo que hizo que las discusiones fueran habituales en el hogar. Crecían y crecían sin límite alguno.

Pese a que muy pronto tuvieron a su cuarto hijo -Eduardo-, la situación se hizo insostenible. Nicanor padre perdió su trabajo como profesor y debieron trasladarse a Chillán a vivir con el abuelo Calixto.

Pero nada mejoró. En 1919, Clarisa de forma repentina se largó a Santiago y dejó a toda su famila en el sur. Todos quedaron impactados. Pero meses después, los Parra Sandoval se mudarían en pleno a la capital.

Sería el otro viaje que cambiaría para siempre a Violeta,que la formaría como artista errante, que la llevaría a la Escuela Normal (aunque no alcanzaría a recibirse) y que la potenciaría en el folclor de mirada campesina. Sería el salto definitivo para que su nombre se hiciera universal.

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