Hablemos de Parra




Falleció Nicanor Parra y todos queremos hablar de él, eso está claro, unos desde la pena y otros desde la antipena; unos desde la nostalgia y otros desde la ironía; unos desde el deseo de apropiárselo por haber leído y entendido su obra completa, otros desde la ocasión en que pasaron a golpearle la puerta en su casa en Las Cruces y no recibieron respuesta. Ahora, solo de una cosa estaremos seguros, hablaremos de él, o como sostuvo Roberto Bolaño: "Solo estoy seguro de una cosa con respecto a la poesía de Nicanor Parra en este nuevo siglo: pervivirá". Una afirmación de la que el mismo Parra dudaría, porque, así lo entiende Bolaño, no importa demasiado.

Pero hablemos y escuchemos. Los entusiastas dirán de Nicanor Parra que pertenece al gran clan Parra, que es el antipoeta por antonomasia, que es nuestro rock star -lo es-, admirado por Patti Smitt, Bolaño e Ignacio Etcheverría, entre otros. Los detractores, por su parte, sacarán a la luz el té con la esposa de Nixon o alguna leyenda negra. Parafraseando y sin soltar a Bolaño, no han podido con él ni la izquierda chilena, ni la latinoamericana; ni la derecha neonazi ni la desmemoriada. Menos aún los profesores latinoamericanos que "pululan por los campus de las universidades norteamericanas", de hecho, los seguidores de Parra tampoco han podido con él.

Hablemos de Parra. Citaremos de memoria el poema "Montaña rusa": "Suban, si le parece. / Claro que yo no respondo si bajan / echando sangre por boca y narices". Pondremos marcado énfasis en su antipoesía sin siquiera entender qué es la poesía, solo que es el "paraíso del tonto solemne". Hablaremos de nuestras primeras lecturas de poesía (las mías, en mis tiempos de Liceo, Los Gemidos de Pablo de Rokha y Poemas y Antipoemas, lecturas escolares que levantan a los lectores de sus sillones de terciopelo verde cortazariano, lecturas que queman). Leeremos su traducción de El Rey Lear y veremos el documental Cachureos de Guillermo Cahn. Recordaremos con cariño al Cristo del Elqui y nos reiremos con sus Artefactos: "El pensamiento muere en la boca" o en la letra escrita.

Hablemos de Parra y escribamos de él. Por cierto, me siento como el Pereira de Antonio Tabucci, escribiendo una necrología para la muerte de Nicanor Parra. No obstante, no sé escribir una como la definición manda, ni tampoco la tenía escrita. En fin, todos sabíamos que esto iba a pasar, pero era difícil estar preparado. Desde los años noventa se han ido los mejores Jorge Teiller (1996), Gonzalo Millán (2006), Stella Díaz Varín (2006) y Gonzalo Rojas (2011), entre otros. Nunca vamos a estar preparados para este tipo de muertes, pareciera que los poetas no mueren.

Hablemos y hablaremos de Parra, pero la muerte en la literatura anuncia la vida de su autor, anuncia que la obra pervivirá, como dice Bolaño, entendiendo que esta aparecerá editada en su manifestación más amplia y diversa para sus lectores, nuevos y avezados: obra completa, ediciones críticas, poemas inéditos, biografías y antibiografías, testimonios de amigos y académicos, diarios, cuadernos y artefactos perdidos. Sus muebles serán artefactos y qué decir de sus sábanas. Su casa en Las Cruces se convertirá en un Museo con un peregrinaje sostenido. Se harán homenajes, congresos y coloquios en su nombre, con amigos y lectores más fieles y entendidos en su obra. Sin duda, la poesía de Nicanor Parra pervivirá, aunque esto no importe demasiado.

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