¿Por qué sentimos miedo hacia los objetos inanimados que parecen humanos?

¿Por qué sentimos miedo hacia los objetos inanimados que parecen humanos? Foto: referencial / Michael Zajkov (artista).

En conversación con LT, expertos en psicoanálisis, neuropsicología y psicología integral descifran este fenómeno, cómo se desencadena y los puntos relacionados.


Corría la época navideña en medio de la pandemia cuando Oscar (26) —un periodista especializado en marketing digital que trabaja para una agencia— se quedaba en su casa familiar con sus dos hermanas pequeñas. En ese momento, ellas tenían 9 y 4 años.

Si bien, siempre ha compartido distintos tipos de jugarretas con las dos niñas, ahí en ciertas ocasiones eran ellas quienes lo pillaban por sorpresa. Por supuesto, para burlarse inocentemente de él.

Cuando Oscar se levantaba por la noche, se encontraba con una muñeca que se veía tan real como una bebé humana, en espacios como el baño, las escaleras o su escritorio.

A pesar de que él era consciente de que el objeto era inanimado, la penetrante mirada le generaba cierto grado de incomodidad.

Tanto los ojos, como la piel y las delicadas extremidades retrataban a la perfección lo que sería una persona en sus primeros meses de vida.

“Desde el minuto que esas muñecas llegaron para Navidad, toda la familia las encontró ‘tétricas’, esa fue la definición que usamos”, recuerda Oscar en conversación con La Tercera.

“Ellas notaron que a mí me daba cierto temor lo real que se veían. Lo comenté en algún momento y les pregunté si les daba miedo, pero a ellas le gustaba. No les daba miedo ni por si acaso”, añade.

Tras ese diálogo, la mayor de sus hermanas comenzó a posicionar su muñeca en distintas partes de la casa, con el objetivo de que Oscar se encontrara repentinamente con ella.

“Me iba a dormir y ella la ponía sentada frente a mi puerta, para que así cuando yo saliera me la topara, mirándome. Me daba miedo y después me reía, porque sabía que lo había hecho ella (...) Lo mismo cuando entraba al baño y me la encontraba cara a cara. Incluso, la ponía antes de que entrara a la ducha”, relata con un tono risueño.

De esa manera, crearon una dinámica en la que “se burlaba un poco de mi temor, que ella estaba lejos de tenerlo”.

Oscar rememora esas instancias con humor, aunque comenta que también ha experimentado una sensación similar al encontrarse con un maniquí de apariencia realista que figura en las afueras de una tienda de ropa, ubicada en la Región Metropolitana.

Al ser consultado sobre de dónde cree que proviene esa incomodidad, plantea dos posibles motivos.

El primero está relacionado con los filmes de terror que ha visto, tales como Child’s Play (1988) —en donde sale “Chucky, el muñeco diabólico”— y el más reciente The Boy (2016).

“La sociedad también construye un poco al presentarlos en películas o series como seres a los que tienes que temer”, sugiere Oscar.

Por otro lado, específicamente en torno a la muñeca de sus hermanas, dice: “El hecho de que se parezca a un humano da susto. En el fondo, que luzca como un bebé hace que pienses que hay que cuidarlo y quererlo, pero al ser en verdad un objeto inanimado, da una percepción negativa”.

En el caso particular del miedo intenso hacia las muñecas, los especialistas hablan de pediofobia. Y a un nivel más general —hacia, por ejemplo, maniquíes o estatuas— de automatonofobia.

Sin embargo, no todas las personas que enfrentan un grado de temor hacia estas figuras cumplen con los signos para que se considere que enfrentan una fobia propiamente tal.

De hecho, hay muñecas de aspecto realista —como las reborn— que son utilizadas en algunos casos para fines terapéuticos, mientras que también hay personas que se dedican exclusivamente a coleccionarlas porque valoran su alto nivel de detalle.

En cuanto a las sensaciones que describe Oscar, estas pueden aparecer hacia otros elementos de características similares, tales como las muñecas de porcelana o los robots humanoides, por nombrar algunos.

El factor común es que se trata de objetos inanimados que presentan una apariencia muy semejante a la de los humanos, pero que en definitiva, no lo son.

En conversación con LT, expertos del ámbito del psicoanálisis, la psicología integral y la neuropsicología descifran por qué ocurre este fenómeno, cómo se desencadena y cuándo ese temor puede llegar a convertirse en una complicación para la vida diaria.

¿Por qué sentimos miedo hacia los objetos inanimados que parecen humanos? Foto: referencial / Reborn Baby.

De dónde viene el miedo hacia los objetos inanimados: la mirada desde el psicoanálisis

El psicoanalista y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Chilena (APCh), Francisco O’Ryan, explica que “los objetos inanimados se prestan para que nosotros proyectemos aspectos de nuestro propio mundo interno”.

Proyectamos desde que somos chicos y es parte de nuestro desarrollo, es decir, depositar aspectos nuestros en los otros. Por ejemplo, el niño puede encontrar que su madre es la más maravillosa del mundo, eso independiente de si es tan buena o tan mala, es algo que el niño le deposita. Entonces, se transforma en una ‘súper mamá’. Pero como no existen en la realidad los personajes ‘súper buenos’, para poder transformar a la mamá en ‘súper buena’, lo malo, las críticas, las rabias, frustraciones, tienen que quedar puestas en otro lado. Y en eso, entre otras, están las figuras más clásicas, como las de las brujas. Entonces, la bruja es la que tiene todo lo malo y se transforma en amenazante. Y eso permite que la mamá siga siendo vista como ‘súper buena’”.

Con el paso del tiempo, esa tendencia a separar entre imágenes “buenas” y “malas” va transformándose, pero de igual forma “estas vivencias siempre quedan disponibles”, añade el también ex presidente de la APCh.

Respecto a los objetos inanimados como las muñecas —si se hace la relación con el punto anterior en términos sencillos— pueden llegar a representar “en parte, a lo que de chico eran las brujas”.

Pero esa proyección hacia otras fuentes no se produce en la psiquis sin ningún motivo.

Según detalla el especialista, “la ventaja de que esto sea un objeto inanimado es que está allá afuera, no está en mi mente, por lo que puede estar y puede no estar”.

“En cambio, cuando está en mi mente, a veces es muy difícil hacerlo desaparecer”, dice.

Ahora, seguramente te estás preguntando: ¿por qué cada persona proyecta estas aristas propias en un objeto específico?

“Es porque hay algo en esa figura —por ejemplo, en esa muñeca o en esa estatua— que tiene ciertos puntos de unión o links con estos personajes del mundo interno del niño o de quien tiene los temores”, precisa O’Ryan.

Tal como se menciona más arriba, el miedo hacia elementos determinados varía dependiendo de cada persona, sus experiencias y cómo las procesan.

En cuanto a las muñecas con características humanas altamente realistas, en algunas ocasiones estas son utilizadas para apoyar un tratamiento terapéutico. Por ejemplo, el fallecimiento de un bebé.

Sobre esos casos, el psicoanalista afirma que “lo que uno entiende en una primera etapa, es que eso permite ‘sustituir’ la pérdida, ya que se deposita en ese objeto inanimado lo que antes estaba puesto en el bebé. Entonces, disminuye el dolor”.

Sin embargo, aunque aquello puede ayudar al paciente en cuestión, O’Ryan asegura que es necesario que se viva otro proceso: el duelo.

“El duelo no es sustituir, es dejar ir, pero eso demora. Es difícil, es doloroso, es trabajoso. Por eso, a veces como una fase intermedia, se pueden usar objetos”.

Un ejemplo similar al anterior, pero en otro escenario, es cuando los niños tienen un tuto de apego.

“La mayoría de los niños tienen o han tenido un tuto. El tuto, que puede ser una frazada o a veces una muñeca, es lo que permite separarse de la mamá. Hay niños que en la primera etapa, cuando van al colegio, se les deja un objeto de la mamá. Puede ser hasta una cartera o qué sé yo. Eso es un elemento inanimado, pero para este niño, en parte, representa a la mamá y disminuye el impacto de su ausencia. Después de un tiempo, si tiene un desarrollo normal, empieza a jugar con otros y ese elemento queda de lado”.

Bajo esta línea, O’Ryan enfatiza que “es como una transición”.

“Y el trabajo en el psicoanálisis, muchas veces, es descubrir cuál es el significado específico para cada persona”, sintetiza el miembro titular de la APCh, refiriéndose a los objetos y la interpretación personal que le dan las personas a nivel inconsciente.

¿Por qué sentimos miedo hacia los objetos inanimados que parecen humanos? Foto: referencial / Michael Zajkov (artista).

La teoría del uncanny valley y qué ocurre en el cerebro cuando no se cumplen nuestras predicciones

Para explicar por qué se desencadena el miedo hacia los objetos inanimados que tienen características humanas, el director del Centro de Estudios en Neurociencia Humana y Neuropsicología UDP, Francisco Parada, recurre al concepto del uncanny valley (o “valle inquietante”, en español).

Se trata de una teoría que abarca “cómo nos relacionamos y nuestras expectativas en torno a lo que ocurre con la persona o el objeto con el cual yo me voy a relacionar”.

“Para ponerlo en otros términos. Si tú vas caminando y te encuentras con una botella de bebida o lo que sea, y ves que está llena, inmediatamente generas predicciones acerca de ese objeto que es conocido. ¿Y qué es lo que vas a generar? Por ejemplo, si la vas a tomar, como ves que está llena, vas a necesitar cierta fuerza para tomarla. Entonces, vas a tomarla con esa fuerza”.

Pero, ¿qué pasa cuando nuestras predicciones no se cumplen?

“A todos nos ha pasado. Por ejemplo, ves un vaso plástico (no transparente) y crees que puede estar lleno con algo. Lo tomas muy fuerte y luego te das cuenta de que estaba vacío. Ahí ocurre una especie de pequeño accidente, en donde uno no logra manejarse”.

Dicha situación —en la que no se cumplen las predicciones que se tienen— alude a la esfera física. No obstante, aquello también puede darse a nivel emocional.

“Y eso es lo que ocurre con estas figuras humanoides, maniquíes o similares. Entonces, el uncanny valley, vendría aplicándose —en estos términos— en que son demasiado reales o tienen características demasiado exacerbadas. Si es muy real, no consigues tener el vínculo emocional que deberías esperar. O sea, si te encuentras un ‘humano’ un día en tu oficina y se ve exactamente igual a uno, pero hay algo en los ojos que no calza, te va a provocar disconfort o miedo, debido a que no está ese link emocional o interaccional”.

En otras palabras, el experto cuenta que se presenta “una suerte de disonancia cognitiva, en el sentido de que las pieles no se ven así, los ojos no se mueven así, ese movimiento no es biológico o la forma de interacción tampoco”.

Parada asegura que para los investigadores es interesante estudiar dónde se encuentra el umbral para determinar cuándo una figura se puede interpretar como real, no real o producir incomodidad.

Un campo en el que se ha considerado aquella arista es el de la tecnología y los nuevos equipamientos que se podrían usar en áreas como la de la medicina. Por ejemplo, a través de robots enfermeros.

“Podría ser una ventaja gigantesca, pero la pregunta es: ¿cómo se vería ese robot? ¿Como una aspiradora o un refrigerador, o lo queremos hacer humanoide? Y si queremos esto último, ¿vamos a darle ataques al corazón y pesadillas a la gente de la tercera edad o a quien los vaya a ocupar? Esa línea de investigación es muy importante para nosotros en neurociencias y psicología”, comenta el especialista de la Universidad Diego Portales.

Esa relación entre qué tan real se ve un robot o figura con características humanas y la respuesta emocional que desencadena en las personas, es parte de lo que aborda el concepto del uncanny valley.

“En el cerebro, esto lo hemos estado investigando desde hace mucho tiempo. Hay un fenómeno conocido, por lo menos primo del uncanny valley, que se llama pareidolia”.

Aquel fenómeno, a grandes rasgos, hace referencia a situaciones como —por ejemplo— cuando se miran las nubes y se perciben figuras como la de un animal o un rostro conocido, por solo decir algunas posibles.

“Es eso de atribuirle una forma, una realidad, a una cosa que no tiene orden realmente. Es muy cercano al uncanny valley, porque efectivamente muestra cómo uno atribuye sentido. Entonces, si yo miro una sombra, y la relaciono con un monstruo, le estoy atribuyendo un montón de sentido y me gatillo una respuesta emocional”.

Más concretamente en los casos en los que hay temor o incomodidad hacia objetos inanimados con características humanas altamente reales, “le atribuyo una respuesta y no tengo correspondencia, no está ese vínculo”.

Ahí, factores como las expresiones faciales y los movimientos biológicos cobran un carácter fundamental.

“Eso es muy importante, porque evolutivamente, tú necesitas saber qué se mueve, si lo hace como un animal o si lo hace como un árbol cuando le choca el viento. Tu vida depende de eso. Por lo tanto, varias áreas del cerebro están enlazadas a ver qué está vivo o te puede atacar. Principalmente, la corteza prefrontal ventromedial, que vendría siendo uno de los núcleos más cruciales al momento de evaluar algo”.

De esta manera, Parada subraya que el temor hacia estos objetos está relacionado con el aprendizaje, lo evolutivo y la actividad cerebral.

¿Por qué sentimos miedo hacia los objetos inanimados que parecen humanos? Foto: referencial / Ron Mueck (artista).

Cuándo el miedo hacia un objeto pasa a ser una fobia

Es normal que una persona pueda sentir incomodidad ante un elemento con características humanas, por lo que no todos los casos entran en lo que se define como una fobia.

La directora del Servicio de Psicología Integral UDD, Michelle Diemer, explica que “el miedo implica una emoción ante un estímulo que probablemente causa sorpresa, desconcierto o se percibe como un peligro o una amenaza”.

“Más allá de la edad, sea un niño, un adolescente o un adulto, probablemente todos vamos a reaccionar con una conducta de querer evitar cuando se presenta. Puede ser una muñeca, un maniquí u otra figura. Ese miedo es natural, normal, pero cuando este pasa a ser muy intenso, empezamos a hablar de una fobia”.

Supongamos que en este momento estás leyendo esta nota en tu computador y que junto a él, en tu escritorio, hay un objeto con aspectos altamente parecidos a los de un ser humano.

Puede que te asuste hasta cierto punto, pero según la experta, “si sigues con tu vida normal, no continúas pensando en eso durante la noche, no evitas caminar por ese lugar específico, no esquivas conversar sobre el tema o no te molesta que digan la palabra, hablamos simplemente de un miedo”.

Cuando ocurre lo contrario y experimentas síntomas físicos como “un aumento en los latidos del corazón, mayores palpitaciones, un incremento en la tasa respiratoria, sientes que tus músculos tienen cierto grado de rigidez, aparecen náuseas, vómitos, te cuesta respirar, vértigo o todo lo que implica una manifestación física de un miedo intenso, ya es una primera alarma”.

“Si además de estos síntomas físicos hay otros cognitivos, como quizás tener de forma recurrente pensamientos que son absolutamente irracionales o exageradamente negativos, como que el muñeco te va a ahorcar”, dice Diemer, también es otro punto a considerar.

Y si a esto se le suman síntomas conductuales como escapar de los lugares en donde se encuentra el objeto que causa el temor, lo ideal es buscar ayuda profesional con un psicólogo.

“Generalmente, lo que uno hace en estos casos es tratar de ir acercándose de forma progresiva y paulatina al objeto temido. Primero, pensar en la palabra. Cuando la tolero mentalmente, trato de decirla. Luego lo veo en una foto. Y una vez que lo tolero, me voy acercando a la meta, que sería tenerlo frente a mí”.

En este sentido, la especialista de la Universidad del Desarrollo sentencia a LT: “Lo importante, es que con cualquier miedo que sea exagerado, más que evitar y decir ‘nunca más veo el objeto’ en cuestión, es acercarse gradualmente, en la medida que sienta que lo hago y mi ansiedad no aumente (...) Eso es lo que habría que hacer si es que se transforma en una fobia como diagnóstico, vinculado a un trastorno de ansiedad propiamente tal”.

Cabe recalcar que siempre es recomendable acudir a un profesional para evaluar cada caso particular y las mejores formas de tratarlo.

¿Por qué sentimos miedo hacia los objetos inanimados que parecen humanos? Foto: referencial.

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