La historia de la esvástica del bosque, el símbolo nazi que estuvo oculto por medio siglo

El historia de la esvástica del bosque, el símbolo nazi que estuvo oculto en un bosque por medio siglo. Foto: Adam Tanner/UPPA.

Mientras un estudiante de paisajismo visualizaba unas imágenes de un bosque de Brandeburgo, en Alemania, vio algo fuera de lo común: una gigantesca esvástica creada con 150 alerces, que a su vez estaban rodeados de pinos. Se cree que el diseño habría sido instalado en la década de 1930, aunque no hay certeza oficial sobre los motivos.


Por muchos años, quienes conocían ese gran bosque pensaron que era como cualquier otro. Al caminar debajo de los árboles no se podía notar ningún fenómeno extraño. Pero al volar desde el aire, solo desde una altura muy específica, era posible presenciar algo más que claro: la existencia de una esvástica nazi arbórea.

Corría el año 1992 y Ökoland Dederow, estudiante de paisajismo, estaba analizando minuciosamente fotos aéreas de los bosques de Brandeburgo para poder hallar líneas de riego. Había pasado un par de horas haciendo ese trabajo encargado para su pasantía, cuando de pronto presenció algo extraño en esas imágenes.

Una de las tomas, que abordaba las cercanías de la zona de Zernikow, estado de Brandeburgo, aproximadamente a 100 kilómetros de Berlín, tenía algo fuera de lo común. Entre los árboles estaba diseñado el símbolo del nazimo, conformado por unos 150 alerces que habían sido plantados solo en esa zona específica.

La decisión de poner alerces no era al azar. Mientras dura el otoño y la primavera cambian de color, por lo que podrían resaltar con un color anaranjado y amarillo entre el verde de los pinos. Al mirar el descubrimiento el joven llamó inmediatamente a su jefe, Günter Reschke, para ver si es que lo que observó no era pura imaginación.

Reschke no lo pensó dos veces. Era claro que se trataba de una esvástica oculta, insignia que había sido prohibida desde el término de la guerra. Para verificar en primera persona lo que mostraban las fotografías, el jefe decidió arrendar una avioneta.

Después de sobrevolar la zona en cuestión, se dio cuenta que la evidencia de las imágenes era real. El efecto visual de la esvástica aún seguía ahí, oculta a la vista de los caminantes.

Un escondite que duró medio siglo

Antes de comunicar el hallazgo a las autoridades respectivas, Günter Reschke llamó al guardabosques local Klaus Göricke, quien podría dilucidar el periodo de nacimiento del símbolo nazi en el bosque.

Después de unos análisis, Göricke identificó que el grupo de árboles podría haberse originado en la década de 1930, posiblemente cuando Adolf Hitler ya estaba instalado el poder. Eso quería decir que la esvástica había pasado más de la mitad de un siglo escondida en ese sitio.

Pero, ¿cómo fue que sobrevivió por tanto tiempo y nadie se dio cuenta?

El símbolo nazi que estuvo oculto en el bosque de Brandeburgo. Foto: Reuters.

Hay varios indicios que permiten entender la perduración de la cruz en el bosque. Uno de ellos radica en que no era posible verlo todo el año, puesto que solo resaltaba cuando los árboles se ponían anaranjados y amarillos, en el periodo del otoño y primavera.

Otro punto a favor fue que los aviones que volaban a alturas muy altas no podían verlo, y los otros tipos de aviones estuvieron prohibidos mientras duró la Alemania del Este. Si hubieran estado permitidos, quizás se habría descubierto la esvástica mucho tiempo antes.

Hasta el momento, hay distintas versiones sobre los motivos que llevaron a realizar la plantación. Aunque es evidente que era para honrar la figura de Adolf Hitler, no hay certeza oficial de si es que realmente ocurrió para su cumpleaños número 50, en 1939, cuando se llevó a cabo una fiesta nacional en toda Alemania.

También se cree que podría haberse tratado de un regalo de un empresario que simpatizaba con el nazismo, cuando Hitler cumplió 49 años. Otras hipótesis apuntan a que la siembra de esos árboles habría ocurrido para agradecer al Servicio Laboral del Reich, debido a acciones hechas en Zernikow.

Lo cierto es que cuando salió a la luz el hallazgo, un granjero de la zona salió a contar que en su niñez un guardabosque le entregó dinero por cada alerce que plantara en lugares determinados.

En todos los momentos en que sembró, el agricultor jamás se dio cuenta que los árboles en conjunto formaban el mayor símbolo del nazismo.

Adolf Hitler. Foto: Getty Images.

Eliminar los alerces: una difícil misión

No había ninguna duda que la esvástica era un mal recuerdo que deseaba ser olvidado por muchos alemanes, por lo que su presencia en el bosque causaba incomodidad y rechazo. Cabe destacar que, para el momento del descubrimiento, esos terrenos pertenecían al estado.

Por lo mismo, en 1995 el entonces presidente de Alemania, Roman Herzog, emitió la orden para eliminar la controversial cruz arbórea. El primer obstáculo para hacerlo fue que decidieron no eliminar todos los alerces, que eran aproximadamente 150, sino que solo 43. Y es que en ese momento, las autoridades pensaron que de esa manera el boceto quedaría eliminado.

Pero no fue así.

En el año 2000, Reuters dio a conocer nuevas imágenes áreas que evidenciaban que la esvástica seguía con su diseño visible para quien volara a baja altura. Los 100 árboles que no habían sido sacados cinco años antes, habían permitido que la figura continuara sobreviviendo.

Para ese momento parte de los territorios habían pasado a ser propiedad de privados, por lo que las autoridades alemanas tuvieron que salir a persuadir a ese grupo de personas para ingresar nuevamente a arreglar la situación.

Hasta que, a fines de los 2000, los dueños de esos espacios entregaron el visto bueno y entraron funcionarios con sus motosierras para talar algunos alerces.

Pero en esa instancia no se quiso cometer el mismo error y se aseguraron de que, mientras se eliminaran los árboles que cambiaban de color, toda la acción fuera verificada con alguien vigilando desde las alturas. Así fue como se pudo poner fin para siempre al controversial símbolo ubicado en medio de alerces y pinos de un bosque alemán.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.