Columna de Óscar Contardo: Un regalo de Dios

Yo no tuve formación religiosa y en oportunidades ciertas frases relacionadas con la fe se me escabullen, no logro asirlas en su significado exacto. Un ejemplo es el mandamiento que ordena a los creyentes no invocar el nombre de Dios en vano. Me costaba entender qué significaba exactamente hablar de Dios "en vano".



Luego de dejar el cargo de arzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati dijo en una entrevista que la actual crisis de la Iglesia "es una oportunidad" para transformar lo que él llama "limitaciones humanas" de su institución. El cardenal, como tantas otras autoridades religiosas, suele utilizar un lenguaje brumoso cuando los hechos lo obligan a rendir cuentas concretas, en este caso sobre los acontecimientos ocurridos durante el periodo en que lideró la Iglesia Católica chilena. Eso que el cardenal llama "oportunidad", no es algo nuevo para él. Ya antes de asumir como arzobispo, el señor Ezzati pudo haber marcado una diferencia, según numerosos testimonios. Como sacerdote salesiano, por ejemplo, cuando era provincial de la congregación a fines de los 80 y fue advertido de los abusos que cometía el cura Rimsky Rojas en Valdivia.

Rojas manoseaba y masturbaba a sus alumnos en el colegio en el que ejerció como delegado pastoral entre 1985 y 1988. Existen testimonios de esos hechos y también de que el señor Ricardo Ezzati, en su calidad de provincial, habría recibido reclamos de una apoderada y de un religioso. Rimsky Rojas no sufrió castigo. Fue enviado a Iquique, estuvo un breve período en África y luego fue destinado al Liceo San José de Punta Arenas, en 1990, cuando Ricardo Ezzati aún era provincial de la congregación. En Magallanes gozó de la protección del obispo salesiano Tomás González, quien lo nombró su vicario. González tenía en esa época como asistentes a los curas Jaime Low y Víctor Hugo Carrera, ambos fueron acusados de abuso sexual.

Rimsky Rojas repitió en Punta Arenas las transgresiones que había cometido en Valdivia. La única diferencia es que su estadía en el Liceo San José duró más, cerca de 10 años, y las redes de poder que estableció en la zona eran más fuertes. Rojas dejó Magallanes luego de aparecer involucrado en la investigación por la desaparición de Ricardo Harex, alumno del Liceo San José. Harex fue visto con vida por última vez en octubre de 2001. Su destino aún es un misterio.

El cura Rojas no sufrió mayores contratiempos sino hasta 2010. Durante ese año uno de los exalumnos de los que abusó en Punta Arenas supo que la congregación lo había nombrado director de un hogar de niños en Puerto Montt. Aquel exalumno lo encaró y le advirtió que si no dejaba la dirección del hogar de niños, él recurriría a la prensa. Rimsky Rojas se asustó, abandonó Puerto Montt y buscó refugio en Santiago, donde acabó suicidándose.

¿La situación de Rimsky Rojas fue una excepción dentro de los salesianos? Todo indica que no. Varios compañeros de generación de Rimsky Rojas fueron acusados de abuso después de ser ordenados sacerdotes en los 80. Audín Araya, por ejemplo, primero fue denunciado internamente por tres alumnos del colegio salesiano de Concepción; la congregación recibió los antecedentes y se comprometió con las víctimas: los salesianos alejarían al cura Audín Araya del contacto con jóvenes a cambio de que los estudiantes no acudieran a la fiscalía. Los muchachos aceptaron el trato, pero los salesianos no cumplieron. Sacaron del país a Audín Araya por un tiempo y luego lo trasladaron a otro colegio. Las víctimas se enteraron por casualidad que Araya seguía como profesor de adolescentes. Decidieron entonces recurrir al Ministerio Público. Araya fue condenado. Un exreligioso me aseguró que Audín Araya había sido denunciado mucho antes de su paso por Concepción, cuando estuvo en Iquique a fines de los 80, en la época en que Ezzati era provincial: había masturbado a un niño. Si lo hubieran detenido en esa oportunidad, los muchachos de Concepción estarían a salvo (uno de ellos se suicidó en medio del proceso).

Una suerte distinta a la de Audín Araya corrieron los curas salesianos Tomás Aguayo y Juvenal Castro. Ambos -curas con prestigio de formadores- fueron denunciados internamente durante los años 90 y trasladados sucesivamente de colegio en colegio. ¿Dónde están ahora? ¿Qué pasó con el sacerdote salesiano que estuvo a cargo de un hogar de acogida para niños pobres de calle Cumming que la congregación debió cerrar repentinamente en 1994? ¿Cuántos sacerdotes salesianos han sido obligados a abandonar el estado clerical porque las denuncias internas nunca cesaron? ¿Cuántos de ellos actualmente trabajan como laicos en colegios católicos? ¿Alguien les informa a las comunidades de esos colegios las denuncias canónicas que pesan sobre ellos?

Yo no tuve formación religiosa y en oportunidades ciertas frases relacionadas con la fe se me escabullen, no logro asirlas en su significado exacto. Un ejemplo es el mandamiento que ordena a los creyentes no invocar el nombre de Dios en vano. Me costaba entender qué significaba exactamente hablar de Dios "en vano". Cuando leí que el cardenal Ezzati había dicho en una entrevista que la crisis actual de la Iglesia era "un regalo de Dios", comprendí a cabalidad el sentido de ese mandamiento. R

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