Será un 18 de septiembre “sin precedentes” y una “vivencia liberalizadora”: la euforia del primer festejo bajo cierta normalidad tras más de un año de encierro

Querer celebrar, reunirse y un entusiasmo dieciochero inusitado, reconocen en el comercio vinculado a esta fiesta. Psicólogos, sociólogo y filósofa explican que no es casual. Es sentir de nuevo vitalidad, motivación y libertad de disfrutar aquello que quedó a medias por la crisis sanitaria.


Se siente en el aire. El ánimo de fiestas patrias este año es mayor. Y no se trata solo de un gran espíritu patriota. A la primavera y la celebración del 18 en 2021 se suma otro evento sin precedentes: disfrutar y reunirse en pandemia, pero con más libertades.

Una de las pocas celebraciones nacionales son las fiestas patrias. La pandemia continua, pero el escenario es diferente. Es posible reunirse en familia con aforos más amplios. Hay más libertades. Los viajes dentro y fuera de Chile están permitidos. Es el primer festejo con cierta “normalidad” después de meses de restricciones pandémicas.

Pese a que serán pocos días, el entusiasmo en la población es creciente. En el mercado lo saben. Jorge Escobar, gerente general de El Carnicero, comenta que desde agosto se aprecia un repunte en uno de los productos con mayor demanda, la carne.

Si bien la pandemia, por las cuarentena y restricciones, afectó el consumo durante inicios de 2020, principalmente entre marzo a junio, con caídas sobre el 30% de las ventas si se compara con mismo período año anterior, Escobar señala que el consumo de carnes en general ha “tenido un aumento en julio y agosto de alrededor del 20%”.

“Este año en comparación al pasado, hemos notado un gran aumento en las compras”, añade la gerenta de marketing de Carnes Don Joselo sobre una tendencia que se da hoy, dice, porque las medidas de confinamiento bajaron notoriamente “y eso permite que puedan reunirse más personas en torno a la parrilla”.

asado
La demanda por carnes ya es evidente, reconocen en el sector.

En el mercado de vinos también notan el optimismo imperante. Sebastián Gutiérrez, gerente comercial nacional de Viña Santa Rita indica que para septiembre proyectan que sus ventas nacionales aumenten 5% respecto a 2020.

El entusiasmo por festejar es evidente, agrega Bernardo Serrano cofundador de Courier la Coctelera: “Sí, definitivamente, desde finales del mes agosto se ha reflejado un aumento de consumo en muchos de nuestros productos debido a las próximas fiestas patrias”.

Agrega que el alza en el flujo de seguidores y consultas en redes sociales, evidencian el frenesí actual, “hay mucho más flujo en nuestro ecommerce y mayor participación consultando sobre los diversos courier disponibles”.

En el mercado de vinos también notan el optimismo, con un aumento en las ventas.

“Para la industria de las bebidas espirituosas, las fiestas patrias son el segundo hito más importante del año por concepto de ventas tras fiestas de fin de año”, explica Juan Pablo Solís de Ovando, presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Licores y Bebidas Espirituosas de Chile.

Se trata de un mes, que para el sector, la venta aumenta entre un 15% y un 20% respecto a un mes promedio de un año normal. “Sobre las tendencias - y al igual que en los últimos años – en los destilados vemos un alza hacia los productos premium por sobre los estándar, siendo está fecha de celebración una instancia donde la gente opta por mejores productos respectos a un mes normal”, dice Solís.

Recuperar el tiempo perdido

En países como España e Italia hubo un fenómeno similar. Con la llegada de la primavera y las mejores cifras epidemiológicas, la gente salió masivamente, dice el sociólogo de la U. de Chile Octavio Avendaño sobre una vivencia que califica como “liberalizadora” después de la crisis. “Es normal este anhelo y desenfreno para salir y celebrar, que también se dio en la primavera en Europa”.

Una crisis es un momento especial. Una palabra que viene del griego y se refiere a “dividir y decidir”, dice la directora del Departamento de Filosofía de la U. de Santiago, Diana Aurenque. Sea del tipo que sea, viene acompañada de la obligación de tomar postura; de continuar un camino o iniciar otro. “Refleja en realidad de forma aumentada lo que ocurre permanentemente: La vida en cierto modo es crisis, necesidad de decidir, de asumir responsabilidad al elegir determinadas opciones y dejar otras”, acota.

Momentos de crisis constituyen ´situaciones límites´, como denomina Karl Jaspers, dice Aurenque, donde se evidencian las grandes impotencias de la existencia. “Asuntos de los que no podemos escapar o controlar, como la enfermedad y la muerte. Por eso, superar o salir de una crisis es también recuperar salud”. Y también, celebrar esa condición.

Querer celebrar, reunirse y el entusiasmo dieciochero, dice Aurenque, más que euforia por la normalidad, se trata de sentir de nuevo vitalidad y motivación, “como quienes han estado largamente enfermos, privados de posibilidades y hoy disfrutan poder realizar aquello que quedó a medias”.

Diana Aurenque. Foto: Mario Tellez / La Tercera

Disfrutar gracias al desconfinamiento, al aumento de libertades, y el tener la sensación de que hay cosas que están volviendo a ser como eran antes, a nivel emocional tiene como resultado lo que se denomina “desescalada emocional”, explica Ignacio Puebla, psicólogo y jefe del departamento de Cultura de Seguridad de Mutual de Seguridad.

“En la medida que los números de contagios desciendan y las comunas avancen en sus fases de apertura, se genera un efecto positivo en el bienestar de las personas, ya que el estado anímico se ve favorecido, manifestándose emociones como la alegría, gratitud y la esperanza”, sostiene Puebla.

Las ansias de celebrar no son casuales. La pandemia ha generado una profunda sensación de angustia en la población chilena, indica Rodolfo Bachler, doctor en Psicología y académico de la U. Mayor, quien junto a su colega Pablo Segovia realizaron un estudio para evaluar la angustia peritraumática frente a la crisis (gravedad del trastorno de estrés postraumático), y encontraron que las tasas de ese indicador en Chile son muy superiores a las de otros países.

La hipótesis de los investigadores es que Chile, a diferencia de otros países, experimentó un quiebre de la normalidad a partir de la intersección de dos escenarios complejos, que superponen el uno sobre el otro, lo que contribuyó a generar angustia entre sus habitantes. “Me refiero a la interacción de la crisis sociopolítica y la crisis sociosanitaria”, explica Bachler sobre situación que analizaron en un seminario realizado en julio de este año.

Querer celebrar, reunirse y el entusiasmo dieciochero, dicen especialistas más que euforia por la normalidad, se trata de sentir de nuevo vitalidad y motivación.

“La angustia es por definición una sensación que se genera producto del esfuerzo que el cuerpo hace por reprimir una emoción desagradable, tristeza o ira, por ejemplo, de modo que una vez superadas las condiciones que provocan angustia, es esperable que las personas experimenten ansiedad que es una emoción que se relaciona con expectativas hacia el futuro”, dice Bachler.

Los pueblos siempre han necesitado de ritos y de celebraciones. De fiestas donde se invierten los roles sociales, se celebra la vida, la cosecha o a los Dioses. En dichas fiestas, explica Aurenque, se renuevan los lazos comunitarios, se da espacio público al goce colectivo y hasta se relativizan preceptos morales o normas sociales.

En las fiestas Saturnales, ejemplifica Aurenque, los romanos celebraban al Dios Saturno con fiestas donde se bebía mucho vino, se daban ofrendas y donde incluso se olvidaba la diferencia entre señores y esclavos. “En nuestro país tenemos pocos espacios de celebraciones de este tipo; de tradiciones que nos permitan celebrar y sentirnos partes de una misma comunidad. Así, ad portas del 18 de septiembre no puede sorprender que se quiera festejar en comunidad, sentir que la vida, con todos su altos y bajos, vale la pena ser vivida”.

Las medidas de control de la pandemia, aunque son de diverso tipo, pueden ser vistas como medidas que restringen las libertades en el corto plazo, pero en el largo plazo apuntan a la recuperación de la libertad, agrega Bachler. Por ello, dice es esperable que experimentado ese tiempo como un tiempo de restricciones, “lleve naturalmente a querer disfrutar al máximo ahora que las libertades comienzan a recuperarse”.

Ansiedad de normalidad

El desconfinamiento y la proximidad de las fiestas patrias, dan la oportunidad para retomar actividades o rutinas que generaban beneficio antes de la pandemia. Por lo mismo, aclara Puebla, hay una sensación de querer hacer muchas cosas a la vez.

En algunos casos, añade Puebla, eso puede traducirse en no saber por dónde empezar: “Salir de vacaciones fuera del país, visitar familiares que no has visto en lo que respecta el transcurso de la pandemia, retomar la actividad física al aire libre, y en espacios donde antes se encontraban cerrado o reducido en aforos, o ir a gimnasios y parques”.

En ese escenario también es probable experimentar “ansiedad por normalidad”. La psicóloga de psyalive.com, Marcela Robles señala que es una posibilidad “sobre todo si pensamos que existe todavía un temor a que se presente un rebrote y se deba volver al confinamiento y a medidas más estrictas en cuanto a los encuentros sociales”.

Disfrutar las libertades antes de perderlas, parece ser el lema. Eso podría, dependiendo de las características y necesidades personales, así como del estado emocional, provocar una conducta, dice Robles tendiente a generar reencuentros y panoramas diversos y continuos, “que permitan recuperar aquello que se había perdido y que se considera relevante”.

Alberto Larraín, psiquiatra y académico de la U. Autónoma complementa que se debe tener claro que uno de los aspectos que más ha afectado la pandemia es la temporalidad. Cuesta comprender el mes, día de la semana, o incluso a ratos el año en el que estamos. En ese contexto, la revinculación social será paulatina.

“Más que tener la sensación de que es el tiempo el que se ha perdido, o tener una lista de cosas por hacer, lo mayoritario es el preguntarse cómo ir recuperando espacios, y hasta donde se puede llegar ante esta nueva fase de libertad”, aclara Larraín.

Puebla coincide en que existe una sensación de recuperar esa “deuda pandémica” vivida estos casi dos años. Desde el punto de vista del bienestar psicológico, es importante salir de la zona de confort del hogar, o de tanto tiempo de encierro, y volver a reencontrarnos con nuestros vínculos cercanos, dice el psicólogo que aconseja un retorno paulatino y progresivo “no olvidando que el volver a retomar estas actividades debe ser siempre, cumpliendo con las medidas de protección y prevención”.

¿Pero si no tienen todos las mismas expectativas? Para conciliar, Larraín aconseja organizarse en función del quién va último en el proceso de la pandemia, no del quién va primero. Es decir, si hay quienes tienen ansiedad o miedo por los contagios, no sólo se deben tomar todos los resguardos, sino que la familia debe acoger su planteamiento y buscar estrategias que no los pasen a llevar. “Lo importante es que de esto salgamos todos juntos, no unos a costa de otros. Se deben priorizar los espacios abiertos y el respeto, porque el dolor es personal siempre”, reitera.

Para muchos, aunque se aproxime la primavera o el 18 esté a la vuelta de la esquina, sentir temor es una experiencia válida y esperable, explica Robles, puesto que, a pesar de lo difícil que fue para muchas personas el confinamiento, con el paso del tiempo, dicho escenario se transformó en la rutina “que nos otorgó la sensación de estar protegidos del peligro de contagio”. Lograr acuerdos previo de cómo se manejarán las medidas sanitarias, qué y cómo comerán, dónde se reunirán, entre otros puntos, ayudan, dice.

“Es sumamente importante respetar los propios sentimientos y no forzarse a enfrentar encuentros que nos puedan hacer sentir incómodos o intranquilos, recordar siempre que si no estamos preparados, podemos abstenernos de participar, o formar parte de las actividades manteniendo las medidas personales que estimemos convenientes para poder disfrutar de dichas instancias”, reitera Robles.

Múltiples experiencias y vivencias de un 18 de septiembre sin precedentes. El primer espacio de encuentro luego de la crisis. Una crisis que si es experimentada como tal, “entonces no cabe duda que de ella surgirá una actitud o comportamiento distinto”, sentencia la directora del Departamento de Filosofía de la U. de Santiago.

“Nadie es el mismo luego de una situación crítica”, resalta Aurenque. La crisis ocasiona un cambio. Marca un antes y un después. Y dado que los seres humanos somos diversos y valoramos la vida en función de juicios altamente individuales, la filósofa señala que es esperable que la forma en la que cada cual decida vivir luego de esta crisis vaya en direcciones distintas.

“Para algunos, esta crisis significará quizás valorar más la vida social, para otros será más importante el trabajo, la salud, o quizás la ciencia o la aventura. Con todo, es esperable que al menos en lo inmediato, haya una intención de dedicarse a aquello que se considere importante, en vistas de aprovechar el tiempo y llenarlo con los momentos que se desea sean recuerdos”, concluye Aurenque.

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