“Muchas veces he sido la única”. “Somos minoría”. “Está pensada para hombres”. “Me cuestiono mis capacidades”: investigadoras chilenas y la brecha de género en ciencia

El 11 de febrero es el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia. Seis científicas nacionales relatan cómo de niñas se acercaron al mundo científico y las experiencias que han debido enfrentar en un espacio en el que aún están sub representadas.


Ser mujer en ciencia, lamentablemente, no da igual. La Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) señala que para las investigadoras las carreras son más cortas. También son peor pagadas que las de sus pares varones. A su vez, su trabajo está poco representado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos.

En 2021 un estudio de dos décadas reveló que tienen menos probabilidad de ganar premios científicos de excelencia como el Nobel. El análisis identificó 141 premios internacionales de gran prestigio, como la Medalla Fields de matemáticas y el Premio Robert Koch de ciencias biomédicas, los que fueron otorgados a 2.011 hombres versus 262 mujeres, entre 2001 y 2020.

¿Más datos? En campos de vanguardia como la Inteligencia Artificial, solo uno de cada cinco profesionales (22%) es mujer. En campos tecnológicos que impulsan la Cuarta Revolución Industrial, siguen representando sólo el 28% de los licenciados en ingeniería y el 40% de los licenciados en informática y computación.

Cifras hay muchas. Una brecha de género en ciencia y tecnología resultado de creencias estereotipadas de género que atribuyen características y habilidades diferentes según género, presentes en diferentes aspectos de la sociedad y que diversos estudios resaltan, se manifiestan a temprana edad.

Las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población mundial y por consiguiente la mitad de su potencial. La igualdad de género, además de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas, con pleno potencial humano y desarrollo sostenible. Por esa razón, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró en 2015 el 11 de febrero Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia.

Soñar con ser científica

Apoyar a las científicas y promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, requiere, entre otros aspectos, de ejemplos. Modelos a seguir que diversas investigaciones resaltan, inspiran a las niñas a seguir campos STEM.

Las actuales científicas chilenas están haciendo esa tarea. Como Karin Saavedra, Ingeniera Aeroespacial, Dra. en ingeniería mecánica, quien dice que de niña su gusto por las matemáticas y los videojuegos la llevaron hacia la ingeniería.

Karin Saavedra, Ingeniera Aeroespacial, Dra. en ingeniería mecánica.

“Crecí, en el sur sabiendo que tenía el desafío de viajar para seguir estudiando, fui curiosa y decidida”, dice Saavedra. La ciencia en su vida llegó sin buscarla, porque quería enseñar y aplicar lo que iba aprendiendo.

Para Fabiola Arévalo Reyes, Dra. en Ciencias Físicas, especialista en Cosmología y Relatividad General y trabajo en la Universidad Mayor, sede Temuco, el imaginarse como científica no era algo que estaba en su mente en sus primeros años: “No, cuando niña la curiosidad me llevó a leer libros de todas las áreas. Pero no sabía que existía la opción ser científica en Chile, no era una carrera muy conocida comparada con ahora, ni tenía referentes de mujeres en ciencia”.

Al crecer, para Arévalo fue más evidente que su interés por el conocimiento la conduciría eventualmente a la ciencia. Libros de ciencia. Películas. Programas de ciencia ficción. Todo eso la inspiró a elegir una carrera en física para estudiar el universo.

Denisse Parra-Giordano, Dra. MSc, enfermera y profesora asociada Universidad de Chile, cuenta que cuando era niña y había ruidos de noche en su casa, mientras ella con su hermana mayor tenían miedo, su mamá salía en la oscuridad con una linterna a mirar. Ella no entendía cómo lograba el valor. Pero su mamá, dice, siempre le repetía que se debe conocer la causa de los sucesos, para así entenderlos y tratarlos. Fue el impulso para su curiosidad.

Fabiola Arévalo Reyes, Dra. en Ciencias Físicas, especialista en Cosmología y Relatividad General, investigadora en la Universidad Mayor, sede Temuco.

Así, la creatividad para Parra-Giordano fue creciendo. Lo que fomentó su curiosidad, que la alentó a potenciar sus talentos, “a no rendirme frente a las miradas inquisidoras de mis pares al levantar la mano una y otra vez en clases por preguntas o con las respuestas”.

Carla Hernández, Dra. en Didáctica de la Matemática y las Ciencias Experimentales por la Universidad Autónoma de Barcelona, y directora de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ciencia, USACH, señala que, de niña, inicialmente siempre quiso ser profesora, y cuando descubrió la astronomía fue que se interesó por la ciencia”.

El abuelo de Hernández era aficionado a la astronomía. Él fue quien le enseñó a usar su telescopio. “Fue algo deslumbrante”, asegura. “Me surgieron tantas preguntas y muchas ganas de aprender más”. Finalmente estudió física. Obtuvo la pedagogía y se especializó en didáctica de las ciencias, “donde logré fusionar mi amor por la ciencia y la enseñanza”.

Denisse Parra-Giordano Dra. MSc, enfermera y profesora asociada Universidad de Chile.

Ahora Hernández se dedica a buscar formas en que más niñas y niños se interesen por aprender ciencia. “Para mí fue esencial el apoyo de mi abuelo, que me inspiró a perseguir mis sueños independiente de lo que las demás personas esperaran de mí”.

Adriana Bastías, bioquímica, Dra. en Ciencias mención Ingeniería Genética Vegetal, académica Universidad Autónoma, presidenta Red de Investigadoras, nació en Puerto Natales rodeada de naturaleza. Sus padres cada noche le leían. Una simple rutina que fue generando en ella un amor por la lectura que se mantiene hasta hoy. “Pero no creo haber conocido el concepto de científica cuando era pequeña”, recuerda.

Lo que Bastías sí recuerda es un juego de química. Fue un regalo que recibió “y que fue marcando lo que sería muchos años después mi camino profesional”, admite.

En la experiencia de niña de Romina Ramos Rodríguez, investigadora del Instituto de Estudios Internacionales Universidad Arturo Prat, ella recuerda que siempre quiso ir en contra de los estereotipos. No solo asociados al género, también a las condiciones socioeconómicas y a cualquier situación que le impidiera conseguir sus anhelos. “Cuando era niña la ciencia no estaba en los objetivos de mi pequeña escuela pública. Por ese motivo, el mundo científico recién lo conocí en la universidad. En la motivación de mi profesora guía de tesis, Marcela Tapia, que inspiró mis primeros pasos en el ámbito científico y lleno mi futuro de sueños por cumplir”.

Carla Hernández, Dra. en Didáctica de la Matemática y las Ciencias Experimentales por la Universidad Autónoma de Barcelona, y directora de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ciencia, USACH.

Los obstáculos

Pasar de ese anhelo de niñas a concretar una carrera científicas, para las investigadoras chilenas, suele ser un camino no exento de inconvenientes. Y los datos son claros: En Chile, solo el 34% del personal investigador en ciencia son mujeres, según datos OCDE de 2018.

“Muchas veces he sido la única mujer en la sala de clases (como alumna o como profesora)”, reconoce en ese sentido Saavedra.

Una experiencia que Hernández también reconoce: “Al estudiar física ingresas a un mundo donde las mujeres somos minoría en cualquier espacio”. Una realidad que admite le ha enseñado a ser fuerte y resiliente, “pero a la vez, me ha hecho abrir los ojos respecto a lo machista que es la comunidad académica”.

¿Cómo se expresa ese machismo? Hernández relata, por ejemplo, que cuando da una opinión no la consideran hasta que viene un hombre y la confirma. También ocurre que le dan el crédito del trabajo de científica al hombre del equipo. “Esos son ejemplos de obstáculos que van afectando emocionalmente y que a veces me hace cuestionar mis propias capacidades. Para nosotras no hay límites, pero cuando avanzas y obtienes logros, hay quienes se sienten amenazados. Es ahí donde comienzan a surgir los obstáculos, pero no es un problema de nosotras como mujeres, sino del sistema y de quienes lo constituyen”.

Romina Ramos Rodríguez, investigadora del Instituto de Estudios Internacionales Universidad Arturo Prat.

Para Saavedra lo más difícil ha sido comprender que no es ella la que se debe adaptar, “sino que el entorno debe cambiar y asegurar las condiciones para que todas las personas sean bienvenidas en estos espacios que han sido históricamente de hombres”. El beneficio es para toda la sociedad.

Se requiere un cambio de mentalidad. Una “re-humanización” de la ciencia, recalca Hernández para que “primen valores como el respeto y la confianza dentro de los entornos de trabajo”.

Parra-Giordano indica que gracias a su crianza nunca sintió diferencia de género hasta desenvolverse en la academia. Sin embargo, dice en la carrera académica, sí ha sentido clara discriminación por su sexo. “No hay equivalencia entre los requisitos solicitados para la jerarquía, o, mejor dicho, son los mismos, sin reconocer el trabajo no remunerado que la mujer ejerce y sobre todo si se ha optado por ser madre o cuidadora”.

Adriana Bastías, bioquímica, Dra. en Ciencias mención Ingeniería Genética Vegetal, académica Universidad Autónoma, presidenta Red de Investigadoras.

Más aún, esta brecha de género ha sido incrementada por la pandemia, añade Parra-Giordano, tanto en la postulación a fondos concursables, como en envío y publicación de artículos, en el contexto del cuidado de la casa y familia.

“Creo que hay varios obstáculos que han ocurrido, peor el no poder encontrar trabajo en la región donde vivo me sigue pesando (vivo en O’Higgins), eso sumado a niños pequeños me ha complicado, pero también son mi mayor aliciente para buscar cambios en el sistema”, asegura Bastías.

La precariedad laboral en ciencias hace complejo el escenario para compatibilizar ambos el rol de madre y científica. Un vivencia que relata Ramos: “Sin duda la mayor dificultad ha sido conciliar mi vida maternal y profesional. La ciencia está pensada para los hombres y todo lo relacionado con los prejuicios de género que pesan sobre nuestros hombros. De hecho, y pese a los tímidos avances, este tema sigue siendo un desafío ineludible para las instituciones académicas y científicas”.

Lo más complejo, agrega Arévalo, es ser una minoría. “En física, las académicas somos un 14%, y a medida que se avanza en la carrera cada vez somos menos”, indica. En incontables ocasiones ha sido la única mujer en un curso. Lo mismo en una charla, en una reunión o en un comité. “Más de una vez se esperaba que yo fuera la que tomara notas. La situación ha ido cambiando, ahora hay más conciencia, iniciativas y programas para lidiar con esta inequidad, así que soy optimista frente al futuro”.

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