La paradoja de los hipocondríacos: estudio dice que mueren antes que los que se preocupan menos por su salud

Hipocondríaco (imagen referencial).

Los hipocondríacos son personas que se preocupan excesivamente por su salud. En un estudio se descubrió que estas personas viven en promedio cinco años menos que los que no padecen la enfermedad.


Contrario a la creencia de que preocuparse meticulosamente de la salud conduce a una vida más larga, un nuevo estudio realizado por el Instituto Karolinska de Suecia, señala que aquellos que se preocupan en exceso por su bienestar pueden, de hecho, enfrentar un riesgo mayor de mortalidad.

Recientemente un grupo de científicos suecos descubrió una paradoja médica: los hipocondríacos que se preocupan excesivamente por su salud tienen una esperanza de vida menor a la del resto de las personas, lo que suena contradictorio.

Los hipocondríacos son personas que sufren una preocupación excesiva y constante por tener una enfermedad grave, a pesar de la falta de evidencia médica que respalde esa creencia. Las personas con hipocondría tienden a interpretar de manera exagerada los síntomas físicos normales o menores como signos de enfermedades graves.

Estudio dice que los hipocondríacos mueren antes que los que se preocupan menos

Puede significar visitas frecuentes al médico y buscar repetidamente la confirmación médica de que no están enfermas. Sin embargo, también puede implicar evitarlas por completo por el miedo de estar realmente enfermos y eventualmente morir.

Aunque el término hipocondríaco es correcto, los médicos indican que se está volviendo peyorativo, por lo que animan a utilizar el término trastornos de ansiedad por enfermedad (IAD por sis siglas en inglés). Las personas con este trastorno son incapaces de controlar sus miedos y preocupaciones y con frecuencia creen que cualquier síntoma o sensación es un signo de una enfermedad seria.

El estudio analizó datos de 42.000 personas, de las cuales 1.000 tenían el trastorno por ansiedad de enfermedad. Se siguió a los participantes durante dos décadas, se comparó a aquellos diagnosticados con IAD con aquellos que no mostraba niveles significativos de preocupación por la salud.

Los resultados indicaron que, en promedio, los que se preocupaban morían cinco años más jóvenes que los que se preocupaban menos. Además, el riesgo de muerte aumentó por causas tanto naturales como no naturales.

Foto referencial.

Las personas que murieron por causas naturales tuvieron una mayor mortalidad por causas cardiovasculares, respiratorias y desconocidas. No tuvieron una mayor mortalidad por cáncer, lo que parece extraño porque la ansiedad por cáncer está muy extendida en la población, señala Esteban Hughes, profesor titular de medicina en la Universidad Anglia Ruskin, que no participó del estudio, en una columna de opinión en The Conversation.

Estudio dice que los hipocondríacos mueren antes

Por otro lado, la causa principal de muerte no natural en la cohorte de IAD fue el suicidio, con un aumento de al menos cuatro veces mayor en comparación de aquellos sin el trastorno. Esto puede explicarse por la fuerte asociación entre el suicidio y los trastornos psiquiátricos, dado que el riesgo aumenta con la enfermedad.

Sobretodo si añadimos el hecho de que las personas con IAD pueden sentirse estigmatizadas y desestimadas sobre lo que piensan, y puede ser bastante debilitante porque una persona con esta afección pasará mucho tiempo preocupándose y visitando clínicas y hospitales, señala Hyghes. Se deduce que esto puede contribuir a la ansiedad y la depresión, lo que en última instancia conduce al suicidio en algunos casos.

En el caso de la muerte por causa natural, esto puede estar asociado a los factores de estilo de vida, aunque parece más difícil de explicar, el consumo de alcohol, tabaco y drogas son más común en personas ansiosas y en aquellas con un trastorno psiquiátrico. Se sabe que estos vicios pueden limitar la longevidad y, por lo tanto, pueden contribuir al aumento de la mortalidad por IAD.

Hughes advierte que los médicos deben estar alerta a los problemas de salud de los pacientes y escuchar con mayor atención, sin menospreciarlos. “Es muy posible que las personas con IAD tengan un trastorno subyacente oculto: una conclusión impopular, lo acepto”, comenta.

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