La inusitada disputa entre ganaderos y guanacos a causa de la crisis climática

guanacos
Foto: Solange Vargas

Un estudio revela el papel del fenómeno climático global en una disputa en la zona centro del país, por los territorios y el escaso alimento disponible.


La situación en la zona central de Chile ha estado marcada hace décadas por crudos y constantes episodios de sequía. Este escenario, ya sea por actividad humana -conocido es el problema con la producción de paltas en Petorca- o sobre todo la falta de agua, se refleja en cifras como la entregada este mes por la Universidad de Santiago (Usach) en las zonas centro y centro sur del país en el período 2010-2019: el promedio de la temperatura en este período fue mucho más alto que el promedio de temperatura de la segunda mitad del siglo XX. Fue la década más cálida en casi todo el país y particularmente seca en la zona central, de acuerdo a Raúl Cordero, académico del Departamento de Física de la mencionada casa de estudios.

La situación es reafirmada por estudios de mediados de 2019 que además mencionan el efecto antrópico o de impacto humano del fenómeno en el medioambiente, que hablan de déficits de lluvia promedio de 20 a 40%, y anticipan sólo una recuperación parcial de las precipitaciones en el centro de Chile en las próximas décadas.

Pero este complejo escenario no sólo se vincula con la falta de agua. Porque en áreas como Petorca, la sequía también ha afectado la producción de los ganaderos locales, que culpan a los guanacos de la falta de pasto para sus animales y demandan soluciones urgentes contra estos hervíboros. Sin embargo, el problema es mucho más profundo.

Guanacos tutelares

El guanaco (Lama guanicoe) es el mayor mamífero terrestre del país y el ungulado (se apoya y camina con el extremo de los dedos) más grande de América del Sur. Además es muy eficiente, y es capaz de comer pastos toscos o vivir en el desierto de Atacama comiendo cactus, aunque la mayoría del tiempo busca pastos tiernos y nutritivos como los utilizados por los ganaderos de la zona central del país para sus animales.

Aunque existe en Sudamérica desde antes de la llegada de los españoles, su población fue diezmada por la cacería y sólo en los últimos años aumentado su presencia en la zona central, además de un 60% que habita la Región de Magallanes.

El inconveniente surge cuando las poblaciones silvestres de guanacos compiten por recursos forrajeros con bovinos que pertenecen a agrupaciones ganaderas consumidores de las escasas hierbas disponibles, y no están adaptados para sobrevivir en condiciones cambiantes ni enfrentar la sequía.

Por ello la importancia de estudio realizado por Solange Vargas, estudiante de doctorado en ecología aplicada en la Universidad de La Serena y la Universidad Católica del Norte, quien recogió en su investigación la demanda de los ganaderos del ya alicaído sector de Petorca.

"Estos guanacos, población nativa del lugar, al parecer desde mediados de los años 90 hasta hoy han aumentado su población. Ese aumento, junto con otros factores, generó lo que los ganaderos perciben como una competencia por los recursos forrajeros", cuenta.

Así, en una colaboración con el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de la provincia de Petorca y las asociaciones de Alicahue y Paihuén, los científicos buscaron entender qué ocurría en el lugar. Realizaron para ello un estudio socioecológico donde a través de métodos cualitativos con ganaderos, trataron de analizar su conocimiento ecológico para averiguar por qué todo terminó en un conflicto. Encontraron algo más.

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Mapa de Petorca, área donde se realizó el estudio.[/caption]

La punta del iceberg

"Cuando comenzamos el estudio se pensaba que los ganaderos sólo culpaban al guanaco por la falta de pasturas, pero en nuestra investigación surgieron cosas que no conocíamos", afirma Solange Vargas. "Los ganaderos saben que en esta competencia por recursos, el guanaco es parte del problema con el ganado, pero el tema de fondo, señalan, no es el animal sino un aumento en las condiciones de aridez que ellos relacionan con el cambio".

"Ellos (al cambio climático) no le dicen así. Usan otras terminologías o sequía, pero sí reconocen un problema que se incrementó los últimos 15 años. Esto hizo que se redujeran las pasturas disponibles y que al haber menos nieve, no hubo un control natural de la población de guanacos".

"En terreno y en base lo vivido por años, los ganaderos se dan cuenta del fenómeno. Sin pronósticos ni modelos, poseen un conocimiento a través de la experiencia que les demuestra que las condiciones ambientales en la cordillera han cambiado para el ganado, y que para los guanacos ha sido favorable", señala Vargas.

Pero, ¿por qué hay más guanacos hora que antes? Mariano de la Maza, biólogo del Departamento de Diversidad Biológica de Conaf, indica que "la nieve actúa como barrera natural y al disminuir por el cambio climático, la población de guanacos, que tiende a buscar los mejores pastos, aumenta, y las poblaciones que viven en el lado argentino se suman a las que viven en Chile".

"Los ganaderos tenían la impresión que había más flujo de guanacos a zonas que antes estaban protegidas. No saben de dónde son, pero sospechan que al guanaco le ha ido bien en términos de conservación, más aún gracias a una ley de caza que los protege a partir de los años 90", asegura la científica.

"Es todo un proceso", afirma Leonidas Valdivieso, Director Regional de Valparaíso del SAG. "La cantidad de alimento ha ido disminuyendo y implica que el guanaco, que está arriba, toma la mejor parte. Después, cuando llega el ganadero no hay nada, sus animales bajan con menor peso, y aumenta la mortalidad".

Según estimaciones, la población de guanacos varía entre 1.500 y 3.000 ejemplares. No se quedan establecidos en un punto fijo, hay 'pasillos' y se mueven en la cordillera de acuerdo a las condiciones climáticas, buscando los mejores pastos. En cambio, un ganadero puede tener entre hasta 4 mil cabezas de ganado.

"El reclamo tiene que ver con las precipitaciones: cuando habían, el problema no existía y todos convivían. Pero esto viene de larga data, las primeras reuniones surgieron en 2006 0 2007, pero luego llovió y el asunto desapareció", agrega.

El núcleo

Pero la situación no es exclusiva del área de Petorca, cuenta Solange Vargas, quien ha estado trabajando en apoyo de la conservación de camélidos salvajes en Chile por más de 7 años y tiene más de 10 años de experiencia trabajando con comunidades locales, especialmente de sectores rurales e indígenas.

"Seguí trabajando en esta zona y expandí el estudio hacia el sur de Coquimbo y la Región Metropolitana, notando que la situación se repetía en la franja cordillerana", apunta.

La científica menciona en este caso al Valle del Choapa (cerca de la minera Pelambres, sectores de San Agustín, Chillepín o Cuncumén) pero suma un factor adicional: la minera resguardó un sector y los guanacos están más protegidos, por lo que los ganaderos responsabilizan a la minera por esta razón. Además, agrega a San Felipe y Los Andes al área de expansión.

Efectivamente, la sequía se ha repetido en sectores de Chillepín y Cuncumén hacia el norte, y Los Andes y San Felipe hacia el sur, según la Oficina de Servicios Climatológicos de la Dirección Meteorológica de Chile. En esta última ciudad, donde existen datos de estaciones meteorológicas hace casi 50 años, el escenario es elocuente: desde el año 2000 a 2019 existe un 14% de déficit; en el período 2010-2019 el déficit promedio es de un 35% y 2019 fue el año más seco, con un 91% de déficit (desde 1971).

"Aún así, Petorca parece ser el núcleo. Allí parte todo y se expande", asevera Vargas.

De acuerdo a la experta, datos preliminares sugieren que ambas especies no están ocupando el territorio al mismo tiempo; lo que sí ocurre es que el guanaco, al estar permanentemente en la cordillera, toma ventaja de las posturas antes que suban los otros animales.

"No es una competencia directa, sólo se anticipan en el tiempo y aprovechan del pasto de mejor cantidad nutricional. Cuando sube el ganado en noviembre o diciembre, el guanaco ya está de vuelta, sobre 2.600 o 3 mil metros de altura".

"Hay un solo punto de encuentro: las vegas altoandinas, pero no se observan comportamientos de rechazo", asegura.

Mal de ora

"Las instituciones se dieron cuenta que no era un problema ecológico que se pudiera compensar sacando al guanaco, el problema era más complejo y probablemente asociado al aumento de las condiciones áridas", cuenta Vargas. "Pero requiere políticas públicas y adaptación al fenómeno global, así como una serie de medidas en conjunto".

"Hay un manejo que ellos mantienen históricamente y que no es acorde con la realidad. Una de las medidas es la capacidad de carga animal que tiene la cordillera: mientras más ganado es mejor, pero no significa que sea sustentable con el tiempo", señala Leonidas Valdivieso. "Hay que buscar formas de dejar algunos sectores para que el guanaco no ingrese y sitios para que los ganaderos suban con una cantidad menor de animales, permitiendo seguir teniendo sus hábitos y costumbres".

"La manera que podemos ayudar es con imágenes satelitales, actividad vegetativa y establecer una capacidad de carga. Aún así se requiere mayor investigación. Es muy importante que sepan reconocer el mayor problema", afirma el Director Regional de Valparaíso del SAG.

"Hay caza ilegal en la cordillera pero no se lo podemos atribuir a los ganaderos", apunta Solange Vargas. "Incluso el guanaco es un animal que tradicionalmente se usó como medicina para el 'mal de ora', una especie de parálisis facial que según la tradición popular podía sanarse usando la pata del animal. La almohadilla se pasa en el rostro como un masaje y el mito dice que se alivia la parálisis".

"Pero esta caza no sabemos de dónde viene. Sospechamos que hay un componente local -tradición de consumo de carne que aún se mantiene-, pero también una demanda urbana por la carne de guanaco a pesar de ser una especie protegida".

"Nosotros no podemos colaborar con lo que los ganaderos nos pedían", asevera Valdivieso. "Es una zona de caza prohibida; querían que se abriera un coto de caza a objeto de disminuir la masa de guanacos, pero no es factible".

"El problema es lo que estamos sufriendo a lo largo del Maule hacia el norte: es un problema de sequía y tenemos que aprender a vivir de forma distinta. Además, ahora son los guanacos, pero también pueden ser los conejos, liebres y otros hervíboros. No podemos pensar que esa zona va a ser sólo de animales domésticos, es muy difícil", sentencia.

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