La ciencia encuentra lo útil cuando busca lo inútil

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La búsqueda de una vacuna contra el coronavirus demuestra de una manera concreta la importancia de invertir en ciencia y tecnología, sin embargo, para poder llegar a resolver problemas prácticos como éste, se debe comenzar desde la esencia, aunque en un comienzo parezca inútil.


De acuerdo con Platón, es imposible que nos formemos una imagen certera del mundo a través de los sentidos. Los sentidos humanos son medios limitados e imperfectos, que solo permiten ver las sombras de la realidad, nunca su esencia. Como consecuencia la actividad de la mente, el pensamiento, la especulación, son superiores a cualquier actividad práctica, en cuanto son las únicas formas de llegar a conocer verdaderamente la esencia de las cosas.

En contraposición radical con esta idea Francis Bacon, a final del siglo XVI, impulsó una visión completamente empírica del conocimiento, en la que este se funda totalmente en la observación de la realidad y en la realización de experimentos. Además, según Bacon la ciencia debía abandonar la abstracción especulativa del pasado y enfocarse en generar resultados de utilidad para el ser humano.

La primera visión ha determinado el gran desarrollo de las letras y de la reflexión filosófica durante dos milenios, en cambio la segunda ha impulsado el desarrollo científico y tecnológico de los últimos cuatro siglos. Basado en la sabiduría filosófica deberíamos asumir que nuestra mejor opción de llegar a un conocimiento lo más completo posible, está en el equilibrio entre dos puntos de vistas extremos.

Sin embargo, la actual sociedad del consumo tiende a empujar la ciencia, así como otras disciplinas, hacia lo extremo e incluso más allá. Recibiendo financiamiento a través de proyectos de corto plazo, los investigadores se ven obligados a generar resultados en tiempos limitados, dos o tres años. ¿Qué tipo de resultados? Publicaciones, publicaciones y publicaciones, la gran métrica del mundo académico actual, pero también premios, ojalá patentes e idealmente algún producto. Algo innovador, comerciable, algo útil. Pero ¿qué es útil?

Michael Faraday, uno de los padres del electromagnetismo, solía ofrecer conferencias publicas sobre su trabajo de investigación. En la primera mitad del siglo XIX los fenómenos eléctricos se podían considerar una curiosidad para personas excéntricas y científicos con poco sentido práctico. Por eso son proverbiales las respuesta de Faraday.

Michael Faraday.

En una ocasión un miembro del parlamento inglés preguntó a Faraday: “Para qué sirven todos sus maravillosos experimentos?” A lo que Faraday respondió: “Para qué sirve un niño recién nacido?” En otra ocasión la respuesta a la pregunta, “¿para qué sirve la electricidad?” su réplica fue: “Todavía no lo sé, pero sé que un día el gobierno podrá poner impuestos sobre esto”.

Hoy la electricidad es parte de la vida cotidiana y todos sabemos para que sirve. A final de 1800 los avances en el estudio de los fenómenos eléctricos hicieron posible el descubrimiento de la radiación electromagnética por parte de Heinrich Hertz; en 1885 Wilhelm Röntgen descubre los rayos X y, en 1896 Antoine Bequerel descubre la radioactividad, entre muchos otros hallazgos y aplicaciones que en el tiempo se demostraron realmente muy útiles.

Cuando Maria Sklodowska, más conocida como Marie Curie, decidió realizar su investigación de doctorado sobre el fenómeno de la radioactividad, éste no tenía ninguna utilidad en si. Marie realizaba sus experimentos en un galpón con muy escasos recursos y poco apoyo, a parte del de su marido, Pierre Curie. Fue solo gracias a su ya legendaria determinación y persistencia que pudo avanzar en su trabajo. Después de haber caracterizado el nuevo fenómeno, haber descubierto dos nuevos elementos (el Radio y el Polonio), haber ganado dos veces el premio Nobel y comprometido gravemente su salud, finalmente llegó a tener un laboratorio de verdad. Marie Curie nunca quiso patentar sus descubrimientos.

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Marie Curie.

Hoy día observamos como los países que han tenido la visión de invertir en ciencia cuentan con la capacidad de crear y producir una vacuna para eventualmente detener la pandemia de Covid-19, una herramienta sin duda muy útil, mientras que los países que no han realizado una adecuada inversión en infraestructura y formación de científicos tienen muchos menos elementos para responder a la emergencia.

Sin embargo, sería muy incorrecto reducir la ciencia a sus aplicaciones y a su capacidad de resolver problemas prácticos. El objetivo de la ciencia se acerca mucho más a la idea de Platón de conocer la esencia última de la realidad, lo cual resulta posible solo combinando la actividad de la mente y de los sentidos, la teoría y los experimentos, fuera de un marco utilitarista.

Solo en la medida en que penetra la esencia de la realidad, la ciencia adquiere la capacidad de resolver problemas prácticos. Ahora se podría objetar que la ciencia estudia la realidad material mientras que la esencia a la que se refiere el pensamiento filosófico no es una esencia material. Pero ¿qué es material? En el camino del conocimiento muchas barreras han caído y hoy tenemos una visión mucho más matizada de la realidad que en el pasado, en la que lo muy concreto se disuelve en lo impalpable, la materia en energía, la física en la filosofía.

Así podríamos decir que la ciencia encuentra lo útil sobre todo cuando busca lo inútil y que en definitiva el conocimiento es siempre útil, incluso y sobretodo cuando es inútil.

* Académico del Centro UC de Astro Ingeniería, Escuela de Ingeniería UC

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