¿Hasta que los ronquidos nos separen? Estudio chileno detecta cómo afectan en la relación de pareja

Foto referencial.

Sondeo del Centro Miintimidad, señala que 61% de las parejas de aquellos que roncan, reconoce que su sueño y capacidad de descanso se ve alterada. Algo que para el 39% implica además, sentir mucha rabia. Especialistas dicen que muchas parejas llegan a terapia por esa causa.


Es un problema frecuente en las parejas, pero no se le da suficiente atención, y podría afectar hasta el bienestar de las parejas e influir en separaciones. Se trata de los ronquidos.

La gran mayoría de las personas ronca de vez en cuando. Según la División de Medicina del Sueño de la Universidad de Pensilvania, es algo que que se vuelve más común en la adultez en el 40% de las mujeres y en el 57% de los hombres.

Pueden ser resultado de la anatomía y el peso de una persona. También por comportamientos como beber alcohol o dormir en una determinada posición. Puede producirse por un trastorno del sueño llamado apnea del sueño, que interrumpe el dormir y provocar problemas de salud. Pero no solo eso, también puede afectar la armonía en una relación.

Según indica la División de Medicina del Sueño de la Universidad de Pensilvania, el 40% de las mujeres adultas y en el 57% de los hombres, ronca.

En Chile, un estudio señala que 61% de las parejas de aquellas personas que roncan, manifiesta que su sueño y capacidad de descanso se ve alterada. Algo que para el 39% implica sentir mucha rabia.

En sondeo, realizado por Centro Miintimidad con 152 personas, de las cuales 116 son mujeres y 35 hombres, con edad promedio 40 años, se detectó que un 66% de los consultados roncan, siendo principalmente hombres.

Conflicto en la pareja

La directora de Centro Miintimidad, Odette Freundlich, comenta que en una relación, el dormir juntos implica complicidad y seguridad, ya que el cortisol o hormona del estrés disminuye y aumenta la llamada hormona del amor y bienestar, la oxitocina. Sin embargo, “toda esta maravilla y romanticismo se puede convertir en un infierno si en vez de silencio hay ronquidos”.

“Roncar no debiera ser aceptable, según los expertos en enfermedades del sueño, ya que afecta la calidad de vida de la persona que lo sufre y de las que lo rodean”, recalca.

Karina Pérez, posicóloga del Grupo Cetep explica que en la evidencia clínica los trastornos del sueño aparecen descritos en consulta como dificultades en la relación. “Efectivamente es un tema que aparece en las sesiones de terapia psicológica, ya que cuando se indaga para conocer las dificultades cotidianas, en ocasiones se detecta la asociación entre el insomnio de una de las partes y los ronquidos de la otra, lo que al no ser tratado puede ser una causal de conflictos importantes”.

Generan una dinámica de irritabilidad. Incluso pueden producir agresividad, ya que impacta en que ambos integrantes no cuenten con un descanso reparador. “El comportamiento se ve afectado notoriamente”, dice Pérez sobre una situación que requiere ser atendida por sus implicancias no solo en la conducta, sino en las capacidades cognitivas al metabolismo, “así como también en los estados motivacionales”.

Eduardo Pino, académico de la U. de Magallanes, psicólogo clínico, especialista en asesoramiento y orientación familiar, dice que las parejas que acuden a terapia llegan con problemáticas que llevan largo tiempo desarrollándose. No es algo específico, sino una acumulación de situaciones. Los ronquidos pueden estar dentro de esos factores. “No va a ser el motivo de consulta principal, pero al resultar molesto para quién lo aguanta puede adquirir un sitial relevante debido a las consecuencias de no descansar adecuadamente, lo que sí reviste gran importancia pues afecta negativamente”.

En esos casos, la o el afectado expresan su molestia ante la falta de consideración de quién ronca, que muchas veces, dice Pino, “ignora las quejas e incluso se puede llegar a reír o bromear con la situación”. Si hay sensibilidad de la parte afectada y vulnerabilidad de la pareja, eso potencia más el problema.

“La tendencia es que los hombres ronquen más que las mujeres, y además se correlaciona con niveles menos efectivos de empatía, por lo que ese tipo de dinámica conflictiva es más común en este caso particular”, aclara Pino.

La falta de sueño de ambos crea tensión en el matrimonio y crea una situación hostil y tensa. Foto: Reuters.

El roncar podría afectar la seguridad de estar en intimidad con otra persona, dice Camila Oda Montecinos, psicóloga y académica del Instituto de Ciencias Sociales de la U. Estatal de O’Higgins. Por miedo al rechazo que puede desencadenar los ronquidos, podría evitar quedarse dormido o esperar a que la otra persona se duerma antes de dormir. “En ese sentido puede ser el temor a roncar delante de otro, pero también puede indicar problemas más serios, ronquidos severos que se repiten en el tiempo es algo a observar en términos médicos”

La falta de sueño de ambos crea tensión y una situación hostil y tensa. En un estudio realizado hace unos años con 542 personas, en Estados Unidos, se mostró que el 63% de las parejas duermen la mayor parte de la noche separadas, 26% reportaron dormir mejor solos, el 20% dijo que se acurruca en un rincón de la cama.

Divorcio de sueño

No es extraño entonces, que pese al amor, dice Freundlich que al 29% de las personas encuestadas le gustaría dormir en camas separadas y al 28% admite que desean tener dormitorios apartes.

Estudios del Centro de Trastornos del Sueño de la Universidad Rush, indican que las parejas que luchan contra la apnea del sueño tienen una alta tasa de divorcio. Y suelen ser generalmente las mujeres las que más se ven privadas de sueño debido por las noches ruidosas de su pareja. No es un problema leve.

“Se ha demostrado que las parejas que duermen por separado pueden ser tan felices como las parejas que duermen juntas, y tienen una vida sexual tan buena como las parejas que comparten la misma cama. Si tenemos al lado a alguien ronque, que se mueva, dé patadas, pasaremos de un sueño más profundo a uno más superficial y al día siguiente, nos sentiremos cansados y de mal humor”, declara Freundlich.

Neil Stanley, especialista en trastornos del sueño, ha destacado cómo diversas investigaciones muestran que las parejas que se duermen juntas tienen un 50% más de interrupciones en el sueño que las que duermen separadas.

Es posible evitar un quiebre de la relación con un divorcio de sueño, indica Stanley, quien estuvo a cargo del laboratorio del sueño en la Universidad de Surrey en la década de 1990. Sin embargo, existe la creencia de que las parejas deben dormir juntos y cualquier desviación es problema o indica que la relación está amenazada.

Lamentablemente, de acuerdo con la kinesióloga especialista en sexualidad, el peso cultural que existe sobre el bienestar de la relación al dormir en la cama matrimonial, muchas veces impide tomar la decisión de separarse durante la noche, pues se percibe como crisis en la relación.

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Diversas investigaciones muestran que las parejas que se duermen juntas tienen un 50% más de interrupciones en el sueño que las que duermen separadas.

Si la pareja ha identificado la necesidad de separar camas como una medida que se sume a otras (como la atención médica especializada), Pérez dice que será importante considerarlo positivamente: “En terapia se puede abordar sesión a sesión a modo de acompañar en esa decisión, así como otras que pueden aparecer en el proceso y que contribuyan a buscar mecanismos para superar la situación”.

La clave en pareja, añade Oda, es buscar soluciones que les permitan estar cómodos. Y si esa opción es separar camas no tiene porque afectar la intimidad. Puede afectar mucho más la intimidad que las personas no descansen bien. “No hay que tener temor a elegir esta opción. La clave es cómo nos atrevemos a desafiar las normas culturales que muchas veces indican que las parejas tienen que dormir juntas sí o sí”.

Varias de esas parejas reportan que incluso este tipo de ejercicio ha revitalizado su líbido, señala Pino, “pues les recuerda su tiempo de pololeo y conquista”. Al llevarse bien y mantener en buen pie el amor de pareja, “siguen compartiendo momentos y espacios, mantienen una buena comunicación y acuerdan una frecuencia de relaciones sexuales que satisface las expectativas de ambos”.

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