La historia del locutor rebelde de Chaitén

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A diez años de la erupción del Chaitén, solo un recurso de protección sacó al mítico locutor de su pueblo. Volvió a los dos meses, llegando incluso a convertirse en concejal. El hombre clave en la reconstrucción de la ciudad relata su experiencia.


De sus propias cenizas, cada 500 años, resurgía Fénix. El mito del ave resiliente inspiró a la humanidad durante siglos, acaso para recordar con tesón que es posible superar adversidades en la vida y seguir adelante con el espíritu en alza.

El locutor Bernardo Riquelme transformó esa leyenda metafórica en una historia real, de carne y hueso. Cuando el volcán Chaitén entró en erupción ante la mirada atónita del mundo, allá por mayo de 2008, las calles de la comuna comenzaron a plagarse de cenizas y a vaciarse de gente, en un compás casi simultáneo. Sin embargo, frente a la ciudad evacuada, sin agua ni servicios básicos, Riquelme no se amedrentó. Durante nueve días informó, in situ, la evolución de los hechos desde un programa periodístico en la emisora local 105.7. Sus 20 años de periodismo en las venas así lo exigían.

Las paradojas del destino pusieron a Riquelme en el centro de la noticia. En boca de todos estaba ese hombre que luchaba contra la desolación irremediable de Chaitén. "Un recurso de protección me obligó a abandonar esa tierra, pero por poco tiempo. A los dos meses la pisaba nuevamente", recuerda.

El invierno llevaba oscuridad al pueblo a las cinco de la tarde. Riquelme caminaba solitariamente por calles desiertas, observando las casas inhabitadas de súbito, víctimas de un capricho misterioso de la naturaleza. Todo estaba ahí, en puntos suspensivos, como en una película de ciencia ficción: refrigeradores, muebles, ropa, incluso joyas.

No era alentador el escenario, claramente. Pero el periodista siguió adelante. "Aquí Chaitén" se transmitía desde Puerto Montt, aunque Riquelme cubría en el lugar, contando todo lo que veía. "¿Cómo está mi casa"? ¿Y mis animales?", preguntaban los chaiteneros, añorando el calor de sus hogares. Buscaban certezas en un presente de plena incertidumbre.

La gente empezó a volver, lentamente, 60 días después de la erupción. Y el locutor radial, impulsado por el deseo de que Chaitén saliera adelante, se involucró un poco más. "Ejercí como concejal entre 2008 y 2016, en dos periodos consecutivos. La tarea no fue fácil", acota. En su veta política emprendió la lucha educativa para que el liceo, en ese entonces en la comuna de Palena y financiado por la Municipalidad de Chaitén, regresara a la ciudad. Su voto, el último en una disputa reñida, lo hizo posible.

La batalla de Riquelme también fue dialéctica e informativa. Algunas voces del gobierno central auguraban el fin del Chaitén y la imposibilidad de que sus habitantes emprendieran el ansiado retorno. Las autoridades ejercían presión, ofrecían bonos y la compra de las casas a precios muy tentadores. ¿Qué iba a ocurrir con los servicios, las escuelas y los hospitales? ¿Funcionarían? La amenaza de vivir en un sitio despoblado y carente de servicios infundía miedo.

El desaliento sólo podía ser combatido con esperanza. Y Bernardo Riquelme, casi sin quererlo, inspiraba convicción en épocas de ilusiones flacas.

Chaitén siguió adelante, erguida pese las inclemencias del volcán, las presiones políticas y las dificultades para reestablecer una vida armónica luego de años convulsionados. Aunque la población se redujo un 40%, aproximadamente, su gente continuó con la frente en alto y el temple intacto.

Bernardo Riquelme va a cumplir 50 años y casi treinta en su carrera periodística. No descarta volver a la política, aunque no lo considera por el momento. Desde su rol actual, en la voz de la radio, realiza un valioso aporte para la comuna.

Cada vez que Chaitén lo necesite, él siempre estará a disposición.

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