Amenazas, chantaje, insultos, dejar en ridículo, apodos o sobrenombres: estudio determina que uno de cada cinco estudiantes es víctima de bullying

Foto: Reuters.

Un estudio con datos de Encuesta Global Kids Online Chile, establece, además que el 65% sufre esa intimidación en misma escuela, el 58% en persona, el 47% fue acosado digitalmente, mientras que el 21% experimenta tanto acoso en línea como fuera de línea.


El espacio de crecimiento, socialización y relaciones significativas que debería ser el colegio, en ocasiones se transforma una amenaza para muchos niños, niñas y adolescentes. Y la principal razón detrás de ello suele ser el bullying.

La conducta, que se define por el abuso sistemático de poder a través de un comportamiento agresivo o daño intencional por parte de los compañeros o compañeras, hoy se traspasa incluso al mundo digital.

¿Cómo se manifiesta? Si ese acoso es directo, las agresiones de uno o un grupo de alumnos se pueden expresar como amenazas, chantaje, insultos, dejar en ridículo, colocar apodos o sobrenombres. También como difundir mentiras, rumores o historias desagradables sobre las víctimas.

En el acoso cibernético, se busca ese mismo daño usando teléfonos móviles, mensajes de texto, mensajería instantánea, blogs, sitios web como Facebook, YouTube, o correos electrónicos.

El modo en que opera ese acoso online suele ser reenviando correos electrónicos privado, mensajes de texto a otra persona o publicarlos donde otros puedan verlos. Se pueden difundir rumores sobre las víctimas en línea, recibir correos electrónicos, mensajes instantáneos o mensajes de texto amenazantes o agresivos, o la publicación de fotos vergonzosas en línea sin su permiso.

La conducta, que se define por el abuso sistemático de poder a través de un comportamiento agresivo o daño intencional por parte de los compañeros o compañeras, hoy se traspasa incluso al mundo digital. Foto: Reuters.

En Chile, lamentablemente un porcentaje importante de niños, niñas y adolescentes lo viven a diario. Según el estudio artículo “Victimización online y offline: un análisis de grupos de adolescentes víctimas de acoso y ciberacoso en Chile” un 20% reporta ser víctima de hostigamiento. Para un 65% esa intimidación fue realizada por estudiante de la misma escuela, el 58% lo sufrió en persona y el 47% fue acosado a través de un canal digital, mientras que el 21% experimentó tanto acoso en línea como fuera de línea.

El estudio, que analizó datos recogidos por la Encuesta Global Kids Online (GKO) Chile, realizada en 2016 a mil niños, niñas y adolescentes de entre nueve y 17 años usuarios de Internet, detalla además que existe diversidad de víctimas de bullying “tradicional” y online (ciberbullying), identificando perfiles y grupos de víctimas.

En el trabajo participaron los investigadores Nicolás Trajtenberg, Universidad de Cardiff; Matías Dodel, Universidad Católica del Uruguay; Olga Sanchez De Ribera, Centro de Estudios de Justicia y Sociedad de la Universidad Católica; Patricio Cabello, Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile, y Magdalena Claro, Facultad de Educación de la Universidad Católica.

El impacto del acoso

La experiencia de acoso no es inocua. Diversos estudios detallan cómo impacta negativamente en la salud física y mental de las víctimas. Incluso en el largo plazo se pueden influir en una reducción de la adaptación a los roles de los adultos, incluida la formación de relaciones duraderas, la integración en el trabajo y la independencia económica.

Magdalena Claro, directora del Ceppe UC, e investigadora parte del estudio, señala que algunas de las posibles consecuencias son pérdida de interés en los estudios, ausentismo y menor rendimiento escolar. También pueden presentar depresión, ansiedad y pensamientos suicidas. “El bullying offline se viene estudiando hace tiempo, mientras que del ciberbullyng o bullying online se sabe menos. Si bien comparte características con el bullying tradicional, tiene la diferencia que puede invadir los espacios privados de un niño o niña”, detalla.

Se debe considerar además, subraya Patricio Cabello, profesor asistente del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile e investigador responsable del estudio, que es una forma de relación donde niños, niñas y adolescentes que atraviesan por una situación de vulnerabilidad o riesgo, están más expuestos y los efectos pueden ser más relevantes. Las consecuencias pueden ser hasta daños muy profundos en la autoestima. “En esto es fundamental la respuesta de los adultos, quienes en la actualidad tienen más conciencia y lo sancionan con mayor claridad”, indica.

La experiencia de acoso no es inocua. Diversos estudios detallan cómo impacta negativamente en la salud física y mental de las víctimas.

Sin embargo, cuando ese acoso es por medios digitales no siempre se asume con la misma relevancia que el tradicional. Y una de las razones, dice Claro es que no ha sido trabajado de manera suficiente a nivel del sistema escolar. “Es probable que luego de lo vivido en pandemia aumente la conciencia de este tipo de fenómenos que ya venían creciendo antes de la pandemia”, sostiene.

El niño, niña o adolescente que pasa por esa situación, tiene su vida totalmente ocupada por eso. Tal como Cabello sostiene “no tiene espacios donde puede escapar”. Muchas veces para las generaciones actuales esa separación entre la vida digital y la denominada “la vida real”, no es tan clara, añade, “existe cierta continuidad entre esos dos espacios, pero todavía con la posibilidad de ir regulando y generando espacios de encuentro y espacios donde lo online y lo offline se pueden separar, aunque sea débilmente”.

Se aprecia una gran heterogeneidad y complejidad cuando se habla de víctimas de bullying y ciberbullying, resalta el estudio. La traidicional clasificación de “no-víctima” y “víctima”, no es suficiente.

Cada grupo varía por edad, sexo, uso de internet, habilidades digitales, comportamientos de riesgo offline y características psicológicas. Primero, explica Claro están las víctimas “frecuentes offline” (41%). Se trata de niños, niñas y adolescentes cuyo principal canal de acoso es cara a cara por alguien de la escuela, y con una frecuencia bastante alta, de forma semanal o casi a diario. “Quienes forman parte de este grupo son en su mayoría hombres”, dice.

En segundo lugar están las víctimas “digitales ocasionales” (30%), que no denuncian acoso cara a cara, explica la experta UC, “sino solo episodios de acoso online y de relativa baja frecuencia, la mayoría reporta acoso una o dos veces al año”.

Finalmente están las víctimas “poli-múltiples” (23%) aquellas que sufren acoso cibernético y tradicional o cara a cara; por lo tanto, indica Claro, “se superpone el acoso en línea y fuera de línea”. Si bien se trata del grupo minoritario, añade se trata de un fenómeno complejo, “porque son NNA que de alguna manera son sujeto de agresiones por múltiples vías, y por lo tanto tienen pocos espacios de protección”. Quienes forman parte de este grupo son en su mayoría mujeres y en promedio mayores de 14 años.

En el acoso cibernético, se busca dañar usando teléfonos móviles, mensajes de texto, mensajería instantánea, blogs, sitios web como Facebook, YouTube, o correos electrónicos. Foto: Reuters.

Para el académico del IE, uno de los principales hallazgos de este análisis tiene que ver con la identificación del grupo de “poli-víctimas”, que sufren tanto bullying cibernético como tradicional. Muestran los niveles más bajos de bienestar emocional. “Es el grupo que está con la experiencia en todos los frentes y por lo tanto el que está sufriendo más”, señala.

De ese grupo, un 67% fue acosado por alguien de la misma escuela, un 11% reportó sufrir episodios de bullying al menos cada semana o diariamente, mientras que el 31% de estos niños/as y adolescentes informaron que se sintieron “muy molestos” la última vez que fueron victimizados, aproximadamente el doble que los otros dos grupos.

Lo que la investigación revela permite “pensar el bullying como un fenómeno más complejo que como generalmente se lo piensa”, indica Matías Dodel, profesor asociado del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Uruguay y co-investigador del estudio. “Entender un poco mejor el fenómeno del hostigamiento entre pares y diferenciarlo un poco de fenómenos que son estrictamente en línea y no entre pares”, aclara.

“Hay que tratar a estos grupos de forma distinta, porque son fenómenos distintos”, indica Dodel.

Otros resultados del estudio revelan que las niñas estuvieron más presentes en los grupos de acoso digital: un 66% en el caso del grupo de “víctimas digitales ocasionales”, a diferencia del tercer grupo “víctimas frecuentes fuera de línea”, en que las víctimas fueron mayoritariamente hombres (61%).

Ese hallazgo que es consistente con otras investigaciones que indican que las niñas son mayormente víctimas de ciberacoso, mientras que los niños sufren acoso más tradicional. Sobre la edad, los niños/as más pequeños (13 años y menos) estaban más presentes en el grupo “tradicional” o cara a cara, mientras que los adolescentes (14 años y más) eran más prevalentes en los otros grupos.

Comunidades educativas

El bullying es un fenómeno que se extiende desde un espacio a otro. En este mismo sentido, Cabello detalla que es necesaria más investigación para evaluar la efectividad de programas y componentes específicos que se dirijan simultáneamente a ambos espacios. “Creo que todavía nos cuesta mucho entender la importancia radical de la convivencia escolar”, enfatiza Cabello.

Por una parte, dice Cabello, hay un sistema escolar que tiene mucha presión para que los contenidos curriculares sean vistos en clase (no necesariamente aprendidos) y esa presión lleva a priorizar el trabajo sobre esos contenidos de manera unidireccional, por sobre el trabajo colaborativo. “Tenemos una escuela que impone un modelo competitivo donde los demás estudiantes no son aliados o colaboradores en el proceso de aprendizaje, sino rivales. Eso ciertamente no ayuda a tener escuelas donde se produzca diálogo y encuentro entre estudiantes”.

En ese sentido, sobresale el rol de las comunidades educativas, dice Claro, que tienen un papel formativo y de acompañamiento fundamental: “Hoy en día tenemos que preparar a las nuevas generaciones para vivir y participar en un mundo crecientemente digital. Esto implica desarrollar nuevas estrategias pedagógicas y formativas”.

Aún se aprecia deficiencias en las herramientas que las y los docentes cuentan en ese ámbito. La gran mayoría, explica Claro no se ha formado con una comprensión del rol que tienen los adultos de acompañar a los niños, niñas y adolescentes no sólo en el espacio presencial, sino también en el espacio digital o en línea.

Lo anterior implica por lo tanto, que no tienen las herramientas necesarias al momento de enfrentar situaciones y conflictos de convivencia digital como el ciberbullying. “Es fundamental que las escuelas definan e implementen programas de ciudadanía digital, para acompañar y preparar a los y las estudiantes para tener vidas plenas y constructivas en el entorno digital”, detalla Claro.

Es evidente el problema en la formación inicial docente, resalta Cabello en la formación para el uso seguro y pedagógico de tecnologías digitales, “lo que ayudaría mucho a enfrentar situaciones de este tipo, como en la formación para la resolución de conflictos y la convivencia”.

La realidad de acoso de niños, niñas y adolescentes en Chile en las distintas versiones, tiene en gran medida fundamento en cómo el sistema educativo aborda la convivencia, como si fuera algo paralelo o extraescolar, dice Cabello como si ocurriera fuera de la sala o en el patio. “La convivencia escolar es probablemente lo más importante en una escuela y debiera tener un abordaje transversal”, subraya.

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