¿A qué edad los adolescentes empiezan a pensar como adultos?

Los hallazgos podrían permitir a los investigadores analizar de manera más exacta el cerebro de los adolescentes y mejorar el diagnóstico temprano de enfermedades mentales.


La adolescencia es un período de la vida que marca la transición entre la infancia y la adultez, y se caracteriza por una serie de cambios físicos, emocionales y sociales que influyen de manera significativa en la vida de quienes la experimentan.

A nivel psicológico, la adolescencia se caracteriza por una montaña rusa de sentimientos. Los adolescentes luchan por comprender sus emociones y encontrar su lugar en el mundo. A menudo, enfrentan presiones y expectativas de sus familias, amigos y la sociedad en general, lo que puede dar lugar a la ansiedad, la rebeldía y la búsqueda de independencia.

Esta etapa de la vida es fundamental para el desarrollo de la función ejecutiva, un conjunto de habilidades cognitivas que nos permite planificar, organizar, tomar decisiones, regular nuestras emociones, mantener la atención y llevar a cabo tareas complejas. Estas habilidades son esenciales para el funcionamiento diario y la toma de decisiones efectivas, lo que se asocia a una madurez adulta.

Según la teoría neurocientífica, el cerebro humano experimenta un proceso de maduración durante la adolescencia, en particular en las áreas prefrontales. Estas áreas son críticas para el control de las funciones ejecutivas, ya que están involucradas en la planificación, la toma de decisiones, el control emocional y la regulación de la atención. Durante la adolescencia, se producen cambios en estas áreas del cerebro que influyen en el desarrollo de la función ejecutiva, pero, ¿a qué edad un adolescente alcanza la madurez?

Un nuevo estudio publicado en Nature Communications buscó precisamente cuándo madura la función ejecutiva, marcando la línea entre la adolescencia y la adultez. Los hallazgos tienen implicaciones significativas no solo para los psiquiatras y neurocientíficos, sino también para los padres, los educadores y, potencialmente, el sistema judicial a la hora de definir los límites del período adolescente.

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Si bien, existen teorías prominentes que sugieren que los adolescentes pueden alcanzar niveles de función ejecutiva adultos entre los 20 y los 25 años, “tales estancamientos en el cambio del desarrollo no han sido investigados en la mayoría de las investigaciones empíricas y no son comprobables dentro de los marcos analíticos comúnmente utilizados”, señala el estudio, desmintiendo la creencia de que el comienzo a la adultez es a los 25 años.

El estudio recopiló y analizó los resultados de cuatro grandes estudios independientes para crear un conjunto de datos de más de 10.000 participantes entre 8 y 35 años en 23 medidas distintas de función ejecutiva de 17 tareas distintas. Luego, los científicos analizaron esas métricas rastreando su cambio a lo largo del tiempo, de este modo, pudieron trazar la maduración de la función ejecutiva en la adolescencia.

El análisis de datos mostró una dinámica común de maduración de la función ejecutiva que era compartida entre ambos sexos: un rápido estallido de desarrollo de la función ejecutiva desde el final de la niñez hasta la mitad de la adolescencia (10-15 años), seguido de cambios pequeños pero significativos hasta la mitad de la adolescencia. (15-18) que se estabilizó al nivel de rendimiento adulto al final de la adolescencia (18-20).

De esta forma, los autores concluyen que 18 años es la edad en que la función ejecutiva madura por completo, dándole a los adolescentes una mayor capacidad de planificación y organización, toma de decisiones, autorregulación emocional, atención y concentración.

“Cuando hablo con los padres, muchos de ellos dicen: ‘¡No hay manera de que mi hijo de 18 años sea un adulto completamente formado!’”, dijo en un comunicado de prensa la autora principal Beatriz Luna, Ph.D., profesora de psiquiatría de la Facultad de Medicina en la Universidad Pittsburgh y experta de renombre mundial en desarrollo neurocognitivo.

“Otros factores conductuales importantes que complementan la función ejecutiva, como la capacidad de controlar las propias emociones, pueden cambiar con la edad. La capacidad de utilizar la función ejecutiva mejora de manera confiable con la edad y, al menos en un laboratorio, madura a los 18 años”, agrega.

¿A qué edad se alcanza la madurez?

Durante la adolescencia, el cerebro experimenta cambios significativos en las áreas prefrontales, específicamente en la corteza prefrontal (CPF). Es una de las áreas cerebrales más desarrolladas en los seres humanos y desempeña un papel fundamental en las funciones ejecutivas.

La razón por la que la CPF desempeña un papel crucial en las funciones ejecutivas se debe a su ubicación y conexiones con otras partes del cerebro. La CPF está interconectada con numerosas áreas cerebrales y actúa como una especie de centro de control para coordinar y regular diversas funciones cognitivas y emocionales. Estas conexiones permiten que la CPF influya en la atención, la memoria, la toma de decisiones, la inhibición de respuestas impulsivas y otras habilidades relacionadas con las funciones ejecutivas. Cuando la CPF se ve afectada por lesiones o disfunciones, se observan déficits en las funciones ejecutivas.

El estudio señala que el desarrollo de la función ejecutiva en adolescentes se ha estudiado en investigaciones independientes relativamente pequeñas utilizando una amplia gama de tareas o en estudios relativamente grandes utilizando evaluaciones muy limitadas de la función ejecutiva.

Es por esto que este estudio cobra importancia, ya que utiliza datos a gran escala, con múltiples evaluaciones y múltiples conjuntos de datos sobre el desarrollo de la función ejecutiva en adolescentes. “Se trata de una combinación de ciencia del desarrollo y big data. Estamos utilizando herramientas que no estaban disponibles para los investigadores que estudiaban el desarrollo cognitivo y cerebral hasta hace varios años”, dijo en un comunicado Tervo-Clemmens, quien comenzó la investigación como estudiante de posgrado en el laboratorio de Luna en Pitt.

Los resultados, como los gráficos de crecimiento reproducibles entre tareas y conjuntos de datos, podrían permitir a los investigadores realizar un seguimiento de cómo las intervenciones terapéuticas y farmacológicas podrían afectar los hitos del desarrollo.

Por ejemplo, la adolescencia es la época en la que surgen muchas enfermedades mentales, que también conllevan problemas en la función ejecutiva, como la esquizofrenia. Trazar la línea de tiempo del desarrollo del cerebro neurotípico permitirá a los investigadores rastrear mejor cualquier cambio sutil de la “norma” y posiblemente mejorar el diagnóstico temprano.

Tervo-Clemmens dijo a Big Think que él y sus colegas planean seguir investigando la función ejecutiva en adolescentes pero en contextos que se parezcan más al mundo real en situaciones de la vida cotidiana, por ejemplo, utilizando aplicaciones de teléfonos inteligentes, en lugar de depender únicamente de en tareas de laboratorio.

“Esto nos ayudará a comprender mejor las múltiples fuentes de variabilidad, tanto dentro como entre individuos, y acercarnos a los resultados del mundo real”, afirma. “También planeamos continuar desarrollando estos conocimientos para informar la aparición de presentaciones de salud mental, que generalmente surgen por primera vez durante la adolescencia, y que pueden estar asociadas con la función ejecutiva”.

El estudio señala que comprender no solo si los comportamientos cambian con la edad, sino también su forma, es fundamental para la ciencia del desarrollo y las correspondientes políticas de salud y estrategias de intervención y prevención para los adolescentes.

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