Desafíos de competitividad en Chile

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El ranking del Foro Económico Mundial reveló falencias del país en la adopción de las tecnologías de la información y en capacidad de innovación. Ambos elementos requieren un esfuerzo por parte de Estado para generar los incentivos adecuados.


La fortaleza en su macroeconomía le ha permitido a Chile consolidar el liderazgo regional que ostenta en el Índice de Competitividad elaborado por Foro Económico Mundial.

Con 70,3 puntos, el país escala una posición en el listado global de este año, hasta ubicarse en la casilla 33, seguido en América Latina por México en el puesto 46 (con 64 unidades) y de Uruguay, en el 53 (con 62,7). El reporte, encabezado por Estados Unidos, Singapur y Alemania, analiza 12 pilares para definir el nivel de competitividad de cada país y deja a Chile en lo más alto del podio cuando se trata de "estabilidad macroeconómica", honor que comparte con otras 30 naciones.

Ello, incluso pese al incremento que se ha registrado en deuda, dado que aún está en niveles manejables, arguye la entidad. El otro componente macro es la inflación, donde también figura en la primera posición.

Sin embargo, el mercado laboral y la innovación son dos lastres para el país en competitividad, de acuerdo con el ranking. Con 41 puntos, Chile se ubica en el puesto 53 cuando se trata de "capacidad de innovación".

Aunque supera la media de América Latina, queda muy por debajo del nivel que ostentan el grupo de países de altos ingresos, que promedian más de 60 unidades. Otra de las falencias que advierte el organismo en la "adopción de las tecnologías de la información y comunicación". En este pilar Chile se queda con 61 puntos, en el puesto 49.

De cierta manera, este informe vuelve a poner el tema de la capacidad de innovación en las empresas del sector privado, pero también por parte del Estado.

Esto, porque falta un esfuerzo de Estado que apunte a generar estímulos más claros para la innovación por parte de los privados, lo que pasa por incentivos tributarios, pero también por certeza jurídica a la hora de invertir, una buena defensa de la propiedad intelectual y un mercado laboral flexible y moderno.

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