Buscando una salida: accionistas y acreedores corren contra el tiempo para evitar la caída de Nova Austral

Instalaciones de Nova Austral.

Los dueños de la salmonera presentaron hace una semana una reorganización judicial en tribunales. Frustradas las negociaciones con los bonistas y el banco BND, la firma recurrió a este camino para forzar un acuerdo que tiene en vilo a Porvenir. Tienen el plazo en contra: la falta de liquidez y las deudas con proveedores dificultan su operación. La apuesta es la llegada de un nuevo dueño, que un operador del sector asuma la gestión de la compañía. Bancos de inversión ya buscan candidatos.


La situación de Nova Austral tiene en vilo a Porvenir, una ciudad que depende en gran parte de la salmonera que hace una semana presentó su reorganización judicial en los tribunales de la ciudad. Controlada por los noruegos de Altor Partners, su situación financiera se hizo imposible y las negociaciones con sus acreedores no dieron resultado. La apuesta es que en ese proceso de reorganización se consiga una solución de largo plazo que mantenga la continuidad de la empresa.

Los plazos apremian: el 20 de junio de esta semana la empresa presentó en el Juzgado de Garantía de Porvenir, en la Región de Magallanes, la lista de acreedores y ahora está a la espera de la designación de un veedor concursal, un cargo para el que suenan dos experimentados exsíndicos: Patricio Jamarme y Enrique Ortiz. Cuando el tribunal dictamine la resolución que apruebe la petición, la empresa tendrá 30 días hábiles para presentar un plan de reorganización que cuente, esta vez, con el respaldo de sus acreedores.

Ya hubo intensas negociaciones en los últimos meses, pero los esfuerzos no terminaron bien. Por una parte, está Nova Austral, asesorada por el estudio Carey, controlada por un fondo noruego que quiere salir de una empresa que está casi imposibilitada de pagar sus deudas. Por otra, los tenedores de bonos por US$415 millones, representados por la noruega Nordik Trustee. Los bonistas trabajaron en Chile con Barros Errázuriz y entre los mayores inversionistas están Moneda Asset y el family office de la familia Solari, Inversiones Megeve. Según personas ligadas a la negociación, ambos grupos chilenos tenían el equivalente al 52% de los bonos, aunque algunos aclaran que esos instrumentos fueron adquiridos con mucho descuento y que algunos de ellos ya los castigaron en sus balances. Así, todo lo que recuperen será ganancia futura.

En esas negociaciones, Altor Partners pujaba porque los acreedores capitalizaran las deudas, transformándose en accionistas y disminuyendo la carga financiera de Nova Austral. Pero contaron con la posición inflexible sobre todo del banco DNB, que con acreencias por casi US$70 millones ha sido representado por el bufete Morales Besa en Chile.

La reorganización judicial reabrirá la misma discusión y los actuales dueños de Nova Austral pretenden insistir en una capitalización como primera fase. La segunda sería la búsqueda de un operador del sector que se haga cargo de la empresa. “Este es un activo complicado que requiere de alguien de la industria”, opina un acreedor que no le extrañaría que se busque vender la firma a marcas como Agrosuper, Cermaq o Blumar, por ejemplo. En ese esfuerzo, dicen algunos negociadores interesados, hay varios bancos de inversión locales buscando soluciones posibles y tratando de atraer salmoneras chilenas interesadas en hacerse del activo.

El problema de los proveedores

Las deudas totales de Nova Austral suman US$560 millones y a los proveedores locales se les adeudan US$60 millones. Los dos mayores son proveedores estratégicos: proporcionan el alimento para la biomasa en crecimiento, el activo central del negocio.

La firma le debe a Nutreco US$23,9 millones y a Ewos otros US$9,7 millones. Son sus dos mayores acreedores a nivel local. Juntos concentran el 6% de las deudas.

Algunos actores que siguen el caso afirman que esos proveedores tienen cada vez más incentivos a seguir proveyendo alimentos para los salmones de Nova Austral. Otras fuentes lo descartan: ambas empresas tienen garantías sobre la biomasa y su estímulo es que ese activo no se deteriore.

Sobre todo Nutreco, que tiene prendas sobre biomasa de tres concesiones, cuyo avalúo comercial, según los documentos ingresados esta semana, suma $26.842 millones.

Pero la situación es compleja: la insuficiente alimentación conseguida para sus sembradíos de peces ha llevado a que los salmones estén sin el peso adecuado, lo que impide cosechar la materia prima. Ello, pese a que la firma ha conseguido prórrogas para mantener a los peces en los centros más tiempo del autorizado a fin de engordarlos bien, pero la falta de suministros ha agravado el problema, afirman fuentes sindicales.

Paradigmático es el caso del centro de cultivo Aracena 1, uno de los que actualmente maneja más biomasa y que con escasos suministros de comida apenas puede producir, agregan.

La situación se repite y con mayor gravedad en la zona de piscicultura en Tierra del Fuego. Allí se crían las ovas que después se convierten en peces. Si hay menos de estas que cumplan con los requisitos de desarrollo para ir a un centro de cultivo, la producción de los próximos meses caerá de todos modos.

En todo caso, diversas fuentes en la zona dijeron que el gobierno, a través del delegado regional presidencial José Ruiz, además de monitorear la situación, busca de manera conjunta con los ministros de Hacienda y Economía una fórmula que permita hacer viable la operación de la firma, incluso en la eventualidad de que finalmente caiga en insolvencia. Ello, para evitar despidos y una crisis social en Porvenir, donde su población depende de la salmonera.

El plan consistiría en despejar por el lado del Estado algunos flancos que mantienen detenida a la compañía, como apurar resoluciones que normalmente tardan más de 45 días. Sin embargo, no está claro qué pasará con los problemas judiciales y regulatorios de Nova Austral, que acumula sanciones y demandas.

Sobre todo, luego de que el Tribunal Ambiental de Valdivia dejara sin efecto las dos resoluciones de calificación ambiental (RCA) que permitían a Nova Austral relocalizar en la Reserva Nacional Kaweskar dos de sus centros de cultivo que estaban en el Parque Nacional Alberto de Agostini. Como no se pudieron sembrar, tampoco habrá producción. La firma mantiene actualmente 9 concesiones operando.

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