Los socialdemócratas dan un visto bueno por escaso margen a negociar otra alianza con Merkel

(From L) CDU Managing Director Klaus Schueler
(From L) CDU Managing Director Klaus Schueler, Christian Democratic Union (CDU) party's state leader in North Rhine-Westphalia Armin Laschet, Hessen Premier Volker Bouffier, German Chancellor Angela Merkel, and Christian Democratic Union (CDU) party po...



El Partido Socialdemócrata (SPD) dio un sí poco convencido a negociar para una nueva gran coalición de gobierno en Alemania, en un congreso que reflejó su división interna pero evitó a su líder, Martin Schulz, y por extensión a la canciller Angela Merkel, el cataclismo que hubiera sido un no.

Varias horas de vivo debate, en un congreso celebrado en Bonn (oeste) con el único de fin dar o no luz verde a la apertura de negociaciones para otra alianza de Gobierno, dieron la victoria al sí que pedía Schulz por 362 votos, frente a 279 en contra.

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Ello supone un 56 % a favor de la línea defendida por Schulz, a quien apoyaba el aparato del partido y algunas de sus figuras ya en la retaguardia, frente al no de las Juventudes ("Jusos") y otras corrientes internas.

Schulz lanzó ante sus delegados una dramática llamada a favor de abrir la negociación en busca de un gobierno estable, "por el bien de Alemania y de Europa", basado en al preacuerdo alcanzado con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera.

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"Llegó el momento de la verdad", apeló de nuevo, tras cinco horas de intervenciones que pusieron de relieve las muchas voces críticas contra una la tercera alianza con Merkel, quien gobernó ya de ese modo en su primera y tercera legislatura.

Consciente de las críticas de quienes echan de menos un "sello socialdemócrata" al preacuerdo, Schulz se comprometió a trabajar por "mejorar" lo pactado, como lograr una sanidad pública igualitaria y levantar las restricciones al reagrupamiento familiar de los refugiados.

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El líder socialdemócrata ratificó, asimismo, su intención de "revisar" lo alcanzado a mitad de legislatura, si finalmente gobiernan con Merkel.

El abanderado del no era el líder de los "Jusos", Kevin Kühnert, a quien desde las filas de la CSU bávara trataron de desacreditar asegurando que la suya era una "rebelión de los enanos".

En Bonn alzó su voz muy por encima de lo que se correspondería a su condición de minoritario -los "Jusos" tienen 70.000 miembros, del total de 440.000 militantes del partido-

"Da igual lo que pase hoy aquí: esto no es el fin de la historia ni el fin del SPD", aseguró Kühnert, en respuesta a quienes consideraban que un no equivalía a ir a nuevas elecciones, con resultados previsiblemente nefastos para su partido.

Kühnert se ganó las ovaciones no solo de los "Jusos" -algunos de ellos, presentes en la sala con gorros de gnomo-, lo que demostró que su mensaje había calado hondo en otras corrientes.

Schulz logró el visto bueno, pero no convenció a los delegados, que incluso reaccionaron con murmullos escépticos cuando afirmó haber recibido el día anterior una llamada del presidente francés, Emmanuel Macron, animándole ante el difícil congreso.

El líder socialdemócrata puso el acento en la necesidad de apoyar la reforma de la UE que impulsa París y de "frenar la ola derechista" en Europa.

Sin embargo, estos planteamientos no tocaron la fibra de quienes reclaman ese sello socialdemócrata, en el sentido de mejoras sociales y lucha contra la precariedad laboral.

Compensó estas carencias su jefa del grupo parlamentario y exministra del Trabajo, Andrea Nahles, con un encendido discurso en que justificó el sí a otra gran coalición con la necesidad de actuar de "correctivo" al bloque conservador.

Schulz, quien asumió las riendas del partido hace un año tras 25 de carrera política entre Bruselas y Estrasburgo, sigue sin haber conquistado a sus bases, aunque sí obtuvo el apoyo cerrado del aparato del partido.

El ala izquierda del SPD aceptó su compromiso de luchar por esas mejoras en el curso de la negociación por un pacto de Gobierno, que de alcanzarse será sometido a una consulta entre el cerca de medio millón de militantes.

Por el congreso de Bonn desfilaron varios de los exjefes del partido -como Rudolf Scharping y Kurt Beck-, pero no el último canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, figura que despierta amores y odios por su línea centrista.

Los "enanos" de Kühnert se hicieron oír, tanto en los debates como en los accesos al centro de congresos, donde desplegaron pancartas contra la gran coalición y por la renovación del partido más antiguo de Alemania, con 150 años de historia.

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