Mientras la deuda estadounidense crece, Europa controla la suya

El representante Thomas Massie, republicano de Kentucky, lleva un pin casero del reloj de la deuda nacional en el Capitolio en enero. FOTO: TING SHEN/BLOOMBERG NEWS

Las lecciones de la crisis del euro, y las normas acordadas hace años, están frenando los números rojos en Europa mientras brotan como torrentes en Estados Unidos y China. El gobierno estadounidense anunció el viernes que su déficit aumentó a US$ 1,7 billones, o el 6,3% del PIB en el año finalizado el 30 de septiembre, frente a los US$ 1,4 billones, o el 5,4% del PIB del año anterior.


Durante la pandemia de Covid-19 y la invasión rusa de Ucrania, tanto Estados Unidos como Europa recurrieron a grandes préstamos. Ahora, con esas emergencias en el retrovisor, ha surgido una divergencia: mientras Estados Unidos sigue aumentando su déficit, el de Europa va camino de reducirse significativamente.

Esto contrasta con lo ocurrido hace una década, cuando los déficits tras la crisis financiera mundial llevaron a algunos miembros de la zona euro al borde del impago. Las lecciones de aquel episodio, unidas a las normas de la eurozona, han servido para imponer a los gobiernos europeos una disciplina que por ahora está totalmente ausente en Estados Unidos.

Se les está dando poco crédito por ello. Los rendimientos de la deuda pública han subido en todo el mundo en el último mes. Aunque hay muchos factores en juego, entre ellos los esfuerzos de los bancos centrales por volver a bajar la inflación, otro factor clave es el déficit estadounidense.

El gobierno de Estados Unidos anunció el viernes que su déficit aumentó a US$ 1,7 billones, o el 6,3% del Producto Interno Bruto (PIB) en el año finalizado el 30 de septiembre, frente a los US$ 1,4 billones, o el 5,4% del PIB del año anterior. Sin un cambio contable relacionado con el abortado programa de cancelación de préstamos estudiantiles de la Administración, el déficit se habría acercado a los US$ 2 billones, el doble que el año anterior.

En las proyecciones publicadas a principios de este mes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que los déficits de todos los gobiernos estadounidenses alcancen el 7,4% del PIB en 2024 y 2025.

Pero en Europa el panorama es distinto. El FMI espera que los déficits combinados de los gobiernos de la eurozona caigan hasta el 3,4% del PIB este año, desde el 3,6% en 2022, y aún más, hasta el 2,7%, en 2024.

Se espera que los países que estaban en crisis hace una década tengan déficits presupuestarios mucho menores. En Grecia, se prevé que el déficit descienda al 1,6% del PIB desde el 2,3% del año pasado, mientras que el de Portugal caerá al 0,2% del PIB desde el 0,4%. Se estima que Irlanda registre un superávit presupuestario por segundo año consecutivo. Italia y Francia, entre otros países, siguen registrando déficits de aproximadamente el 5% del PIB.

“Es realmente sorprendente cómo han divergido los caminos”, dijo Christian Keller, economista jefe de Barclays. “No parece que haya ningún esfuerzo en Estados Unidos por reducir el gasto o aumentar los ingresos”, sostuvo.

Si estas previsiones se cumplen, los gobiernos europeos dejarán de ser uno de los principales motores del aumento de la deuda mundial. El FMI calcula que la deuda pública aumentará un punto porcentual de la producción económica en los próximos años, pero casi exclusivamente debido a Estados Unidos y China. Sin ellos, la carga de la deuda estaría disminuyendo.

Hace poco más de una década, Europa era el centro de la preocupación mundial por el aumento de la deuda pública. Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre fueron rescatados; Grecia dejó de pagar algunas deudas. Entre la resolución de esa crisis mediante rescates y el apoyo del Banco Central Europeo, y el comienzo de la pandemia, la mayoría de los gobiernos europeos habían reducido sus déficits.

En cambio, el déficit de Estados Unidos empezó a superar al de sus homólogos europeos en 2016, y Estados Unidos también se endeudó más durante la pandemia. Y lo que es más importante, no parece que haya un camino para reducir esos déficits: el gobierno de Biden ha propuesto subidas de impuestos que los republicanos y algunos demócratas del Congreso rechazan, mientras que los republicanos buscan recortes de gastos que el gobierno no acepta.

Las líneas generales de las normas presupuestarias de la Unión Europea (UE) se establecieron en 1993 como parte del Tratado de Maastricht que allanó el camino al euro y estipulan que los déficits presupuestarios no deben superar el 3% del PIB. Esas normas se suspendieron en 2020 para permitir a los gobiernos responder a la pandemia y luego se ampliaron para permitir ayudas a los hogares durante la subida de los precios de la energía tras la invasión rusa de Ucrania. Como resultado, los déficits se ampliaron y las deudas aumentaron.

El descenso previsto de los déficits europeos refleja sobre todo la reducción de esa ayuda de emergencia.

Pero además, el doloroso recuerdo de la crisis de la deuda probablemente hará que los gobiernos europeos se muestren más reacios a aumentar el déficit.

“Tenemos que volver a encauzar las finanzas públicas”, señaló Valdis Dombrovskis, el funcionario de la UE responsable de hacer cumplir las normas presupuestarias, en una conferencia de prensa el martes. “La política fiscal debe seguir siendo prudente”, agregó.

Los gobiernos europeos no quieren que las normas sigan exactamente igual que antes de la suspensión de la pandemia. Una crítica importante es que, en lugar de restringir el gasto cotidiano, las normas han llevado a los gobiernos a frenar las inversiones que impulsan el crecimiento a largo plazo, entre ellas las destinadas a hacer más ecológica la economía europea. Algunos gobiernos quieren que las nuevas normas eximan ciertos tipos de gasto de inversión, mientras que otros creen que eso haría que las normas fueran demasiado laxas. Como aún no han llegado a un consenso sobre los cambios, es posible que en 2024 acaben sujetos a las antiguas limitaciones.

El Reino Unido tiene un conjunto diferente de normas autoimpuestas, pero también aspira a situar su déficit presupuestario por debajo del 3% del PIB en los próximos años. Sufrió un susto a finales de 2022, cuando la entonces Primera Ministra, Liz Truss, anunció por sorpresa un paquete de grandes recortes fiscales, lo que provocó una venta masiva en el mercado de deuda pública.

Truss fue sustituida rápidamente por Rishi Sunak, cuyo gobierno ha subido los impuestos en un esfuerzo por reducir su deuda, congelando los umbrales a partir de los cuales aumentan las tasas del impuesto sobre la renta. A medida que los ingresos aumentan en consonancia con la rápida inflación, más personas pasan a los tramos impositivos más altos.

El Instituto de Estudios Fiscales del Reino Unido, organismo no partidista, calcula que la congelación podría recaudar 52.000 millones de libras adicionales, equivalentes a US$63.260 millones, en ingresos fiscales para el ejercicio fiscal que finaliza en marzo de 2028, o el equivalente a un aumento de 6 puntos porcentuales en los tipos del impuesto sobre la renta.

No todos los gobiernos europeos están dispuestos a ser tan duros. Tanto Italia como Francia han anunciado recientemente presupuestos que prevén un descenso del déficit por debajo del objetivo del 3% más lento de lo inicialmente estipulado. La Comisión Europea podría declarar al gobierno italiano infractor de las normas, negándole así el acceso a un programa del Banco Central Europeo destinado a contrarrestar las fuertes subidas de los costos de endeudamiento.

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