La columna de Michèle Labbé: “Errando el rumbo”

La columna de Michèle Labbé: “Errando el rumbo”

"Existe un reconocimiento transversal que nuestro país necesita retomar el crecimiento, pero la urgencia de cambiar el rumbo desde uno que nos está llevando aceleradamente a la auto destrucción, parece no hacer mella en las autoridades".


Llegado el fin de las vacaciones, y cuando uno hubiera esperado un cambio en el rumbo de las políticas públicas, una y otra vez, el Presidente junto a sus ministros, insiste en impulsar reformas ideológicas, técnicamente erróneas y nocivas para los chilenos, pese a que, en opinión de la mayoría, ya ha sido suficiente de un comportamiento irresponsable, que ha generado pobreza, dolor y en muchos casos muerte.

Existe un reconocimiento transversal que nuestro país necesita retomar el crecimiento, pero la urgencia de cambiar el rumbo desde uno que nos está llevando aceleradamente a la autodestrucción, parece no hacer mella en las autoridades. Cuando el 2024 nos entregaba la oportunidad de comenzar desde cero, el ministro Mario Marcel volvió al ataque con exactamente la misma propuesta de reforma tributaria, que fue tan apabullantemente rechazada hace casi un año. Eso sí, con nuevo nombre… Pacto Tributario.

El pacto tributario, entonces, no es más que la reforma tributaria rechazada a la que se le hizo un “fashion emergency” de baja estofa, al agregarle un par de guiños al crecimiento, guiños que resultan inservibles e inefectivos para retomar el crecimiento.

De este modo, pese a todos los intentos que realizan las autoridades para convencernos que, la necesidad de volver a crecer, ha sido internalizada en el gobierno, y que sus reformas han sido transformadas con dicho fin, el gobierno ha demostrado ser inepto para crear valor, para hacer crecer el país, para guiar la reconstrucción post inundaciones, post incendios, post ataques terroristas en el sur del país, y ha decidido insistir en aumentar la tajada de la torta que quiere para sí mismo haciéndola más pequeña para cada uno de nosotros, en vez de hacer crecer la torta y que a todos nos toque un pedazo más grande.

Es así como el gobierno no sólo se niega a bajar el impuesto a la renta de las empresas, para incentivar la inversión, y flexibilizar las leyes laborales para aumentar el empleo, sino que además insiste en aumentar las facultades del Servicio de Impuestos Internos para que sea juez y parte, y penalice la elusión, a través de permitirle “leer” las mentes de los contribuyentes, para juzgar si a través de un movimiento permitido por ley, los privados están engañando al Estado para pagar menos impuestos. SII que está siendo investigado por presentar evidentes signos de corrupción, además de haber mudado desde ser una entidad técnica a ser una política.

Signos de esta incapacidad del cambiar el rumbo también se observan en los inservibles intentos de la ministra Jara, para explicar una reforma que evidentemente no entiende, los patéticos esfuerzos de la ministra Vallejo de utilizar el lamentable deceso del expresidente Piñera para engañar al público y legisladores, haciendo un llamado a aprobar una fórmula antigua de reforma de pensiones, cuando la Pensión Garantizada Universal cambió el escenario, y, por lo tanto, los objetivos que debe buscar la reforma.

La reforma de pensiones que insiste en aprobar este gobierno no sólo es técnicamente mala, sino que además está diseñada para permitir al Estado y quienes están a su cargo, acceder a los ahorros de los trabajadores, para poder gastarlos con el fin de hacer proselitismo político y pagar favores, asegurando la permanencia de las actuales autoridades en el poder. Lo peor es que se quiere hacer a costa de los ingresos de los trabajadores de menos ingresos que terminarán pagando – como proporción de sus ingresos totales – un porcentaje mayor que los chilenos de mayores ingresos.

Mientras el gobierno siga siendo incapaz de ver el elefante en la habitación, mientras, por ejemplo, insista en parar la inmigración irregular a través del uso de parlantes, mientras siga culpando al empedrado por todos sus errores, en vez ver la realidad y darse cuenta de que, sus políticas públicas no soólo son erróneas, inefectivas e incapaces de solucionar los problemas. Mientras sea la ideología y no la racionalidad lo que guíe nuestras políticas públicas, nuestro país seguirá destinado al fracaso y nuestra población a la pobreza.

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