La columna de Javier Vega: “Contracción económica: una oportunidad para cambiar el rumbo”

La Roja sigue cediendo puestos en el ranking FIFA.
La columna de Javier Vega: “Contracción económica: una oportunidad para cambiar el rumbo”

"¿Habría sido muy distinto el diagnóstico si se hubiera evitado la contracción? En lo absoluto, porque el problema de fondo dista mucho de estar explicado por un par de décimas".


En los periodos en que la selección de fútbol no logra encontrar un equipo y un estilo de juego que tenga la profundidad suficiente para conseguir algo, los triunfos pasajeros o los empates con sabor a victoria no hacen otra cosa que esconder los problemas de fondo.

Algo parecido ocurre con la situación económica local. Cuesta entender que algunos hayan estado cerca de celebrar que la actividad chilena no cayera el 2023. Habían dado por sentado que el año pasado la economía evitaría la contracción y pidieron retractarse a los “agoreros de la catástrofe”.

Los datos del Imacec de diciembre borraron el entusiasmo. Con la información preliminar, la economía chilena retrocedió 0,2% en 2023, anotando el peor desempeño desde 2009, sin considerar la pandemia. El cuarto trimestre registró un aumento de solo 0,2% anual, por debajo del ritmo del tercer trimestre (0,6%) y, si se analiza el crecimiento trimestral, la conclusión es la misma: en el último cuarto del año el crecimiento se ralentizó.

El resultado del año pasado estuvo explicado, en parte, por el necesario ajuste que debimos emprender para revertir el exceso de gasto y sus efectos inflacionarios, pero existen problemas estructurales que es importante advertir.

¿Habría sido muy distinto el diagnóstico si se hubiera evitado la contracción? En lo absoluto, porque el problema de fondo dista mucho de estar explicado por un par de décimas. La realidad es que el crecimiento bajo se arrastra hace una década. De hecho, en el periodo 2014-2023 la expansión promedio fue de 1,9% y para la próxima década se anticipa un ritmo similar.

La ralentización casi estructural que vive la economía chilena comenzó luego de los grandes cambios regulatorios desde 2014 en adelante -que incluyeron reformas tributarias, laborales y múltiples regulaciones sectoriales- que restaron competitividad y encarecieron los costos para la inversión, mientras algunos sectores productivos claves vivían un proceso de maduración. Es decir, se eliminaron los incentivos para dinamizar los sectores productivos vigentes -minería, forestal, acuicultura, industria, entre otros- y para atraer nuevos que pudieran convertirse en polos de desarrollo alternativos o complementarios a los actuales.

Cuando un equipo de fútbol no logra salir del pantano, muchas veces es necesario un cambio total. Seguir insistiendo con el mismo grupo de jugadores y con igual estilo, solo logra profundizar el problema. En materia económica, es parecido. Resulta evidente que la receta que aplicamos la década pasada no funcionó, por lo que es urgente cambiarla si queremos alcanzar resultados distintos.

Los triunfos circunstanciales logran dar respiración artificial a un equipo que viene complicado y solo logran extender la agonía. Quizás el -0,2% que registró la economía en 2023 sirva para darse cuenta de que se necesitan ajustes importantes si queremos recuperar un ritmo de crecimiento vigoroso.

*El autor de la columna es socio mirada externa

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.