El próximo presidente de Argentina se enfrentará a una economía en crisis

En medio de la pobreza, varias personas recogen verduras desechadas por un vendedor en un mercado de Buenos Aires. NATACHA PISARENKO/ASSOCIATED PRESS

Tras la segunda vuelta electoral del 19 de noviembre, el nuevo líder tendrá que lidiar con una moneda que ha perdido el 90% de su valor y una inflación que podría alcanzar el 200%. “Podríamos acabar en una situación en la que el próximo gobierno herede una hiperinflación”, advirtió Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. “Los primeros seis meses van a ser espantosos”, agregó.


BUENOS AIRES - Mientras los argentinos se preparan para elegir un nuevo presidente a finales de este mes, la otrora próspera nación conocida por su arquitectura barroca y su robusto ganado se enfrenta a su crisis económica más debilitante en una generación. Y la situación no hace más que empeorar.

Los estantes de las tiendas de alimentos carecen cada vez más de productos básicos como papel higiénico, café y arroz, a medida que se acelera la inflación de tres dígitos. Las fábricas no pueden importar suministros debido a la escasez de dólares, que obligó a General Motors a suspender la producción. Los médicos dicen que no tienen material para realizar tomografías computarizadas. Recientemente, se formaron largas colas frente a las gasolineras después de que se dijera a los conductores que sólo podían comprar unos pocos dólares de combustible cada vez.

“Este es un país agotador”, dijo Gabriel de Raedemaeker, un agricultor del centro de la provincia de Córdoba que hace poco esperó 40 minutos para echar unos US$ 5 de combustible, lo que le obligó a ir a buscar gasolina a otra gasolinera.

Los encuestadores afirman que el enfado por la economía quebrada ha estimulado el ascenso de Javier Milei, un outsider libertario que promete reducir la inflación recortando el gasto público y cambiando el peso por el dólar. Su rival es el ministro de Economía, Sergio Massa, de la coalición peronista gobernante, que se impuso en la primera vuelta de las elecciones del mes pasado a pesar de haber supervisado las turbulencias.

Algunos sondeos sitúan a Milei en cabeza, mientras que otros dan ventaja a Massa, que cuenta con la poderosa maquinaria peronista, un movimiento populista popular en los barrios obreros de Buenos Aires, de cara a la segunda vuelta del 19 de noviembre.

El domingo 19 de noviembre se llevará a cabo la segunda vuelta en Argentina.

Quien asuma el cargo el 10 de diciembre heredará una inflación que se espera alcance casi el 200% a finales de año y unas tasas de interés del 130%, las más altas del mundo. El Banco Central no tiene prácticamente reservas y Argentina debe US$ 44.000 millones al Fondo Monetario Internacional. Aislado de los mercados financieros mundiales, el gobierno recurre a la impresión acelerada de dinero para cubrir un déficit presupuestario cada vez mayor, al tiempo que recurre a China para obtener miles de millones de dólares en préstamos.

“Podríamos acabar en una situación en la que el próximo gobierno herede una hiperinflación”, advirtió Alejandro Werner, exdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. “Los primeros seis meses van a ser espantosos”, agregó.

En las calles, la gente se queja de todo, desde el desempleo hasta los precios de los alimentos, tan altos que es difícil alimentar a los niños.

Brian Saint-Iqndn había abierto un pequeño quiosco hace un par de años vendiendo galletas y cigarrillos en su barrio obrero de Buenos Aires. Subía los precios cada dos semanas para mantenerse al día con la inflación. Después, cada semana. Hace meses, empezó a subir los precios cada dos días.

Finalmente cerró y ahora se pasa el día cantando canciones de rap a cambio de propinas en las estaciones de metro. Sus letras a menudo arremeten contra el peso y la inflación, reflejando el enfado palpable entre mucha gente aquí, donde la pobreza alcanza el 40%.

“No deberíamos tener que aguantar esto”, señala Saint-Iqndn, partidario de Milei. “Es una locura”, enfatiza.

Algunos argentinos no. Se calcula que US$ 250.000 millones en billetes verdes están escondidos en el extranjero, varias veces más que otros grandes países latinoamericanos, según el Instituto de Finanzas Internacionales. Otros se han deshecho de sus pesos recurriendo a criptomonedas, que han perdido su atractivo en otros lugares. Argentina tiene la sexta mayor tasa de adopción de criptomonedas del mundo, según la empresa de datos y encuestas Statista.

Los argentinos elegirán a su próximo presidente el 19 de noviembre.

Después de perder su trabajo durante la pandemia, Juan Manuel Vives se trasladó de Buenos Aires al remoto sur de Argentina, aprovechando la energía barata y subvencionada y el clima frío para minar bitcoin.

Ahora maneja un computador del tamaño de un horno para producir bitcoins, con los que gana unos pocos dólares al día, más de lo que podría haber ganado trabajando en la capital. Las alzas y caídas de precios salvajes amortiguan el mercado de criptomonedas a nivel mundial, pero Vives indicó que el cripto es un mejor salvavidas para sus ahorros que el peso, que ha perdido el 90% de su valor desde 2019.

“La gente no confía en el peso”, comentó Vives. “Entre la volatilidad del peso y la del bitcoin, prefiero el bitcoin”, añadió.

Otros han recurrido a las criptomonedas para eludir los controles cambiarios, después de que el gobierno del presidente Alberto Fernández haya creado poco a poco más de una docena de tipos de cambio frente al dólar, un gran desafío que la próxima administración deberá deshacer. Uno es para los productores de soja, para incentivarlos a vender; otro para las tarjetas de crédito extranjeras, dirigido a los turistas, y otro más es la “tasa Qatar” para los argentinos que asistieron allí a la Copa del Mundo.

Desde que lanzó su empresa, Belo, en 2021, Manuel Beaudroit ha registrado 600.000 clientes, muchos de los cuales son argentinos que cobran en dólares de empleadores en el extranjero o propietarios que alquilan apartamentos en Airbnb. Belo convierte sus pagos en las llamadas stablecoins, una criptomoneda que pretende mantenerse estable frente al dólar, a uno por uno.

Esas stablecoins se cambian a pesos a un tipo de cambio criptográfico cuando las personas hacen compras con la tarjeta de débito de Belo o pagan servicios públicos a través de su aplicación. Eso significa que US$ 100 dólares se cambiarán por unos 90.000 pesos, contra 36.500 pesos si los dólares se cambian a la tasa oficial del gobierno.

“Es parte de tu día a día, es como cobras, como pagas a alguien y como ahorras”, explicó Beaudroit. “Hay pocos lugares en el mundo donde esto ocurra”, criticó.

No sólo la gente corriente no puede confiar en el peso.

El sector del automóvil no ha podido importar piezas debido a la escasez de dólares para pagar a los proveedores en el extranjero. En agosto, el fabricante de automóviles francés Renault suspendió brevemente las operaciones en su fábrica de Córdoba. GM cerró la producción en su planta de Santa Fe durante casi tres semanas en octubre. La empresa reanudó sus operaciones la semana pasada, aunque los pagos a los proveedores siguen retrasados, de acuerdo a un portavoz de GM en Argentina.

“Cada vez es más difícil conseguir suministros”, sostuvo Norberto Taranto, un empresario que lidera una asociación de fabricantes argentinos de autopartes. “Estamos en un momento crítico”, alertó.

Milei, un economista que se autodenomina anarcocapitalista, dice que sustituyendo el peso por el dólar estadounidense, Argentina controlaría la inflación al impedir que los políticos impriman dinero.

Massa, considerado más moderado que sus aliados peronistas de izquierdas, achaca los problemas económicos al rescate del FMI bajo la anterior administración de centroderecha y a una grave sequía que perjudicó a las exportaciones agrícolas. Prevé un superávit fiscal el año que viene.

“La economía argentina y las exportaciones van a registrar un crecimiento estelar”, afirmó Massa en una reciente conferencia de prensa. Los economistas señalan que su reciente eliminación del impuesto sobre la renta para casi todos los argentinos, junto con las donaciones en efectivo para conseguir el apoyo de los votantes, harán que los ajustes sean más dolorosos.

Los inversores afirman que Argentina tiene un gran potencial económico como potencia exportadora de cereales, además de suministrar litio y gas natural. Pero también les preocupa que Massa mantenga las mismas políticas peronistas, desde los controles de capital hasta la impresión de dinero y los subsidios, que han ahogado las inversiones extranjeras.

“Todo comienza con la gestión antes de poder pensar en el crecimiento potencial”, dijo Malcolm Dorson, que sigue a Argentina como gestor de cartera senior en Global X, un proveedor de fondos cotizados en bolsa de Nueva York.

Amalia Leguizamón tiene pocas esperanzas de que las cosas mejoren en su barrio pobre de las afueras de Buenos Aires.

En 2015, empezó a cocinar cenas para cinco niños hambrientos del barrio. Hoy, con la ayuda de donaciones, Leguizamón da de comer a unos 75 niños en su casa.

“Las familias están rotas porque no tienen suficiente dinero o comida, así que vienen aquí a comer”, indicó. “Realmente no veo una solución”, concluyó.

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