¿Qué fue del DVD? Guía para volver al formato físico y salir de Netflix (por un rato)

Ilustración: César Mejías.

Sea por nostalgia, romanticismo o resistencia, hay un nicho que en tiempos de streaming sigue valorando el viejo proceso de reproducir una película en formato físico. La diferencia estaría en tener —y no solo ver— una pieza de arte. ¿Dónde encontrarlas y reproducirlas? Nos lo cuentan sus devotos.




“No somos materialistas”, dice Julio Bustamante, casi como excusándose. El fundador de Espectador Errante, blog dedicado al análisis y rescate cinematográfico, sabe que su colección de más de tres mil DVDs de películas, a los que se agregan otros miles de CDs y vinilos de soundtracks, aumenta en el nivel de rareza a cada minuto y, por ende, las justificaciones frente a los incrédulos se hacen más frecuentes.

Se autodefine como un coleccionista compulsivo, y ese entusiasmo con el que empezó a principios del milenio no ha aflojado ni un centímetro con la llegada del streaming. Lo suyo es el objeto físico, la pieza y todo lo que la envuelve, no sólo la película que habita dentro del disco. “Es tan válido como el que colecciona pinturas o esculturas; acá hay arte, hay imaginería”, afirma. Según dice, ese es un valor ausente en la inmaterialidad del formato digital.

No es el único que lo piensa. Tomás Goldsmith lleva quince años coleccionando DVDs. Su primera película original fue El Padrino: la compró en un Blockbuster, aburrido tras la cancelación de una reunión entre amigos. “Me compré golosinas y la vi”. Fue, también, la primera película que compró en la extinta cadena de videoclubes, quizá el mayor símbolo del éxito y caída del formato físico, tiendas de la que se declara “viudo”. Cuando ésta quebró, dice, “fue increíble, porque remataron películas que estaban como nuevas a 5 lucas y nadie las compraba”. Así fue apilando más y más en la repisa de su pieza, hasta llegar a más de 250 discos, entre películas, series y conciertos.

“El DVD tiene cosas que Netflix no te da. Ahora todo es más frío, instantáneo y fome; me apesta que todo esté centralizado en el celular”, se queja Goldsmith.

Un poco de historia

Fue en la década de los ochenta cuando Ulises Rubio —hoy de 79 años— dio rienda suelta a su afición por el cine con la compra “compulsiva” de VHS. En Chile proliferaban las tiendas especializadas y los videoclubes, como los del Paseo San Agustín, en el centro de Santiago, por lo que no le era difícil encontrarlas. Llegó a acumular unos 300 títulos.

En 1997, cuando el Paciente inglés ganaba el Oscar a Mejor Película, la industria cinematográfica comenzó a despedir al viejo y paralelepípedo VHS con el primer formato digital para reproducir películas, el DVD. Entonces Rubio, tras un tiempo de adquirir ambos formatos, terminó por olvidarse de los viejos videos “que ocupaban tanto espacio” y se quedó con el disco óptico, porque le parecía “de mejor maniobrabilidad, diseño y volumen”, además de ser más resistente que la cinta.


El mercado, para esos años, “tuvo un crecimiento explosivo con el DVD, que es cuando surgen las tiendas de nicho”, cuenta Cristian Briones, dueño de una de ellas: la hoy resistente Fílmico, ubicada en Providencia. En Chile “el formato pegó fuerte, a diferencia del Blu-ray”, según recuerda Julio Bustamante. Pero fue una especie de efervescencia, pues su edad de oro no duró más de una década. Tuvo, eso sí, una segunda arremetida con el boom de las series de TV, entre el 2006 y el 2010.

Entonces comenzó la “guerra de formatos en alta definición” que, como dice Briones, “cerró al mercado”: el HD-DVD —discontinuado rápidamente en 2008—, el Blu-ray, el HDV y el Archival Disc han pasado a un ritmo tan acelerado como intrascendente, al punto que al mercado masivo le ha sido difícil seguirle el paso. Aunque, explica el dueño de Fílmico, “tanto el Blu-ray como el Ultra HD 4K —el formato más reciente, de lujo— han significado mejoras considerables en la calidad de imagen y sonido para el consumo casero”.

En 2015, el streaming llegó de manera oficial, agitando las aguas hasta hoy. El mercado se ha retirado de la competencia y solo las tiendas especializadas se quedan para proveer al nicho. “Los únicos puntos de venta de películas son tiendas boutiques, que formalmente no deben ser más diez en el país”, asegura Briones. Esta escasez ha generado en los últimos años una revalorización del formato físico, que se ha atrincherado en el mundo “de culto”. A este factor se suma, según Bustamante, el de la nostalgia y el arte contenido en el objeto como valor extra.

A ello, se suma un pequeño gran detalle en favor del DVD: se han editado muchas más películas en este formato que en otros actuales, como el Blu-ray.

El deseo de tenerlas

Para Cristian Briones, el nicho de la compra y venta de formatos físicos se sostiene en los consumidores que “no quiere ver una película; quieren tenerla”. Por eso, la piratería digital no es competencia hoy para los DVDs, como sí lo es para el streaming y lo fue antes para los videoclubs, al punto de extinguirlos.

“El empaque, el arte, el material adicional relacionado con las obras y la calidad de imagen, casi siempre superior, son los elementos que hacen perseverar al segmento”, agrega.

¿Y quiénes son estos seres que todavía desean tanto tener una película en formato físico? Según los entrevistados, generalmente adultos jóvenes, de entre 25 y 45 años, con poder adquisitivo, cuyas preferencias han cambiado con los años. “Los clásicos ya no se venden como antes. No encontrarás tanta gente buscando películas de los años 50 o 60, pero sí muchos buscando de los 80 y 90, incluso de los 2000″, dice el dueño de Fílmico. Los más jóvenes, además, suelen ir en busca de los formatos de mejor calidad posible, lo que ha hecho que el DVD quede más relegado.

Donde el DVD sigue siendo opción es en los mayores aficionados al cine de autor, como Julio Bustamante, quien tiene una gran cantidad de películas editadas por Criterion Collection —la distribuidora de cine clásico y contemporáneo más apetecidas entre los entendidos—, además de una repisa completa dedicada a casi todo el catálogo de la Metro-Goldwyin-Mayer (MGM).


El ritual

La experiencia de ver una película para Tomás Goldsmith empieza cuando va en busca de un título a la repisa, donde los tiene ordenados alfabéticamente, luego sigue al abrir la caja y oler el plástico, momento que le provoca mucho placer.

“Es algo que disfruto y hago regularmente, como leer la descripción en la parte trasera, el año, cuánto dura la película en minutos, los actores principales, las nominaciones que ha tenido. Y sin recurrir a IMDB ni cosas raras, sólo con la información que está a la mano”, dice.

Todo eso forma parte de un rito, la relación íntima entre el consumidor y el objeto, una romantización que el escritor J.G. Ballard llevó al extremo en novelas como Crash, y que tiene raíz en el placer estético y el hedonismo. En el caso de Goldsmith, su “manía” —como la refiere— involucra también dejar la caja del DVD elegido sobre la esquina derecha del reproductor, con “el nombre mirando hacia mí”, mientras la película corre.

El material extra

El año 2000, la película El protegido, de M. Night Shyamalan fue la primera en editar un DVD con material exclusivo para el formato. Hoy, una gran parte de las ediciones de Blu-ray no traen el contenido extra que sí incluyen las de DVD. “Eso es lo que tratamos de buscar los coleccionistas: los formatos que tengan comentarios del director, o un documental pequeño, así como también las rarezas o las ediciones descontinuadas”, explica Julio Bustamante.


En su colección de películas MGM, por ejemplo, se pueden encontrar “ediciones sumamente pulcras, con un muy buen package y una muy bonita gráfica”. En ese sentido, dice, “los coleccionistas le damos valor y significado a las cosas”.

Goldsmith cuenta que la trilogía de El Padrino trae un árbol genealógico de todas las familias, mientras que otras películas incluyen en sus extra finales alternativos —como ocurre con El efecto mariposa— o escenas eliminadas. Él disfruta también cuando los DVDs incluyen el tráiler de las películas. “¿Qué mejor que ver la sinopsis antes de empezar la peli?”, apunta.

Según Bustamante, los estudios cinematográficos habían descubierto una gran oportunidad de negocios en el uso de contenido extra. Sin embargo, esta “costumbre” se quedó atrás, junto al desarrollo del formato.

Calidad asegurada

Otro argumento de los amantes del DVD para justificar la vigencia del formato está en su calidad de imagen y sonido. Para Bustamante, ver un DVD es lo más cercano a estar en el cine. Una sensación que se pierde en los formatos actuales, como el Ultra HD 4K, cuya búsqueda de la hiperrealidad llega a ser “demasiado artificial, procesada y prístina; sientes como si tuvieras a los actores al lado”. En cambio, la visualidad de un mundo ficticio que ofrece el DVD, “es la nostalgia que queremos los que los coleccionamos”.

El Espectador Errante advierte, eso sí, que los televisores de última tecnología, que ofrecen imagen Ultra HD 4K, suelen no compatibilizar con los DVD, por lo que no se consigue una buena imagen en ellos durante su reproducción. Algo que no sucedería en un HD de 43 pulgadas, por ejemplo.

Tomás Goldsmith dice que el DVD es irse a la segura en comparación a una película pirata de streaming, en la que incluso “se pueden ver los subtítulos desfasados, sellos de agua y ni hablar de las que vienen grabadas del cine con risas, gente tosiendo y ruidos de cabritas”.

Dónde comprarlos

El Paseo Las Palmas, junto a la estación Los Leones en Providencia, aún resiste como meca de las películas físicas. Allí “hay tres o cuatro tiendas grandes de películas”, dice Goldsmith. Una de ellas es Fílmico, que está en la galería desde su fundación, en 2005. También está DVD Shop Chile y, por el sector, el clásico Video Manquehue.

En el centro de Santiago hay tiendas como DVD Planet, Petersen y Cine Clásicos, así como otras que se pueden encontrar en el edificio comercial Eurocentro.

La web también es un buen lugar para buscar DVD. Julio Bustamante dice que encarga mucho por eBay, donde se pueden encontrar “películas que no se editan más desde 2008, selladas y a muy buen precio”. Buscalibre es también una opción recomendada.

Goldsmith sugiere buscarse un “dealer personal” que se dedique a viajar, por ejemplo, a Estados Unidos y que traiga “no sólo harto stock, sino que también a pedido”. El Persa Biobío es un buen lugar para ubicar a alguien que realice este tipo de trabajos, además de locales especializados en la venta de DVD.

¿En qué fijarse al comprar?

No cualquier DVD se puede reproducir en Chile. Esto porque el formato cuenta con códigos regionales según cada “zona” del mundo, un recurso de gestión digital de derechos que beneficia a los distribuidores de películas pero perjudica en muchas ocasiones al consumidor. Para evitar el problema, hay que asegurarse de que la película tenga el código 4 —correspondiente a Latinoamérica y Oceanía— o el 0, que es universal. O bien que diga “ALL”, código que permite reproducirlo en todo el planeta.

Los coleccionistas además suelen fijarse en la edición de la película, la que puede afectar tanto la calidad de la imagen y audio como el contenido extra que incluya. “Es mejor comprar la de los estudios cinematográficos”, dice Bustamante. Tomás Goldsmith recomienda poner atención a los subtítulos que traen dichas ediciones.

Dónde reproducirlos

Dicen los entrevistados que el equipo reproductor de DVD no es tan relevante, a diferencia de lo que sucede en la música. Un equipo u otro no cambiará en casi nada la calidad que se obtendrá en el uso. Bustamante, de hecho, dice que en el Persa se pueden encontrar reproductores a 25 mil pesos. En el retail, en cambio, cada vez es más difícil toparse con uno a la venta, por lo que muchas veces conviene hacerse de uno de Blu-ray, formato que a su vez es compatible con el DVD.

Reproductor Blu-Ray Sony WiFi Bdp-s3500


Cristian Briones dice que en las tiendas de Sony y Panasonic siempre se pueden encontrar equipos. Y deja una alternativa: “Las consolas de videojuegos son excelentes reproductores de los formatos de alta definición”.Un detalle a tener en cuenta es que no todos los equipos cuentan con conexión HDMI.

Goldsmith recomienda “enormemente” complementar el sistema de reproducción con uno de audio potente, “ideal un 5.1, para que sea lo más similar al cine posible”. Y considera “fundamental” contar con un data o proyector: “Es el único formato de reproductor de imagen que te permite ver el verdadero wide screen”.


El futuro

En este caso, el amor no ciega. Nadie ve muchas expectativas de vida al formato. Más bien, este va a tender a desaparecer. “En un mundo donde todo es desechable e instantáneo, veo muy poco probable que el DVD repunte”, dice Goldsmith. “Ojalá vuelva a renacer, como se ha dado con los vinilos, pero no tan caros”, agrega.

“Lo veo sobrevivir hasta el 2030″, dice Cristian Briones. En su opinión, la pandemia y la llegada del Ultra HD 4K extendieron la vida del DVD unos cinco o siete años. “Antes del covid-19, no creía que hubiera llegado al 2025. Pero la palabra clave es sobrevivencia, que no es lo mismo que ocupar una parte del mercado”, sentencia.

Julio Bustamante piensa que el streaming empuja a las nuevas generaciones a ser más minimalistas respecto a la tenencia de ciertos objetos físicos como el DVD, además de que los jóvenes están cada vez “menos dispuestos a perder el tiempo en el proceso” que requiere reproducirlos.

Asimismo, es cada vez menos frecuente que los estudios cinematográficos editen sus películas en el formato, lo que significa que los DVD serán “más y más apetecidos por los coleccionistas, porque va aumentando su exclusividad”. Para él, se trata de una especie de resistencia al tiempo y la evolución tecnológica compulsiva.

“Solo el romanticismo mantiene vivo al formato”, dice Ulises Rubio, para quien “el buen cine” continúa siendo un refugio. Bustamante sabe que en sus paredes, al menos, cuenta con una inversión a largo plazo.


*Los precios de los productos de este artículo están actualizados al 29 de septiembre de 2021. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.

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