¿Problemas de aprendizaje? Cómo apoyar la adaptación de niñas, niños y adolescentes a un nuevo año escolar

El rol de madres, padres y cuidadores es fundamental. Así lo aseguran expertos, que en este artículo entregan una serie de consejos para acompañar de manera apropiada un proceso que no suele ser sencillo.




Comenzó el año escolar. Mientras para algunos niños y niñas, así como padres, madres y cuidadores, se trata de su primera vez en el sistema, otros se van sintiendo más experimentados. Sin embargo, la preocupación nunca cambia para las apoderadas y apoderados: ¿será un buen año de aprendizajes?

Claro, no se trata sólo del presente: también es el futuro de niñas, niños y adolescentes el que “está en juego”. Y a esa inquietud transversal se le suma la cuota extra de incertidumbre que dejó la pandemia: ¿cuánto pudo haber afectado al proceso de formación? Es muy temprano aún para decirlo, pero desde el año pasado, con el retorno a la presencialidad, el tema ha sido un foco de observación por parte de los especialistas en materia de educación.

“Efectivamente, la gran mayoría de las escuelas experimentó nuevos desafíos asociados a la convivencia y los vínculos entre pares y con docentes”, explica Tatiana Cisterna, doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad Alberto Hurtado (UAH).

Por su parte, Luis Rozas, psicólogo infantil de la clínica RedSalud, sostiene que tras el largo período de confinamiento, no sólo se presentaron brechas de aprendizaje importantes sino que también se produjo un daño en el desarrollo personal y socioemocional.

“Muchos niños y niñas tenían problemas relacionados con la comunicación, el desarrollo del lenguaje y la socialización. Otros grupos, mientras tanto, demostraron poca seguridad y confianza en ellos mismos, con niveles de ansiedad muy altos junto a una baja tolerancia a la frustración”, dice.

Paulina Prado, psicopedagoga de A-recreo.cl y colaboradora de Dreamoms.com, comenta que un buen ejemplo de este tipo de complejidades se dio en la educación parvularia y en el paso de ésta a la escolar. “Niños de cinco años que generalmente ya ingresaban al colegio no pudieron hacerlo por la pandemia. Algunos que tenían tres años el 2019, y que tal vez estuvieron en un jardín, pasaron directamente a insertarse a primero básico, en 2022. Y se encontraron con un escenario que realmente no sabían cómo manejar”.

El año pasado, eso sí, no existieron mayores restricciones sanitarias —sobre todo en relación a la presencialidad—, lo que permitió enfrentarse a estos problemas, aunque estos continúan siendo un desafío mayor para toda la comunidad escolar. “Durante el 2023 serán más visibles las brechas de aprendizaje producto del tiempo en pandemia. En los distintos niveles, pero principalmente en la educación inicial y básica”, asegura Cisternas.

Complejidades en la adaptación

Cómo se logre adaptar cada niña, niño y adolescente a este año escolar dependerá de muchos factores que van desde lo individual —como la personalidad, la edad o el entorno familiar—, a las estrategias y el “estilo” de cada uno de los establecimientos. “Tenemos colegios con rutinas altamente estructuradas, jornadas extendidas, exceso de tareas escolares, y pocos espacios para el juego u otras actividades formativas”, explica Tatiana Cisternas.

De acuerdo a la investigadora de la UAH, existe evidencia de que los colegios que promueven la competencia entre pares, y refuerzan que el buen estudiante es sólo aquel que tiene buenas notas, generan una mayor dificultad de adaptación, “especialmente en niños y niñas más pequeños”.

Por el contrario, las complejidades se reducirían en espacios escolares “más flexibles”, con una formación más integral donde el juego, la actividad física, las artes y la música tienen un espacio tan importante como aprender Lenguaje o Matemáticas.

“Las familias deben comprender que niños, niñas y adolescentes tienen formas y tiempos muy diferentes para adaptarse y sentirse bien en el colegio. Nunca es bueno compararse con otros, ni tener una expectativa fija, como ‘aún no se adapta y sus compañeros ya lo hicieron’”, apunta Cisternas.

Volver despacito

Una de las medidas más aconsejadas por parte de los especialistas es hacer un retorno paulatino a las rutinas asociadas al período escolar. Luis Rozas dice que esto es el ideal, dado que “muchos vienen con descanso prolongado, falta de disciplina, horarios, rutinas y muy centrados en actividades individuales como las redes sociales y videojuegos”. Por eso, la reinserción puede significarles un “choque” que dificulte la adaptación.

08. (8139454)

Evidencia de estas dificultades ya se han comenzado a manifestar a nivel de salud mental, según acredita Rozas: “Hemos visto que han aumentado la baja tolerancia a la frustración, los problemas de control de impulsos, la ansiedad y trastornos adaptativos con síntomas emocionales mixtos”.

Por ello, entre otras cosas, es muy relevante el rol que tienen padres, madres y cuidadores en esta adaptación a la cotidianidad escolar. “Son los referentes directos de niños o niñas, su nexo entre el mundo familiar y el que los espera allá afuera. Deben ser quienes moderen este contacto, eduquen y entreguen valores que se transformarán en herramientas, facilitando aprendizajes, inserción y, sobre todo, elevando el autoconcepto y autovalencia en quienes dan sus primeros pasos en la sociedad”, reflexiona el psicólogo infantil.

Aprender no es lo mismo que una buena nota

Durante siglos, las notas o calificaciones en el sistema escolar se han asociado como el mayor parámetro del aprendizaje obtenido por las y los estudiantes. De hecho, son el principal determinante de si estos pasarán o no de grado. Tatiana Cisternas, sin embargo, sostiene que una buena nota “no siempre significa aprender o comprender”.

Lo anterior se debe a que, en muchos colegios, “las buenas notas están más relacionadas con la memorización o retención de información, pero no con aprender realmente”. Esto invita a que las familias pongan foco en monitorear el aprendizaje, es decir, en “lo que hace sentido al hijo/a de lo que le enseñan”.

¿Cómo saber si la niña, niño o adolescente está aprendiendo? De acuerdo a Cisternas, hay cuatro medidas básicas:

  • Cuando puede explicar con sus propias palabras un tema o contenido.
  • Preguntándole acerca de ejemplos que expliquen mejor el tema.
  • Observando si usa lo aprendido para resolver un problema.
  • Cuando el tema le lleva a hacerse nuevas preguntas.

¿Qué hacer cuando los aprendizajes no se están logrando?

Cisternas dice que, en esos casos, la responsabilidad principal es del colegio. La familia, en tanto, es clave para levantar alertas, pero sobre todo “para contener, tranquilizar y potenciar la seguridad de los hijos”.

Contrario a la tendencia de reforzar con más tareas y más ejercicios —que, según indica la evidencia, no funciona—, la recomendación es potenciar estrategias alternativas. ¿Cuáles? Cisternas dice que se hace más sencillo aprender algo cuando:

  • Se lleva a la experiencia personal.
  • Se vincula con algo significativo o que tiene una importancia afectiva y emocional.
  • Se conversa sobre el tema, de manera de llevar a las palabras lo que se va entendiendo.

Otras recomendaciones

-Escuchar es la estrategia más efectiva para acompañar

Cisternas propone preguntar con genuino interés a niños y niñas sobre sus sensaciones estando en la escuela: en qué momentos se sienten a gusto, agradados y aceptados, o cuándo se sienten incómodos, molestos o sin ganas. “Esto es importante hacerlo en cualquier nivel escolar”.

-Ejemplificar desde el presente, no respecto al futuro

Si tu hija o hijo pregunta por qué debe ir al colegio, lo mejor, según Cisternas, es responder desde el presente, no en el futuro. “No ayudan frases como ‘más adelante verás cómo te sirve’ o ‘es por tu futuro’, y mucho menos ‘es tu obligación’”, dice la investigadora. Más efectivo es contestar haciendo conexiones entre lo que se enseña en la escuela y la vida cotidiana, transmitir el gusto de aprender cosas nuevas, y reforzar que en el colegio, además, se aprende hacer amigos.

-No todo debe ser colegio

Puede sonar paradójico, pero para acompañar la adaptación al colegio es útil promover experiencias fuera de éste. “Llegar del colegio a casa para seguir hablando o haciendo cosas asociadas al colegio sólo aumenta el rechazo”, dice Cisternas. Lo que se recomienda, entonces, es planificar, al menos dos veces a la semana, actividades físicas, artísticas, lúdicas, talleres de música.

“Los tiempos de ocio también son necesarios para reorganizarse, a fin de que todo este proceso redunde en una experiencia satisfactoria y no en un trauma”, complemente Luis Rozas.

-Estimular la autonomía

Rozas dice que una buena manera de que los estudiantes se hagan responsables y se valgan por sí mismos, es asignar algunas tareas del hogar, “aunque sean muy sutiles”. Desde lavar los platos, hacer la cama o barrer hasta preocuparse del reciclaje o intentar reparar objetos: todo eso ayuda en el objetivo de que sean capaces de hacerse cargo de sus obligaciones y, también, a estimular el ingenio.

-Hábitos saludables

Mantener un horario de estudio y de descanso, procurar que duerman suficientes horas por noche, ayuda a garantizar que el cerebro esté renovado para lo que viene. Además, “la falta de un buen dormir puede perjudicar la capacidad de concentración y desarrollo”, dice Rozas.

-La contención emocional y disciplina: juntas pero no revueltas

Si bien corregir una tarea mal hecha o algún aprendizaje que no se ha logrado es importante, Cisternas dice que también lo es el momento que se elige para hacerlo. “Tiene que ser después de la contención. Cuando el niño o niña está ahogado en sus emociones no es momento de enseñarle a nadar”, ejemplifica.

-No premiar las notas sino el aprendizaje

Cisternas llama a evitar premiar el logro final, como una buena nota o calificación. En vez de eso, la idea es gratificar la persistencia, el esfuerzo, la capacidad de expresar sus ideas u otras actitudes y acciones que sabemos le ayudarán a aprender mejor. “El mensaje que queremos dar es diferente: recompensamos el proceso y evitamos que nuestros niños y niñas aprendan que el éxito en la escuela es sinónimo de ganarle a otros o tener la nota más alta”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.