Manual para usar correctamente las ciclovías (y cuáles son las mejores y peores de Santiago)

Foto: Andrés Pérez.

Un mapa recientemente lanzado registró todas las rutas de la capital —que suman más de 450 kms, la tercera ciudad que más tiene en Sudamérica—, pero una de sus conclusiones es que cantidad no es sinónimo de calidad. Aquí mostramos cómo andar bien en ellas y qué trazados conviene preferir y evitar.




El 30 de septiembre pasado, en el marco del “Día sin auto”, el ministro de Energía, Diego Pardow declaró que “pese al esfuerzo que estamos haciendo como país —con el cierre de dos centrales termoeléctricas—, todavía no somos capaces de reducir las emisiones de carbono, que han sido compensadas por el aumento del parque vehicular. Ese es el desafío que tenemos: hacer más verde nuestra movilidad y propiciar el uso de la bicicleta y medios no contaminantes”.

Tácitamente, el ministro dejaba de manifiesto un antagonismo, del que seguro se hablará en los libros de historia del futuro cuando se describa la vida urbana del siglo XXI: “ciclistas salvando el mundo versus automovilistas arruinándolo”.

Nadie puede negar, eso sí, que la infraestructura para andar en bicicleta —al menos en Santiago— ha aumentado considerablemente. Entre 2018 y 2021, por ejemplo, se crearon más de 522 kilómetros de ciclovías a nivel nacional, según reportaba el Ministerio de Obras Públicas. “A esto se complementarán otros 134 kms de proyectos en ejecución, lo que nos permitirá contar con una red de dos mil kilómetros en poco tiempo más”, decía en abril del año pasado la entonces ministra Gloria Hutt.

En la Región Metropolitana, previo al 2018 existían 497,35 kms de ciclovías, y desde entonces, en solo tres años, se habilitaron 255,5 kms más.

Todo bien con esas cifras. Pero la pregunta que surge, a partir de los incesantes conflictos y accidentes que ocurren entre ciclistas, peatones y conductores de vehículos motorizados, es: ¿qué tan buenas son las ciclovías en nuestra capital? ¿Se construyen por cumplir o realmente mejoran los viajes y vidas de quienes las usan?

Por otro lado, quizá el problema no es solo de las rutas, su diseño o construcción. ¿Puede ser que, en general, las estemos usando mal? ¿Cuál es la manera correcta de andar en una ciclovía?

Muchos kilómetros, no tanta calidad

“Estamos dentro de las tres capitales latinoamericanas con más ciclovías”, explica Diego Garcia, arquitecto y coordinador general de la organización Pedaleable, una ONG enfocada en fomentar el uso de este transporte en las ciudades de Chile. Mientras Sao Paulo cuenta con casi 700 kms y Bogotá con 564, “Santiago tiene unos 450 kms”.

Para ubicarnos en contexto, agrega que la Ciudad de México —la sexta más poblada del mundo— tiene 370 kms de ciclovías y Buenos Aires —la segunda con más habitantes de Sudamérica— solamente 272.

“Es bueno estar en ese tercer lugar, ya que es un dato que permite —y avala— la construcción de más infraestructura ciclista”, analiza.

Sin embargo, dice García que cantidad no es sinónimo de calidad. Lo hace con bastante conocimiento de causa, ya que además de llevar más de ocho años investigando y trabajando en el tema con su organización, junto a su equipo acaba de presentar un mapa digital con videos en 360° del circuito completo de todas las ciclovías del Gran Santiago.

“El mapa es una plataforma de monitoreo y observación de las características principales de la red ciclista de la capital, donde se pueden reconocer las ciclovías de todas las comunas”, dice.

El mapa de Pedaleable diferencia las ciclovías según su emplazamiento y cumplimiento de normas.

Los videos de cada ciclovía —grabados desde un extremo a otro de la ruta con una visión en 360º— sirven para reconocer su entorno y sus condiciones, y el mapa además tiene geolocalización, por lo que así es posible encontrar cuál es la ciclovía más cercana a nuestra ubicación actual “y planificar un recorrido más seguro por la ciudad”, cuenta el arquitecto. El plan es estar constantemente actualizando el registro e invitando a las personas a enviar sus aportes al respecto.

La idea viene desde el 2013, cuando fundaron Pedaleable. Desde entonces, y en conjunto con los municipios, vienen recopilando información sobre las ciclovías. El 2019, estaban listos con el plan de un mapa físico más una campaña de educación vial, pero el estallido y la pandemia quisieron otra cosa.

“Pero vimos la oportunidad de desarrollar un mapa web que nos permita conocer mejor la infraestructura ciclista de la ciudad y así saber cuál es la calidad de los ejes ciclistas que tenemos en Santiago”.

Con el apoyo de las marcas Specialized y Garmin, obtuvieron una bicicleta electro asistida y un GPS para registrar los recorridos, además de una cámara de video en 360º. Comprobaron que a octubre de 2022, Santiago tiene 450 kms de ciclovías.

Respete para que lo respeten: cómo evitar accidentes y usar bien las ciclovías

En la vereda del frente están los automovilistas. Alberto Escobar, gerente de Movilidad del Automóvil Club de Chile y especialista en seguridad vial, cree que “lamentablemente, en las calles sigue predominando la ley del más fuerte. La mayoría, tanto quienes circulan en automóvil como aquellos que lo hacen en bicicleta, no está dispuesta a compartir el espacio público, pese a existir una ley tan eficaz como la de Convivencia de Modos. Mientras persista esta cultura de violencia y negación, será imposible reducir estos siniestros viales”.

Escobar cree que el gran problema es la falta de fiscalización, para lo cual es necesario sumar tecnología, como cámaras electrónicas, pero también la modificación de hábitos.

Entrega un dato bastante interesante: hasta el 2012, en Chile las exigencias en las pruebas para obtener licencias de conducir “eran extremadamente bajas. Teníamos el exámen más fácil de la región, cuya tasa de rechazo era sólo del 3%, siendo que en un país desarrollado es alrededor del 40%”.

Esta liviandad, cree, produjo que cerca del 65% de los fallecimientos en siniestros de tránsito estén asociados exclusivamente a la conducción irresponsable. “Hoy, en cambio, la tasa de rechazo del examen está por sobre el 50%, lo que es una excelente noticia”. Para pasarla, recomienda leer el libro del Buen Conductor.

Dicho esto, la radiografía que Escobar hace del automovilista chileno es brutal: “Están convencidos que manejan bien y les gusta hacerlo notar conduciendo rápido y tomando riesgos. Continuamente desafían las normas y muestran un perfil muy agresivo, poco solidario y desafiante. Debe ser uno de los conductores más violentos de la región”.

“En el caso de la relación con los ciclistas, aún muchos conductores creen que las vías son de ellos y no toleran que se les quite espacios”, crítica. Hace un llamado a recordar algunas normas básicas, como dejar un espacio de al menos 1,5 metros entre el automóvil y la bicicleta, además de considerar esa misma distancia al adelantar a un ciclista.

Según el gobernador metropolitano, Claudio Orrego, en los dos últimos años más de 2 mil ciclistas han sido víctimas de distintos siniestros viales en la región. “Eso tiene que terminar y para eso no sólo tenemos que reducir la velocidad. Tenemos que educar a los automovilistas y proteger a los ciclistas”, dijo a comienzos de 2022.

“Los principales errores de los usuarios de la infraestructura ciclista son no respetar las normas de circulación”, advierte Diego Garcia. Por ejemplo, ir en contra el sentido del tránsito, si la ciclovía unidireccional, o ir a exceso de velocidad”.

“Hay diversos tipos de ciclistas, algunos que utilizan la ciclovías y otros que y que solo circulan por la calle. Estos últimos, por lo general, tienen mucha más experiencia y recorren distancias mayores que otros ciclistas”.

Cada ciclovía incluye su trazado, los kilómetros de extensión y también un video en 360º de todo su recorrido.

En ambos casos, eso sí, es altamente recomendable el uso de casco y de luces, tanto delanteras como traseras, además de elementos reflectantes. “Otro factor a considerar es el uso de los audífonos, ya que esto aísla a los ciclistas en caso de escuchar algún vehículo de emergencia o la presencia de algún otro ciclo en las intersecciones”.

Sugiere pedalear siempre con calma y practicar la templanza en caso de una controversia vial, además de preocuparse de mantener siempre la bicicleta en buenas condiciones. “La invitación es a salir a pedalear con nuestro mapa ciclista y así disfrutar cada rincón de nuestra ciudad”.

Las mejores y peores ciclovías de Santiago

En los largos pedaleos por la ciudad encontraron de todo. Por ejemplo, con ejes que se dicen llamar ciclovías pero que no cumplen con los criterios para ser evaluados como tales. Por ejemplo las rutas del cerro San Cristóbal, la de Tobalaba en Peñalolén o la de Av. Ejército en Puente Alto, entre otras.

“Hay también muchísimas ciclovías que no conectan con otras, lo que no permite un tránsito fluido y seguro, generando conflictos viales y accidentes”, advierte. En definitiva, solo un 30% cumple con la normativa vigente sobre el diseño de infraestructura ciclista. “Hablamos de apenas 135 km de vías de buena calidad”, asegura.

Según Diego García, la calidad se puede determinar según cuánto cumplen con el decreto 102 —que entró en rigor el año pasado—, el que determina el estándar mínimo que debe tener una ruta para ciclos, como el ancho —2,2 metros para ciclovías bidireccionales; 1,5 para unidireccionales— y las segregaciones físicas y visuales para protegerlas de los vehículos motorizados.

¿Cuáles son las mejores ciclovías de Santiago para él? Esta es su selección, que solo incluye trazados que van por la calzada, más seguros y eficientes que aquellos construidos sobre veredas o parques.

  • Ricardo Lyon, en Providencia (2,9 kms, que cruza la comuna desde Pedro Lautaro Ferrer hasta Andrés Bello)
  • Isabel la Católica, en Las Condes (1 km que va desde Tobalaba hasta Vespucio).
  • Portugal, en Santiago Centro (1, 94 kms, que van desde la Alameda hasta Av. Matta, por ambos costados de la calle)
  • Ignacio Carrera Pinto, en Ñuñoa (1,13 kms, que van desde Grecia hasta Rodrigo de Araya).
  • Luis Cousiño, Peñalolén (1,11 kms, que van desde Tobalaba casi hasta Vespucio).

¿Qué hay de las peores? De ellas, lamentablemente, hay para regodearse. El decreto 102, por ejemplo, prohíbe que las nuevas vías ciclistas vayan por la acera, pero estas igual abundan en la ciudad. “También encontramos con ejes con menos de un metro de ancho, lo cual lo transforma en una infraestructura más bien simbólica y de alta inseguridad”, dice.

Algunas de las peores ciclovías de la capital son:

  • El eje Alameda, en Santiago Centro/Estación Central (5,25 kms discontinuos que van desde Teatinos hasta Las Rejas);
  • Las Industrias, en San Joaquín/La Granja (4,68 kms discontinuos que van desde Isabel Riquelme hasta Av. Yungay);
  • IV Centenario, en Las Condes (3,12 kms que van desde Apoquindo hasta Bilbao);
  • Alberto Hurtado, en San Bernardo/El Bosque (5,57 kms discontinuos que van desde El Mariscal hasta Vicuña Mackenna);
  • Las Torres, en Lo Prado/Cerro Navia (3,37 kms que van desde Óscar Bonilla hasta Mapocho).

“Hay diferentes errores en el diseño de estas y otras vías ciclistas”, cuenta García. “El poco ancho y su ubicación son los más comunes, sin embargo hay ciclovías que terminan en un muro, en un parque cerrado o que tienen cambios en las continuidad, lo que genera maniobras inesperadas y más riesgos de accidentes”.

Aquí está el mapa de Pedaleable con todas las ciclovías del Gran Santiago.

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