Instrucciones para obtener una afeitada al ras sin cortes ni irritación

Foto: Brett Jordan.

Puede que lleves años rasurándote y todavía sientas que no manejas del todo la técnica. Un dermatólogo y dos barberos profesionales te dejarán hecho un perito, listo para que tu próximo afeitado sea digno de comercial.




El problema —o el primer enemigo— siempre es el mismo: la publicidad. A esta altura uno debería cuestionarse un poco más las cosas en vez de acusar siempre a la misma industria. “Impone estándares imposibles”. “Inventa necesidades y convierte la aspiración en ansiedad”. “Incita al endeudamiento”. Todo eso es cierto y nadie con la cabeza bien puesta lo pondría en duda.

Sin embargo, y pasando al tema que convoca este artículo, hay cosas sobre las que ya va siendo hora de dejar de echarle la culpa al empedrado y hacerse cargo.

Cada vez que veo un comercial de afeitadoras siento una pulsión irrefrenable por rasurarme al ras y alucino con quedar tan elegante, sensual y pulcro como los modelos y/o futbolistas de los spots. No sucede nunca. Ni de cerca. Quedo irritado, con ardor, con la piel como si le hubiese pasado un arado por encima. Además no poseo un rostro tan anguloso, entonces mi cara queda convertida en un rosado malvavisco con ojos.

Pero a cierta edad —y para ciertas ocupaciones que requieren una impecable presentación personal— es importante saber afeitarse correctamente. Coincide, muchas veces, con ese momento de la vida donde hay que hacerse responsable, saber pedir ayuda, ponerse receptivo y aprender e integrar hábitos nuevos.

Consulté con barberos y un médico especialista sobre los por qué y los cómo de un afeitado correcto y al ras. También cuáles son los errores más comunes y los riesgos asociados de ir por la vida como una persona adulta que aún no se sabe rasurar bien.

Breve historia de la barba

A través de la historia, el hecho de llevar o no llevar barba ha tenido distintas significancias. En las culturas mesopotámicas, por ejemplo, se usaba como símbolo de estatus y respetabilidad; lo mismo en la antigua Grecia. Eran ahí prueba de sabiduría, madurez y virilidad. En la antigua India y otras culturas orientales tenía incluso un valor divino, y ser afeitado en público era visto como un castigo. Los faraones egipcios, por su lado, preferían un estilo más vistoso y cercano al trap, con barbas postizas de brillantes y oro.

Pero Alejandro Magno, en el siglo IV AC, obligó a sus soldados a estar sin barba cuando descubrió que sus oponentes los pescaban de allí para tirarlos a tierra. Los romanos, poco tiempo después, empezaron también con algunas aficiones más coquetas, y andar acicalados les servía para diferenciarse de las clases sociales más bajas. El ejército inglés, por el contrario, en sus invasiones a oriente optó por dejar crecer el vello facial para imponer miedo y respeto.

¿Pero por qué aparece la barba? Una explicación biológica es que la testosterona hace crecer pelo ahí para tener mayor protección facial en las peleas, algo así como un acolchado natural. O sea que nuestra propia composición química y biológica sabe que en algún momento nos terminaremos aforrando. ¿A Chris Rock le habría dolido menos el cachetazo de Will Smith si hubiese tenido pelo en la cara? Interesante pregunta.

Pero más interesante aún es saber cómo llevar a cabo una efectiva y agradable afeitada.

¿Folicuqué?

Vamos a ir por parte. “Punto por punto”, dijo el dermatólogo. Literalmente así nos explicó Matías Gompertz, especialista en la salud de la piel, para quien son varios los problemas que se pueden evitar aprendiendo a afeitarse de manera correcta. El principal es que hacerlo mal provoca una afectación en la calidad de vida por el golpe al autoestima que significa estar con la cara irritada, inflamada o llena de heridas.

“La más frecuente consecuencia de un afeitado desprolijo es la irritación en el rostro, que arde y se pone rojo y sensible”, advierte. “Puede ser por la presencia de espinillas, por la aparición de nódulos o por una inflamación a nivel del folículo piloso (la base de donde sale el pelito). Eso se llama foliculitis o pseudofoliculitis”, lo que además de doler también causa bastante vergüenza.

Se suman a eso los cortes, superficiales o profundos, las erosiones, las costras y la resequedad de la piel. Nada más lejano a los sensuales tipos de los comerciales que uno busca emular con tanta ilusión mientras se está afeitando.

Otros resultados adversos, no tan frecuentes pero no menos importantes, son las cicatrices, la depresión dérmica, las manchas residuales o incluso que zonas resulten infectadas por rasurarse constantemente mal.

Ahora vamos al grano (última vez que hago el chiste).

1. Humedecer con agua tibia

Eso es lo que sugiere el dermatólogo Gompertz: “lo ideal es humedecer el pelo de la barba previo a la afeitada. Ojalá hacerlo con agua tibia y también aprovechar de incluir algún jabón de limpieza, un gel o loción”.

Lo mismo recomienda Iván Sarmiento, más conocido como Artur Barber, profesional de la barbería tradicional Gallo de Oro. Para él es clave “preparar la cara” con agua tibia. “De esta manera se ablanda el pelo, se relajan los músculos faciales y se ‘abren’ los poros”. También sirve aplicarse un preshaver, productos diseñados para la previa del afeitado, que facilitan el proceso y previenen las irritaciones.

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2. De arriba a abajo

Ahora viene la parte quirúrgica. Después de humedecer, conviene aplicarse espuma o crema de afeitar, para que el paso de las cuchillas sea más suave y fluido. Recién ahí hay que entrar a picar.

“La forma correcta de afeitarse es siempre desde arriba hacia abajo, nunca a contrapelo”, dice Gompertz, que en su Instagram tiene un post muy explicativo al respecto. “El movimiento debe ser neto y lento, para que solo haya que hacer una sola pasada por zona”. La mano libre es importante para mantener estirada la piel y evitar pliegues donde se puedan provocar cortes.

El barbero Artur aporta algunos tips: el primero es afeitarse después de la ducha y nunca en la ducha, porque la visibilidad y la estabilidad no son ni de lejos las ideales. “Y si se puede, recomiendo hacerlo día por medio y no cada jornada, porque así la barba y la piel descansan”.

Es necesario limpiar la afeitadora en agua después de cada pasada, ya que la crema y los pelos acumulados entre las cuchillas pueden hacer más ineficiente el proceso, provocando ardor y heridas.

3. Nunca a la rápida

El apuro y el estrés de la vida diaria tiene consecuencias. Muchas veces se dice que uno es consciente de sus problemas o errores hasta que no los tiene en la cara. Y acá hay un ejemplo concreto que aparece directo en tu rostro. Afeitarse es una acción delicada que requiere consciencia, contemplación, autocuidado y por ende tiempo. No es algo que se deba hacer al lote.

“Un clásico error es afeitarse en distintos sentidos, especialmente contra el pelo”, dice Gompertz. “Otro es usar afeitadoras desechables más de una vez o cuando han perdido el filo, porque se genera mayor traumatismo en el afeitado al tener que pasarlas varias veces”. Otra cosa que no aconseja es el uso de afeitadoras de cabezal fijo o de pocas hojas, porque también están asociadas a mayor irritación. O sea, nunca menos de tres.

Sobre ese ítem, Artur propone motivarse con empezar a usar un navajín. “El proceso es un poco complicado de aprender pero es efectivo y económico”. Argumenta que las hojas las puedes ir cambiando para cada uso y que a la larga es más barato que gastar en máquinas desechables. “Además, el resultado es incomparable”, dice.

4. Siempre after shave

Para el toque final, la enfática recomendación de Matías Gompertz es que nunca falte el after shave, la loción o la crema hidratante posterior al afeitado. “Así recuperamos la barrera cutánea y se desinflama la piel”. Hay que aplicarla después de enjuagar la cara con abundante agua fría. Artur, por su lado, cree que es importante invertir un poco en el asunto y usar “buenos productos, al momento de ocupar after shave hay distintos tipos para cada tipo de cara”.

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En esa línea, y es probable que ya lo estés pensando, no es mala idea darse el gusto de que lo haga un profesional. Así lo recomienda Nicolás Colomer de Lumberjack Barber. “Lo mejor para una afeitada al ras es una barbería, donde te hagan un proceso de limpieza facial con toallas calientes y un afeitado con productos esenciales y hojas de navaja”.

Colomer asegura que no hay nada como hacerse un “ritual de barba” para un afeitado “limpio y pulcro, como corresponde”. Suena, sin lugar a dudas, interesante. Quizá la clave es integrar a la rutina un equilibrio entre aprender a afeitarse correctamente y cada cierto tiempo dejarse atenderse profesionalmente, como un caballero.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 30 de marzo de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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