Guía para comprar tu primer bajo eléctrico

Ante las miles de posibilidades, la compra del primer instrumento de cuatro cuerdas puede ser agobiante. ¿En qué fijarse? ¿De qué madera debe ser? ¿Con qué marcas partir? Esto y mucho más lo aclaran tres profesionales de distintas áreas de la música.




No se suponía que Paul McCartney terminara siendo el bajista de los Beatles. De hecho, ese lugar lo ocupaba Stuart Sutcliffe, un pintor y poeta escocés, uno de los mejores amigos de John Lennon, que se unió al grupo cuando vendió uno de sus cuadros y la banda lo convenció de gastar ese dinero en comprar un bajo. “Era mejor tener un bajista que no sabía tocar que no tener bajista”, dijo después McCartney.

Para 1961, cuando tenían poco más de un año de existencia y aún no contaban con el baterista Ringo Starr, los Beatles ya se estaban labrando un nombre, tanto en la escena underground de Liverpool como en la de Hamburgo. Fue durante su segundo periodo en Alemania cuando Sutcliffe decidió abandonar la banda para dedicarse de lleno a la pintura, su verdadera vocación, y pasar más tiempo con su novia, la fotógrafa y artista local Astrid Kirchherr.

Paul, quien oficiaba de guitarrista junto a Lennon y George Harrison, cuenta que la salida de Stu los dejó en un dilema. El problema, según McCartney, era que ninguno quería descolgarse el instrumento de seis cuerdas para pasar al de cuatro. “No era el trabajo más preciado. Todos queríamos estar adelante y encantar a las chicas (...) Generalmente, el bajista era el tipo que se quedaba más atrás”.

Pese a las intenciones de Paul de seguir con la guitarra, sus compañeros tuvieron otra idea. “Todos se dieron vuelta y me miraron”. La sentencia estaba dictada y Paul asumió el deber. Durante los primeros meses, lo hizo con el bajo eléctrico que Stu le prestó: un Höfner 500/1, un extraño modelo semi acústico con forma violín. Poco y nada tenía de popular entre los músicos, y la idea era que McCartney lo devolviera cuando tuviera suficiente dinero para comprarse uno propio.

Paul McCartney y su legendario bajo Hofner 500/1.

De todas formas, el Höfner de Sutcliffe le dio a la banda, y en particular al zurdo McCartney, solución a su problema con los instrumentos, siempre diseñados para diestros. Este modelo, con forma simétrica, se adaptaba perfectamente a su postura. Pocos meses después, enamorado de su sonido y acostumbrado a sus características, Paul terminaría comprando su propio bajo 500/1.

Lo que vino después es archiconocido: los Beatles se transformaron en el grupo que cambió la historia de la música popular, y Paul McCartney en uno de los compositores, intérpretes y bajistas más influyentes del rock. Sus líneas de bajo son hasta hoy analizadas con la meticulosidad de quien observa una obra de arte, y el Höfner no es menos que un ícono de la cultura pop.

Del enorme contrabajo al práctico bajo

Será que no siempre es la persona la que elige el instrumento. McCartney quería la guitarra pero terminó con el bajo, aunque no desde el fondo del escenario, como temía. Un miedo quizá frívolo, pero que parece enquistarse en la posición que solían tener los contrabajistas en el jazz, algo más apartados de los focos, con algunas excepciones, como Charles Mingus.

El paso del contrabajo al bajo eléctrico fue clave para el surgimiento del rock and roll. Y aunque su reconocimiento está lejos del que se le da a la guitarra eléctrica, la evolución llevó a que ambos instrumentos compartieran casi el mismo diseño. Tanto así, que durante los primeros años en el mercado —y aún todavía— la gente tendía a confundirlos. Como dos hermanos gemelos, uno algo más robusto que el otro y, también menos protagónico.

“La semejanza entre el bajo y la guitarra eléctricos se debe a una combinación de factores históricos y culturales”, comenta José Jadue, luthier con más de 30 años de experiencia. Durante un par de décadas, músicos y fabricantes buscaron potenciar el volumen de los instrumentos acústicos de cuerda, que solían quedar ahogados entre los bronces y las percusiones. Primero se intentó amplificar por medio de micrófonos y con cápsulas magnéticas, “pero estas generaban acoples”. Hasta que en los años cincuenta “se empiezan a transformar los instrumentos de cuerda acústicos en unos eléctricos con cuerpos sólidos, sin caja acústica”.

“Por eso el bajo eléctrico se parece a la guitarra en su forma”. Pero en altura tonal, es decir en su afinación, “es homólogo al contrabajo”, dice Jadue. Desde el punto de vista práctico, emular el diseño de una guitarra eléctrica le permitió al bajo garantizar “comodidad al momento de ejecutar” y “reducir el tamaño y el peso de los contrabajos”. Mientras este último pesa en promedio unos 15 kilogramos, un bajo eléctrico de cuatro cuerdas solo marca unos 4,5 kg; el Höfner de McCartney incluso menos: 2,25 kg.

Este es un punto no menor y, según los expertos en la materia, es un factor que se debe considerar al momento de adquirir un bajo. Sobre todo, porque se pasará mucho tiempo de pie soportando el peso del instrumento. Orlando Ezquerra, local category manager de Audiomusica, dice que incluso para niñas y niños existen modelos de escala corta, “que son más pequeños y livianos, pesan cerca de 3 kgs, y permiten un mejor desplazamiento por el mástil”.

Bajo Yamaha TRBX174BL

Los bajos Yamaha suelen tener una muy buena valoración por parte de los expertos, debido a su construcción sólida y buenas prestaciones. Este modelo, de tipo pasivo, es el más asequible de la serie TRBX, con un cuerpo de aliso, mástil de arce y diapasón de sonokeling. Es de escala larga, con 24 trastes e incluye dos pastillas (1x P-Style + 1x J-Style). Un todoterreno que da confianza.

Comodidad, estética y otros detalles técnicos

La comodidad es un tema central en la elección de un instrumento, y en particular de un bajo eléctrico. ¿La estética? Aunque sea un factor ineludible, no puede ser el más relevante. “Uno de los errores más comunes es guiarse demasiado por la apariencia del instrumento y dejar de lado lo más importante, que es su sonido, comodidad y calidad de sus componentes”, alecciona José Jadue.

Al momento de elegir un bajo, es importante que éste sea “cómodo al tomarlo y tocarlo, y que esté seteado de tal manera que las cuerdas no queden altas y se pueda tocar con facilidad”, dice Ezquerra. En muchas ocasiones, y a pesar de estar nuevo, el instrumento se puede encontrar descalibrado, “lo que significa que no está seteado correctamente”.

Puede ser que las cuerdas estén más altas de lo aconsejable, lo que significa mayor esfuerzo para dar con las notas, o incluso que esté fuera de tono. En algunas tiendas, como Audiomusca, se ofrece un servicio de calibración inicial, para asegurar que el instrumento esté bien seteado desde que sale del local. Pero como no siempre existe esa opción, un buen consejo es contar con la asesoría de un técnico o de un luthier.

Una vez comprado, llevar el instrumento al luthier también puede garantizar una revisión óptima para detectar errores de fábrica, o si no se encuentra en condiciones técnicas óptimas. Esto puede devenir en la devolución y cambio del producto en la tienda en la que se compró, o bien que el luthier haga los arreglos que el bajo necesite.

¿Qué problemas se podrían presentar?

De acuerdo a Ángelo Masías, profesor de bajo en la academia musical Estación Rock, hay que prestar atención al mástil y su construcción. “Por ejemplo, que no esté arqueado, y sobre todo procurar que los trastes —las divisiones que marcan las notas— no sobresalgan demasiado, ya que puede causar daños en las manos”.

Probar el instrumento en un amplificador también es fundamental para asegurarse de que la parte electrónica funcione correctamente, con un sonido claro y definido. También, “probar las clavijas, para verificar que giren con suavidad y soltura”.

Otro aspecto que permitirá comprobar la correcta fabricación del instrumento, y también la comodidad que ofrece, es su balance: o sea, la inclinación a la que el bajo queda una vez que te lo cuelgas con su correa. “Hay instrumentos que tienden a ‘cabecear’, lo que significa que pueden desequilibrarse hacia el lado del clavijero”, ejemplifica Ezquerra.

Masías dice que para verificar el balance primero debes “colgarte el instrumento”. Luego, chequear que “el mástil tenga una inclinación de unos 20 grados, idealmente”. Esa, asegura, es “una altura bastante cómoda para tocar”.

Squier Precision Bass PJ Affinity

Una marca y modelo con historia. El Precision Bass fue el primer bajo eléctrico que se transformó en un éxito comercial, a partir de su creación, en 1951. Y la serie Affinity es considera una muy buena puerta de entrada a esa familia, a esta altura legendaria, de Squier. Un bajo de cuerpo delgado y liviano, hecho de álamo, un mástil de maple y en forma de “C”, súper cómodo y máquinas de afinación de engranajes abiertos, de estilo antiguo y que asegura una afinación suave y precisa. Incluye una cápsula del puente de bobina simple de Jazz Bass, además de la tradicional cápsula de bobina dividida de Precision Bass y controles de volumen independientes para cada cápsula.

La madera y el sonido

Así como hay que asegurarse de que el instrumento sea cómodo para tocar, también es fundamental chequear que sus componentes sean de calidad y se encuentren en buen estado.

El primero es la madera. La mayoría de los bajos se fabrican con materia prima de alta calidad, como el maple, el ébano, el fresno, el palo rosa o la bubinga. “Si el instrumento tiene alguna de estas maderas, ya es una buena señal en lo que respecta a su calidad”, asegura Ángelo Masías. Claro que hay que considerar que esto afecta su precio.

Aunque no solo eso: la calidad de la madera también incide en el sonido que se obtendrá del bajo, ya que las cápsulas se encuentran montadas sobre este material y el “latigazo” en el movimiento de las cuerdas genera una vibración que repercute en todo el cuerpo del instrumento. Esto, dice Jadue, “suma componentes armónicos que enriquecen el sonido magnético”.

¿De qué manera afecta al sonido cada madera? José Jadue lo explica:

-En el cuerpo del bajo:

Si se utiliza madera alder (aliso), el sonido estará más centrado en los tonos medios. Si es ash (fresno), éste tendrá “bastante ataque” y agudos marcados. Los bajos con caoba suelen tener “buenos bajos y medios”. En tanto, los con poplar (álamo) aseguran un “buen ataque”.

Los fabricados con baswood (tilo), en cambio, ofrecen poca coloración, ya que la madera resulta ser mucho más neutra. Y cuando tiene maple (arce), se suelen conseguir “buenos agudos”.

-En el brazo del bajo:

Según Jadue, para el mástil del instrumento se suele ocupar bastante madera de maple, mientras que para el diapasón se utiliza palo rosa. “Pero también existen otras variantes, como caoba en brazo o ébano en el diapasón. También se puede usar bubinga o wengué, cada una de ellas con sus características tonales distintivas”, expone.

Tener una idea del sonido que se quiere es siempre recomendable. Sin duda esto no es sencillo cuando se es principiante, pero una forma de descubrirlo es a través de las referencias. Si te gusta la música rock más pesada, probablemente busques más “ataque”. Si en cambio te gusta el jazz, el hip hop o el soul, quizá prefieras un bajo con más graves y medios.

Ahora, existen algunos tipos de bajo que permiten moldear de alguna manera su sonido, gracias a su circuito interno. Estos son los bajos activos. Mientras que los pasivos solo permiten “ecualizar” el brillo de su sonido, así como también aumentar o disminuir su volumen. Eso es algo que, probablemente, debas consultar en la tienda antes de comprar el instrumento.

Las cuerdas

El grosor de las cuerdas también afectará el tono que se obtendrá del instrumento. Mientras más gruesas, las frecuencias serán más graves, con mayor volumen y sustain. Aunque, advierte Orlando Ezquerra, estas son “más duras al tacto y difíciles de tocar”.

En cambio, cuerdas más delgadas ofrecen menor fuerza en su tono pero “son mucho más amigables con los dedos”. El calibre estándar es de 45-100. Es decir, que la primera cuerda desde abajo hacia arriba (también la más delgada) mide 45 milímetros mientras la última tiene un grosor de 100 mm. Lo recomendable es comenzar con esta medida.

También se aconseja partir con un modelo tradicional de cuatro cuerdas, y no de más. Si bien los bajos de cinco, seis, siete o más —hace poco, el bajista de la legendaria banda ZZ Top tocó con un bajo de ¡17 cuerdas!— ofrecen una mayor altura tonal, un modelo de cuatro cuerdas, y entre 20 y 25 trastes, es más que suficiente para aprender e incluso explorar sus posibilidades de por vida.

“Para la música popular, usualmente se usan bajos pasivos de cuatro cuerdas. Para el rock pueden ser de cuatro o más cuerdas, pasivos o activos. En verdad, no es algo que sea determinante del estilo de música, pero sí influye en la textura y los registros sonoros”, explica José Jadue.

No olvides chequear que la altura de las cuerdas respecto a los trastes —es decir, la distancia entre ellas y el mástil— sea correcta. ¿Cuánto es eso? Entre 0,2 y 0,45 milímetros, que conviene medir en los trastes 7, 8 y 9.

Entonces, ¿qué marcas de bajos recomiendan los entrevistados para iniciarse en el instrumento? Principalmente Ibanez, Squier, Fender, Yamaha, Ltd, Epiphone o Cort, fabricantes con los que uno se asegurará un producto de gran sonido y larga durabilidad.

Orlando Ezquerra además recomienda la marca Freeman, “pensada para el músico que se inicia”, y que suele tener promociones bastante convenientes que incluyen amplificación y una buena cantidad de accesorios, más que útiles para la práctica. En el caso que destacamos abajo, el cuerpo del bajo es de madera basswood y su mástil, con 20 trastes, es de palo rosa.

Pack de bajo eléctrico Freeman Full Rock Bass

Incluye bajo eléctrico Freeman Jazz Bass, amplificador de 10 W, cable, funda, correa y afinador.
Esta promoción incluye un amplificador de 10 Watts, cable, correa, afinador y funda.

*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 30 de marzo de 2023. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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