Especial 8M: Más inclusión, más colaboración y más STEM para una mejor IA

Komal Dadlani, bioquímica, cofounder y CEO de Lab4U.

"Es fundamental que como sociedad desarrollemos una mayor educación y pensamiento crítico aplicado a la tecnología como herramienta para acceder a sus múltiples beneficios, sin poner en riesgo los derechos básicos de las personas y, en el caso específico de las mujeres, retroceder en la disminución de las brechas de género que siguen presentes", dicen Komal Dadlani, bioquímica, cofounder y CEO de Lab4U, y María José Martabit, abogada, founder y CEO de Theodora AI.


Las asombrosas capacidades de la Inteligencia Artificial nos sorprenden día a día y sin duda, continuarán transformando el mundo en los próximos años. Pero, al mismo tiempo, no podemos pasar por alto el hecho de que estas nuevas tecnologías son creadas por personas y entrenadas con datos que provienen de decisiones humanas. El problema es que si estos contienen sesgos, pueden ser traspasados y reproducidos por los algoritmos de la IA.

Hoy, las mujeres constituyen casi el 50 por ciento de la fuerza laboral global, pero solo representan un tercio de la fuerza laboral en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM).

Más allá de estas cifras, el problema real es la falta de equipos multidisciplinarios creando tecnología, ya que existen varias carreras humanistas que también entregan herramientas para crear IA, entre ellas Periodismo, Publicidad, Letras, Artes, etc. La carencia de diversidad en todos los ámbitos perpetúa los estereotipos de género y genera bias en los sistemas de inteligencia artificial (IA).

Hoy, las mujeres constituyen casi el 50 por ciento de la fuerza laboral global, pero solo representan un tercio de la fuerza laboral en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM). Más allá de estas cifras, el problema real es la falta de equipos multidisciplinarios creando tecnología.

Estos sesgos son inconscientes y nos hacen actuar la mayoría de las veces en base a prejuicios. Están presentes en aspectos como el género, edad, discapacidad, nacionalidad, religión, orientación sexual, características socioeconómicas y personales.

Erradicarlos significa un tremendo desafío tanto para la sociedad como para las empresas. Imaginemos por ejemplo lo que ocurre en la contratación de personal, cuando automáticamente se preseleccionan los currículums convencionales, dejando fuera a mujeres o personas de otros orígenes.

En el caso de la publicidad creada con Inteligencia Artificial, se pueden reforzar los estereotipos de género, e incluso las redes sociales y los contenidos diarios pueden estar distorsionados, creando falsas hipótesis o burbujas de información.

Sólo en 2022, corporaciones estadounidenses desembolsaron $15 mil millones de dólares para mitigar riesgos reputacionales relacionados con la falta de inclusión y diversidad, según cifras de Harvard Business Review. En Chile, la influencia y el poder de la IA fue reconocida con un documento emitido el año pasado por el Ministerio de la Secretaría General de la Presidencia y el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, el cual contiene los lineamientos recomendados para el uso de IA en el sector público.

Como uno de los puntos relevantes, se consideran posibles casos de discriminación y por ello, se pide asegurar que nadie sea “objeto de discriminación arbitraria en función de su raza, color, ascendencia, género, orientación sexoafectiva, edad, idioma, religión, opiniones políticas, origen nacional, étnico o social, condición económica o social de nacimiento, discapacidad o cualquier otro motivo o razón”.

Pero, además de lo que podemos lograr a nivel normativo, es fundamental que como sociedad seamos conscientes de este reto y desarrollemos una mayor educación y pensamiento crítico aplicado a la tecnología como herramienta para acceder a sus múltiples beneficios, sin poner en riesgo los derechos básicos de las personas y, en el caso específico de las mujeres, retroceder en la disminución de las brechas de género que siguen presentes en el país y en todo el mundo.

Es importante que seamos nosotras mismas quienes tomemos un rol protagónico en el aprendizaje y uso de las nuevas tecnologías, aumentemos nuestra presencia en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y potenciemos el valor que aportan las carreras humanistas a la IA para que podamos, desde dentro, ayudar a identificar esos sesgos y mitigarlos desde la raíz.

Tenemos por delante las capacidades y la oportunidad de apuntar a una Inteligencia Artificial responsable (responsible AI) como una estrategia fundamental para que ésta sea más multidisciplinaria, ética e inclusiva. ¡No tengamos miedo de convertirnos en protagonistas del cambio, de capacitarnos y enfocar nuestras profesiones hacia el mundo tecnológico! Sólo así podremos disminuir los sesgos y dar forma a una realidad mucho más diversa y participativa.

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