Te quiero verde

Agenda_Jardin

Tener un pasto sano es más fácil de lo que parece.




Por Alejandra Vargas / Fotografía: Annelie Turner en Unsplash.

Paula 1244. Sábado 27 de enero de 2018.

Si cierro los ojos y me imagino el paraíso, veo una extensa pradera verde, perfecta alfombra suave y delicada para correr a pie descalzo. Pero con los ojos abiertos y los pies en la tierra la imagen de la pradera no es paradisiaca. Los problemas han llegado a tal punto que el mercado ofrece pasto sintético, verde y perfecto como el del paraíso, pero de plástico. Declaro que me negaré a usarlo hasta el final de mis días.

La mayoría de los problemas son ocasionados por una causa: la deshidratación. Un pasto deshidratado se seca con facilidad, adquiere color amarillo, aspecto ralo, se vuelve vulnerable a las plagas y a los hongos, aparecen los pelones y en aquellas zonas sin pasto proliferan las malezas. Entonces: ¿hay que regarlo más tiempo? No. Un aumento en el tiempo de riego conseguirá únicamente que el agua alcance una mayor profundidad. En cambio, lo recomendado es evitar que el agua se evapore con facilidad, y eso se logra dejando el pasto largo.

Un césped que se mantiene con la hoja entre 6 y 8 centímetros de longitud forma un colchón que protege el suelo y evita la rápida evaporación. A mayor longitud de hoja, se genera más energía y mayor cantidad de raíces. Una contundente masa de raíces es capaz de llegar a mayor profundidad, captar más agua y lograr una pradera densa. De esta forma se producirá un microclima húmedo que ayudará a defenderse del calor.

En la mayoría de los jardines que visito el diagnóstico inicial es el mismo: un pasto extremadamente corto. Pero hay que considerar también que hay ciertos factores que impiden que crezca.

Para que un césped crezca sano y vigoroso necesita nutrientes y oxígeno. Los nutrientes se agotan con el consumo que hacen de ellos los mismos vegetales, por lo tanto, es necesario reponerlos. La aplicación de fertilizantes es vital. Debe hacerse en primavera al menos una vez al año, utilizando un abono completo, es decir, un fertilizante que contenga nitrógeno, fósforo y potasio. Pero para que los nutrientes puedan ser absorbidos por las raíces tiene que haber oxígeno, por eso el suelo debe estar descompactado. La forma de evitar la compactación es aireando, lo que podemos lograr abriendo pequeños agujeros en la tierra con la ayuda de una horqueta.

Así de simple: fertilice, horquetee y mantenga su pasto largo. Le aseguro que conseguirá una pradera verde, quizás no perfecta, porque siempre será un desafío conseguir esa imagen paradisiaca. Aunque mientras estemos en la tierra no necesitamos perfección, nos basta una sana pradera natural.

Cinco datos

1. Largo: mantener el pasto de mínimo de 6 centímetros.

2. Riego: las raíces del césped se encuentran en los primeros 30 cm del suelo. Por lo tanto los riegos deben ser cortos, porque sólo se necesita mojar esos 30 cm; pero frecuentes, porque esa porción de tierra se seca con rapidez.

3. En otoño: aplicar una delgada capa de compost (de 1 cm), y luego rastrillarla, para no ahogar la hoja. Esta práctica aporta nutrientes y mejora la estructura.

4. En primavera: fertilizar con nitrógeno, fósforo y potasio.

5. Airearlo: un suelo compactado no permite que el pasto absorba agua y nutrientes, por eso es importante airearlo. La aireación se hace mediante perforaciones de 10 cm de profundidad distanciadas cada 25 cm, se puede utilizar una horqueta o un aireador de césped.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.